6 may 2009

25. ¿Un aliado más?…



En la explanada del santuario, Kazahaya entrenaba duramente con Shura de Capricornio, obligándola a ser más rápida en su defensa y ataque; eran vigilados y cuidados de lejos por Aioria y Shaka, y por Deathsmask, quien desde su templo cuidaba el ir y venir del “fotógrafo”.
                — ¡Vamos niña, necesitas ser más rápida! —exigió Shura mirando cómo parte de su último ataque alcanzaba a herir a la guerrera de Urano.
                —Lo sé —se quejó la joven guerrera levantándose una vez más—; ésta vez no fallaré.
                —De acuerdo… —dijo Shura preparándose para atacar— ¡Excálibur!
                Sailor Uranus saltó a un lado y observó pasar el ataque del guerrero de Capricornio y lanzó su ataque, invocando a la vez a la espada de Urano, por si debía atacar de cerca.
                — ¡Tierra, tiembla! —el ataque de Uranus impactó de lleno en el pecho del caballero dorado, desplazándolo varios metros hacia atrás, hasta detenerse al colocar una rodilla sobre el suelo.
                De pronto vio la espada de Urano dirigirse peligrosamente a él, sólo pudo mover su rostro a un lado y recibir el impacto sobre uno de sus hombros. Shaka y Aioria observaban cuidadosamente la escena, mientras Deathmask sonreía satisfecho.
                —Bien… —musitó Shura cerrando los ojos y siendo expulsado algunos metros.
                — ¡Shura! —gritó Kazahaya angustiada destransformándose, al ver al caballero dorado caer herido.
Estoy bien, niña; en el campo de batalla no debes tener piedad, un acto como éste puede costarte la vida, y la pérdida de cualquiera de nosotros en estos momentos significa la posibilidad de dejar ganar al dios Helios y que la humanidad desaparezca —dijo el caballero dorado poniéndose de pie y sacudiendo la arena que le había ensuciado—; sin lugar a dudas has mejorado mucho en tan corto tiempo, hemos sido duros contigo.
Estoy bien —dijo sonriente la joven guerrera—; esto ha sido cansado, sí; pero ha sido muy divertido.
¿Divertido? —cuestionó el caballero dorado mirándola con desconcierto.
Sí, ¿sabes?, en Kyoto tenía una vida que se limitaba a ir al colegio e ir a casa; además, todos ahí me trataban como una molestia, como si algo en mí pudiera infectarlos o algo —explicó la joven mirándolo con una sonrisa extraña.
Son idiotas —se limitó a responder el español—; tienes muchas capacidades y cualidades, lástima que hayamos tenido que conocerte bajo éstas circunstancias.
Kazahaya le miró sorprendida, difícilmente Shura de Capricornio mostraba alguna emoción y, en ese momento, estaba siendo tierno con ella.
Gracias —musitó de forma casi inaudible.
Debo ir a atender estas heridas, no debemos agotarnos demasiado; aun así, debes practicar un poco más —dijo Shura caminando hacia la escalinata que le conduciría a las doce casos.
Shaka y Aioria observaron a su compañero dirigirse a la casa de Aries, donde seguro Mu le auxiliaría; sintiendo que la energía del “turista” se acercaba a la zona en la que ellos se encontraban.
¿Ya está cubierto el pasillo entre Tauro y Libra? —Preguntó Aioria a Shaka, quien asintió en silencio—; menos mal, sería fatal que la señorita Athena supiera de su existencia, fue hecho hace poco para agilizarnos la salida por las noches.
Ideas de Milo… —suspiró Shaka resignado—. Me pregunto, ¿por qué no desembocó eso en su propio templo?
Eso es fácil, Shaka; porque Libra está vacío, pero el templo de Milo está relativamente cerca —rió Aioria entretenido.
Bueno, yo tengo un portal en mi propio templo que lo conecta con Aries, todo gracias a Mu, eso hace más rápida mi salida que la de ustedes —respondió Shaka confiado.
¿No tenemos prohibida la teletransportación? —cuestionó Aioria desconcertado.
Prohibida, mas no cancelada; además, con la discreción de Mu y la mía es mejor.
¿Y, cómo se utiliza el dichoso portal?
Depende, si es para llegar a mi templo desde Aries o al revés. Si es de Aries a Virgo, debes internarte a la parte más oscura del templo de Mu y verás un círculo de mármol más oscuro en el piso, ahí es el portal. En mi templo se encuentra frente a la puerta del jardín.
Para usarlo, ¿necesito tener poderes como los tuyos o los de Mu, o cualquiera puede…?
Cualquiera Aioria, pero no debería estar contándote esto, espero que no digas nada, si Athena lo descubre, Mu y yo estaremos en serios problemas.
No diré nada Shaka, pero dile a Mu que lo sé, así podré llegar más rápido a Leo, cuando vaya al pueblo o sus alrededores, ¿quieres? —Pidió Aioria con sonrisa cómplice a Shaka, quien sólo asintió en silencio—. Debo volver a Leo, tengo que ver que Milo no esté borracho de nuevo, ya sabes que se embriaga y luego anda teniendo problemas con el testarudo de Saga.
Ve con cuidado, pues. Yo iré a platicar con Mu, quizás lo convenza de acompañarme a meditar en la tarde, y así Aries quedará libre para que puedas salir.
Gracias, Shaka; eres un gran amigo —festejó Aioria alejándose del lugar donde había estado platicando con Shaka.
Shaka permaneció ahí unos minutos más, hasta que Mu le llamó invitándolo a acompañarlo a su templo. Ambos caballeros dorados caminaron con rumbo a Aries, platicando sobre el dichoso portal entre sus templos y que Aioria sabía su existencia. Faetón anotó en su libreta lo dicho por los caballeros dorados, y continuó su camino entre las ruinas para fotografiar lo más que pudiera; parecía que la fortuna podía sonreírles más de lo que esperaban. Detuvo su paso al percibir una fuerte energía acercarse al santuario, una energía que no había percibido con anterioridad entre los caballeros y guerreras que se hallaban en el santuario de vacaciones, sin sospechar que la batalla con Helios, al que daban por dormido gracias a Circe, se les acercaba peligrosamente.
«Esa energía es muy poderosa, se asemeja a la de alguien que he visto por aquí, ¿quién es?», se preguntaba Faetón, tratando de ocultarse para poder ver al poseedor de tremenda energía.
¿Qué rayos haces tú aquí? —cuestionó con molestia el caballero de Aries, acompañado de Shaka de Virgo, quien sólo esbozó una ligera sonrisa.
¡Tranquilito, Mu! —exclamó el guerrero que se ocultaba entre las columnas.
¡Kanon! —Se escuchó la voz de Saga de Géminis acercándose al templo de Aries —, ¿qué demonios haces aquí?
Vine a verte, hermano. Necesito que me hagas un enorme favor, ¿podemos hablar en otro lugar que no sea frente a Mu y Shaka? —pidió el menor de los geminianos, saliendo de su escondite.
Camina —ordenó Saga adentrándose al templo de Aries, siendo seguido por su hermano. Shaka y Mu permanecieron inmóviles hasta que ambos guerreros desaparecieron del templo de Aries.

Saga ingresó a su templo, Mime se encontraba sentado frente a la entrada del templo, en compañía de Mina, quedando asombrados por la dura expresión de Saga al regresar, acompañado de su hermano gemelo.
Entra, Kanon —ordenó Saga, el menor de los gemelos ingresó al templo, y permaneció en silencio, al ver que su hermano no se encontraba solo, mirando a los dos guerreros que le miraban curiosos desde el suelo—, ella es Mina, guerrera de Venus; y él Mime, de Asgard.
Sé quién es él, y de ella ya me habías contado algo; no esperaba encontrarlos aquí. Como sea, mucho gusto Mina, es bueno conocerte al fin, y poder darte, en persona, mis condolencias por tu mal gusto —rio Kanon, mientras Mina le miraba sorprendida y Mime aguantaba la risa.
El gusto es mío, Kanon —respondió Mina con amplia sonrisa.
Déjate de idioteces, Kanon; ¿a qué viniste?, no es el mejor momento para que vengas a causar problemas —dijo Saga sentándose junto a la guerrera de Venus, sorprendiendo a su gemelo.
Resulta que no tengo dinero para seguir viajando, verás Saga; hay lugares geniales, pero no tuve cuidado, y perdí parte del dinero…
No puedo ayudarte con eso ahora —interrumpió Saga con molestia—, Kanon, estamos a punto de iniciar una guerra y tú vienes a pedirme dinero, eso es inaudito.
¿Guerra, otra vez? —cuestionó Kanon sorprendido.
Así es, Helios despertó; está en busca de su oportunidad de vengarse y quedarse con la Tierra para sí —respondió Saga.
Pero no hace mucho pelearon contra Afrodita, ¿no es así?
Sí, pero parece que esto está relacionado con Circe, también —dijo Saga.
Maldita bruja loca… —rió Kanon—; mira que andar despertando dioses para tus propósitos personales…
Mira quién lo dice —respondió Saga burlándose de su hermano, quien soltó a reírse—; como sea Kanon, no tengo las ganas de ir a pedirle dinero a la señorita Kido; además que ella no tiene ahorita el tiempo para recibirte para algo como esto.
Entiendo; pensé que tendríamos paz, después de la guerra contra Hades… y todo lo que sucedió ahí… —reflexionó Kanon.
Lo mejor será que busques un lugar donde quedarte, Kanon; quizás Sorrento pueda ayudarte, creo que tengo dinero guardado, al menos te servirá para buscarle en Austria —dijo Saga levantándose para ir en busca del dinero.
Déjalo, Saga; voy a quedarme aquí, y pelearé con ustedes; juré defender a Athena, ¿recuerdas?
Kanon… —interrumpió Saga, colocando su mano sobre el hombro de su hermano menor—; no tienes armadura, recuerda que cuando yo muera tú serás quien herede la armadura de Géminis.
No deberías hablar estas cosas frente a tu novia… —musitó Kanon, mirando a su hermano y la expresión de tristeza de Mina.
Somos guerreros, Kanon —intervino Mina levantándose—; es una realidad latente para todos nosotros, no es nuestro objetivo, pero es un riesgo al que nos enfrentamos. Debemos proteger la tierra y a la humanidad.
Mime está quedándose en mi templo, Kanon; porque aparentemente está en compañía de su novio, porque vinieron de vacaciones; como sea, te lo explicaré todo. Vamos al templo principal, a la señorita Saori le dará gusto saber que estás aquí —dijo Saga caminando junto a su hermano y Mina.
En el templo principal, Saori y Serena se encontraban charlando con Setsuna y Michiru, respecto de la guerra que se avecinaba; junto con Camus y Shura, planeaban lo que sería una posible estrategia prudente para enfrentar a Helios y lo que fuera que estuviera planeando hacer.
Lo ideal es obligarlos a venir aquí —dijo Shura reflexionando la situación—; es más factible ganar la batalla en nuestro propio terreno que en el del enemigo.
Debe ser lo que tiene planeado, por eso pretenden hacer planos del santuario —respondió Setsuna—; a menos que pretendan usar esa información en pasar desapercibidos y llegar directamente aquí para obligarnos a ir a su territorio.
Es una probabilidad, también —intervino Michiru—; pese a tener información falsa sobre el santuario, pueden estar planeando llegar y llevárselas de alguna forma.
Después de todo ya tienen guerreros aquí, quienes se supone están aguardando órdenes —dijo Camus.
La ventaja está en que Phenrill y Mime están de nuestro lado, y Pirois está encerrado en el salón del silencio —concluyó Setsuna mientras Shura asentía en silencio.
Pirois no es un enemigo, él está buscando detener esta guerra también, quiere tener una vida normal, lo mismo que nosotras deseamos para todos ustedes —intervino Serena, sorprendiendo a Michiru y Setsuna.
Princesa… —murmuró Michiru, mirando cómo los ojos de su princesa se llenaban de lágrimas y Saori asentía con la misma actitud.
Serena tiene razón…
Señorita Athena, no podemos confiarnos tan fácilmente —suplicó Camus—; estamos en medio de una guerra que debe terminar, sí; pero nosotros peleamos por la justicia, estamos conscientes de los riesgos que significa defenderles, pero vamos a luchar con todo, como siempre.
Si nos rendimos ahora, ¿qué pasará con los sacrificios que hemos hecho ya? —Cuestionó Michiru con lágrimas rodando en sus mejillas—; por favor, princesa, dígame.
Michiru… —musitó Serena mirando a su amiga.
Es cierto que todos hemos sacrificado mucho, pero eso no nos ha hecho salir huyendo, ¿o sí? —Continuó Michiru esbozando una ligera sonrisa—; estamos aquí, por ustedes, y por la paz y la justicia.
Deberemos ser fuertes, todos —intervino Serena acercándose a Michiru—; lucharemos con todo lo que tenemos por mantener la paz y la justicia en la Tierra.
Así será, princesa —dijo Michiru sonriendo ampliamente—; por ustedes, por la paz y la justicia; por nuestros amigos, que han perecido en batallas pasadas; y por el futuro y nosotros, también.
Alguien viene… —musitó Shura.
Es Saga, viene con Mina… —respondió Saori mirando hacia la puerta del salón.
Viene con alguien más…
Sí… —reflexionó Saori tratando de identificar aquella energía que se le hacía conocida—; es…
Kanon, el hermano de Saga —intervino Camus dándose cuenta de la expresión interrogante de las guerreras de Selene—; Saga de Géminis tiene un hermano gemelo: Kanon.
Ya veo… —dijo Setsuna mirando a Michiru, quien asintió en silencio—; es aliado, ¿cierto?
Por supuesto —respondió Saori sonriente.
Camus se acercó a la puerta del salón para abrirla y dejarles pasar cuando llegasen; Saga se detuvo de golpe al sentir la energía del acuariano, al verlo en el umbral sonrió ligeramente y continuó su camino hacia el salón del patriarca, donde se encontraban Athena y Selene.
Señorita Athena —saludó Kanon haciendo una reverencia—; señorita Selene.
Kanon… —murmuró Saori sonriente—; me da mucho gusto verte.
Han sido algunos meses, señorita.
Mi hermano me ha contado la situación del santuario y la alianza.
Es delicado… —intervino Serena con triste sonrisa—; aunque es un gusto conocer al hermano menor de Saga.
Kanon la miró sorprendido, la energía de aquella muchacha era, sin lugar a dudas, la de una diosa, hizo una reverencia.
El gusto es totalmente mío, señorita Selene —dijo Kanon.
Supongo que a Mina ya la conoces —dijo Serena sonriente—; ellas son Michiru, guerrera de Neptuno; y Setsuna, guerrera de Plutón.
Un gusto, guerreras.
El gusto es nuestro —respondió Setsuna con sombría sonrisa.
Vine a saludarlas, y a pedirles que me dejen participar en esta guerra —dijo con determinación el menor de los geminianos, ante la sorpresa de ambas diosas y su hermano.
Kanon… —musitó Saga sorprendido.
Sabes que necesitaremos toda la ayuda que sea posible, ¿no es así, Kanon? —intervino Saori con triste sonrisa.
Sí, señorita Athena; por eso vine hasta aquí.
¿Estás seguro, Kanon? —cuestionó Saori mirándolo fijamente.
Lo estoy.
Bienvenido seas entonces, Kanon de Géminis.
Gracias, señorita Athena.
Pero, Athena; Kanon no posee armadura… —intervino Saga.
No me es tan necesaria, hermano.
Kanon permanecerá aquí, con nosotras —explicó Saori, ante la sorpresa de los presentes—; él será quien no deberá abandonar este templo, pase lo que pase.
Así será, señorita Athena.
Saga, hace un momento estábamos hablando de la estrategia que deberíamos seguir para enfrentar al dios sol —dijo Saori mirando a su guerrero—; es bueno que tú y Mina ya estén aquí, como líderes de esta alianza.
Así es, estábamos comentando que lo más adecuado sería hacer una redistribución de guerreros en los templos, algo sorpresivo; que ellos no esperaran y que nos sirviera para desestabilizar al enemigo —explicó Shura a sus compañeros.
No entiendo —dijo Saga confundido—; ¿una redistribución?
Sí —intervino Camus—; ellos saben el orden en que cuidamos del santuario; sin embargo, si nos acomodásemos de manera que tuvieran que enfrentarse contigo al final, por ejemplo, no sería algo esperado por ellos.
Entiendo… —reflexionó el geminiano—. Pero, debemos tomar en cuenta que Shaka no abandonará Virgo, y Aphrodite no puede abandonar Piscis; además, en el caso del Templo de Cáncer, nadie va a querer ocuparlo, si incluso estoy dudando que alguna guerrera quisiera combatir al lado de Deathmask por la peste que invade ese templo.
Yo me ocuparé de luchar en el templo de Cáncer, con o sin Deathmask ahí —intervino Setsuna con firmeza.
Es necesario que planeemos bien nuestra estrategia; aunque también estábamos considerando que el enemigo está realizando planos del santuario para conocer caminos rápidos a éste templo y así poder llevarse a ambas diosas; de ser así, nos obligarían a luchar en su terreno —explicó Michiru con seriedad.
Eso es imposible, nadie puede entrar a éste templo sin pasar por las doce casas; sin embargo, lo mejor será que Athena y Selene se resguarden en la parte más profunda del templo —indicó Saga, siendo secundado por Camus y Michiru.
Debemos planearlo con cuidado, y debemos considerar que Libra está vacío…
Lo mejor será reunirnos algunos para planear esto con cuidado; y una vez que esté decidido, y sea conocido y entendido por todos, habrá que ver la manera de hacerles venir aquí —dijo Mina con determinación.
Los guerreros asintieron en silencio, mientras ambas diosas les miraban con preocupación y tristeza. Sentían la fuerza y determinación en la energía de sus guerreros, sabían que lucharían dándolo todo por protegerlas.

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