12 dic 2009

Olvídalo

Sora acarició suavemente el vientre de Sunao arrancándole un profundo gemido lleno de placer, el sonrojo de Sunao le provocaba un sentimiento que aún le era muy desconocido. Ayudó a Sunao a sentarse sobre la cama, y ante la mirada este, se despojó rápidamente de su propio uniforme, para después recostarse sobre un sorprendido y absolutamente ruborizado Sunao que al recibir el contacto con la piel de Sora gimió aún más fuerte que antes…

Las manos de Sora recorrían esa blanca piel mientras besaba y jugueteaba con el blanco cuello de Nao mientras este acariciaba su espalda dejándose llevar por el intenso placer que estaban sintiendo ambos en esos instantes… la constante fricción del miembro de Sora sobre el de Nao aunado a las constantes caricias y besos estaban llevándolos a un éxtasis que no habían experimentado, esta vez estaban entregándose no sólo en cuerpo sino en alma también.

Sora mordisqueaba juguetonamente el lóbulo de la oreja izquierda de Nao mientras éste gemía incontrolablemente aunque, intentando ahogar el sonido con ambas manos sobre su boca, la intensidad de las sensaciones de las que estaba siendo presa le llevaban a un éxtasis que no había vivido con anterioridad, al menos no de esa manera, en su frenesí llevó su mano derecha a la entrepierna de Sora quien sorprendido emitió un ronco gemido aferrándose al cuerpo de Sunao quien por aquella presión sintió una descarga eléctrica en su columna que le llenó de placer besando a Sora con desesperación tras buscar sus labios con mirada suplicante.

Sora introdujo hábilmente en Sunao uno de sus dedos para comenzar a dilatar su cavidad, al inicio, Nao acalló un grito de dolor en el hombro de Sora para después comenzar a gemir conforme los acompasados movimientos del dedo de su amante en su interior hasta conseguir una dilatación suficiente para la penetración sin provocar heridas o fuerte dolor…

-No quiero lastimarte- dijo sora mientras sacaba lentamente su dedo del cálido interior de Fujimori –te amo…- musitó al oído de su amante quien asintió con la cabeza.

-Yo también te amo… no tema, no podrías lastimarme nunca…- dijo confiado con su mirada fija en la de Hashiba.

Sora comenzó a introducir su hombría en el cuerpo de Fujimori quien comenzaba a jadear y gemir conforme dieron inicio las acompasadas estocadas de Hashiba en su interior, las caricias constantes de ambos, en el cuerpo del otro los hacían sentir aún mejor, más compenetrados de lo que ya estaban en ese momento, la unión entre ellos no sólo era carnal, también era en alma, estaban dando todo de sí mismos al otro sin reparos, sin contemplaciones…

-Te amo Fujimori… lo haré siempre…- repetía constantemente Hashiba mientras besaba los hombros de su amante.

-Yo también te amo Hashiba…- suspiraba en respuesta Fujimori.

Nao no pudo contenerse más y se vino en el vientre de Sora, la calidez de la descarga de semen provocó que Sora vibrara desde su interior debido a la fuerte descarga en su espalda, señal de que estaban, ambos sintiendo un orgasmo que los llevaba al cielo mismo viniéndose en el interior de Sunao, arqueándose éste al sentir la eyaculación de Hashiba en su interior.

Se recostaron nuevamente sobre la cama abrazándose, acariciándose y besándose con ternura, susurrándose lo mucho que se amaban y querían estar juntos sin malentendidos, sin confusiones…

La luz de la luna entraba por la ventana de la habitación iluminando el apacible rostro de Sunao que dormía entre sus brazos, parecía tan lleno de paz… esa paz que Sora rogaba no fuera interrumpida de nuevo por aquellos tormentosos recuerdos que tanto daños les hacían a ambos.

Su cansancio era tal que finalmente reposó su cabeza junto a la de Nao y cayó profundamente dormido al lado de su amante y amigo.

La mañana llegó sin que hubiera habido sobresaltos durante la madrugada, Sora pudo ver con fascinación como Nao abría esos hermosos luceros que tanto le gustaba ver llenos de tranquilidad…

-¿Dormiste bien?- susurró al oído de Sunao provocándole a éste un ligero sonrojo.

-Sí, ¿Tú?- preguntó sonriente Sunao a su querido Sora.

-Sí, me da gusto que no hayas tenido esos sueños otra vez… Te lo dije, no hay nada que no podamos resolver si estamos juntos Fujimori…- dijo sonriente Hashiba mientras Nao lo miraba atento.

-Sí, no lo pensé, discúlpame, debí…- afirmaba Nao cuando fue interrumpido por los cálidos labios de Sora sobre los suyos.

-Te amo, ya no importa nada, sólo… confía en mí…- rogó Sora con una seriedad que jamás se había visto en él.

-Lo haré, no nos ocultaremos más nada de aquí en adelante, todo lo resolveremos juntos- aseguró Sunao besando nuevamente a su adorado Kuu-chan, de quien no volvería a separarse jamás.

Desde esa noche que ambos se dieron el uno al otro con total entrega y pasión esos espantosos recuerdos de su infancia jamás volvieron a atormentar a Sunao, ni a Sora… no cabía duda que no podía algo que los derrotara si estaban juntos.

FIN

No hay comentarios.: