En la explanada del
santuario, Kazahaya entrenaba duramente con Shura de Capricornio, obligándola a
ser más rápida en su defensa y ataque; eran vigilados y cuidados de lejos por
Aioria y Shaka, y por Deathsmask, quien desde su templo cuidaba el ir y venir
del “fotógrafo”.
— ¡Vamos niña, necesitas ser más rápida! —exigió
Shura mirando cómo parte de su último ataque alcanzaba a herir a la guerrera de
Urano.
—Lo sé —se quejó la joven guerrera levantándose una
vez más—; ésta vez no fallaré.
—De acuerdo… —dijo Shura preparándose para atacar—
¡Excálibur!
Sailor Uranus saltó a un lado y observó pasar el
ataque del guerrero de Capricornio y lanzó su ataque, invocando a la vez a la
espada de Urano, por si debía atacar de cerca.
— ¡Tierra, tiembla! —el ataque de Uranus impactó de
lleno en el pecho del caballero dorado, desplazándolo varios metros hacia
atrás, hasta detenerse al colocar una rodilla sobre el suelo.
De pronto vio la espada de Urano dirigirse
peligrosamente a él, sólo pudo mover su rostro a un lado y recibir el impacto
sobre uno de sus hombros. Shaka y Aioria observaban cuidadosamente la escena,
mientras Deathmask sonreía satisfecho.
—Bien… —musitó Shura cerrando los ojos y siendo
expulsado algunos metros.
— ¡Shura! —gritó Kazahaya angustiada
destransformándose, al ver al caballero dorado caer herido.
—Estoy bien, niña; en el
campo de batalla no debes tener piedad, un acto como éste puede costarte la
vida, y la pérdida de cualquiera de nosotros en estos momentos significa la
posibilidad de dejar ganar al dios Helios y que la humanidad desaparezca —dijo
el caballero dorado poniéndose de pie y sacudiendo la arena que le había
ensuciado—; sin lugar a dudas has mejorado mucho en tan corto tiempo, hemos
sido duros contigo.
—Estoy bien —dijo
sonriente la joven guerrera—; esto ha sido cansado, sí; pero ha sido muy
divertido.
— ¿Divertido? —cuestionó el
caballero dorado mirándola con desconcierto.
—Sí, ¿sabes?, en Kyoto
tenía una vida que se limitaba a ir al colegio e ir a casa; además, todos ahí
me trataban como una molestia, como si algo en mí pudiera infectarlos o algo
—explicó la joven mirándolo con una sonrisa extraña.
—Son idiotas —se limitó a
responder el español—; tienes muchas capacidades y cualidades, lástima que
hayamos tenido que conocerte bajo éstas circunstancias.
Kazahaya le miró
sorprendida, difícilmente Shura de Capricornio mostraba alguna emoción y, en
ese momento, estaba siendo tierno con ella.
—Gracias —musitó de forma
casi inaudible.
—Debo ir a atender estas
heridas, no debemos agotarnos demasiado; aun así, debes practicar un poco más
—dijo Shura caminando hacia la escalinata que le conduciría a las doce casos.
Shaka y Aioria observaron
a su compañero dirigirse a la casa de Aries, donde seguro Mu le auxiliaría;
sintiendo que la energía del “turista” se acercaba a la zona en la que ellos se
encontraban.
— ¿Ya está cubierto el
pasillo entre Tauro y Libra? —Preguntó Aioria a Shaka, quien asintió en
silencio—; menos mal, sería fatal que la señorita Athena supiera de su
existencia, fue hecho hace poco para agilizarnos la salida por las noches.
—Ideas de Milo… —suspiró
Shaka resignado—. Me pregunto, ¿por qué no desembocó eso en su propio templo?
—Eso es fácil, Shaka;
porque Libra está vacío, pero el templo de Milo está relativamente cerca —rió
Aioria entretenido.
—Bueno, yo tengo un portal
en mi propio templo que lo conecta con Aries, todo gracias a Mu, eso hace más
rápida mi salida que la de ustedes —respondió Shaka confiado.
— ¿No tenemos prohibida la
teletransportación? —cuestionó Aioria desconcertado.
—Prohibida, mas no
cancelada; además, con la discreción de Mu y la mía es mejor.
— ¿Y, cómo se utiliza el
dichoso portal?
—Depende, si es para
llegar a mi templo desde Aries o al revés. Si es de Aries a Virgo, debes
internarte a la parte más oscura del templo de Mu y verás un círculo de mármol
más oscuro en el piso, ahí es el portal. En mi templo se encuentra frente a la
puerta del jardín.
—Para usarlo, ¿necesito
tener poderes como los tuyos o los de Mu, o cualquiera puede…?
—Cualquiera Aioria, pero
no debería estar contándote esto, espero que no digas nada, si Athena lo
descubre, Mu y yo estaremos en serios problemas.
—No diré nada Shaka, pero
dile a Mu que lo sé, así podré llegar más rápido a Leo, cuando vaya al pueblo o
sus alrededores, ¿quieres? —Pidió Aioria con sonrisa cómplice a Shaka, quien
sólo asintió en silencio—. Debo volver a Leo, tengo que ver que Milo no esté borracho
de nuevo, ya sabes que se embriaga y luego anda teniendo problemas con el
testarudo de Saga.
—Ve con cuidado, pues. Yo
iré a platicar con Mu, quizás lo convenza de acompañarme a meditar en la tarde,
y así Aries quedará libre para que puedas salir.
—Gracias, Shaka; eres un
gran amigo —festejó Aioria alejándose del lugar donde había estado platicando
con Shaka.
Shaka permaneció ahí unos
minutos más, hasta que Mu le llamó invitándolo a acompañarlo a su templo. Ambos
caballeros dorados caminaron con rumbo a Aries, platicando sobre el dichoso
portal entre sus templos y que Aioria sabía su existencia. Faetón anotó en su
libreta lo dicho por los caballeros dorados, y continuó su camino entre las
ruinas para fotografiar lo más que pudiera; parecía que la fortuna podía
sonreírles más de lo que esperaban. Detuvo su paso al percibir una fuerte
energía acercarse al santuario, una energía que no había percibido con
anterioridad entre los caballeros y guerreras que se hallaban en el santuario
de vacaciones, sin sospechar que la batalla con Helios, al que daban por
dormido gracias a Circe, se les acercaba peligrosamente.
«Esa energía es muy poderosa, se asemeja a la
de alguien que he visto por aquí, ¿quién es?», se preguntaba Faetón, tratando de ocultarse
para poder ver al poseedor de tremenda energía.
— ¿Qué rayos haces tú aquí?
—cuestionó con molestia el caballero de Aries, acompañado de Shaka de Virgo,
quien sólo esbozó una ligera sonrisa.
— ¡Tranquilito, Mu!
—exclamó el guerrero que se ocultaba entre las columnas.
— ¡Kanon! —Se escuchó la
voz de Saga de Géminis acercándose al templo de Aries —, ¿qué demonios haces
aquí?
—Vine a verte, hermano.
Necesito que me hagas un enorme favor, ¿podemos hablar en otro lugar que no sea
frente a Mu y Shaka? —pidió el menor de los geminianos, saliendo de su
escondite.
—Camina —ordenó Saga
adentrándose al templo de Aries, siendo seguido por su hermano. Shaka y Mu
permanecieron inmóviles hasta que ambos guerreros desaparecieron del templo de
Aries.
Saga ingresó a su templo,
Mime se encontraba sentado frente a la entrada del templo, en compañía de Mina,
quedando asombrados por la dura expresión de Saga al regresar, acompañado de su
hermano gemelo.
—Entra, Kanon —ordenó
Saga, el menor de los gemelos ingresó al templo, y permaneció en silencio, al
ver que su hermano no se encontraba solo, mirando a los dos guerreros que le
miraban curiosos desde el suelo—, ella es Mina, guerrera de Venus; y él Mime,
de Asgard.
—Sé quién es él, y de ella
ya me habías contado algo; no esperaba encontrarlos aquí. Como sea, mucho gusto
Mina, es bueno conocerte al fin, y poder darte, en persona, mis condolencias
por tu mal gusto —rio Kanon, mientras Mina le miraba sorprendida y Mime
aguantaba la risa.
—El gusto es mío, Kanon
—respondió Mina con amplia sonrisa.
—Déjate de idioteces,
Kanon; ¿a qué viniste?, no es el mejor momento para que vengas a causar
problemas —dijo Saga sentándose junto a la guerrera de Venus, sorprendiendo a
su gemelo.
—Resulta que no tengo
dinero para seguir viajando, verás Saga; hay lugares geniales, pero no tuve
cuidado, y perdí parte del dinero…
—No puedo ayudarte con eso
ahora —interrumpió Saga con molestia—, Kanon, estamos a punto de iniciar una
guerra y tú vienes a pedirme dinero, eso es inaudito.
— ¿Guerra, otra vez?
—cuestionó Kanon sorprendido.
—Así es, Helios despertó;
está en busca de su oportunidad de vengarse y quedarse con la Tierra para sí
—respondió Saga.
—Pero no hace mucho
pelearon contra Afrodita, ¿no es así?
—Sí, pero parece que esto
está relacionado con Circe, también —dijo Saga.
—Maldita bruja loca… —rió
Kanon—; mira que andar despertando dioses para tus propósitos personales…
—Mira quién lo dice
—respondió Saga burlándose de su hermano, quien soltó a reírse—; como sea
Kanon, no tengo las ganas de ir a pedirle dinero a la señorita Kido; además que
ella no tiene ahorita el tiempo para recibirte para algo como esto.
—Entiendo; pensé que
tendríamos paz, después de la guerra contra Hades… y todo lo que sucedió ahí…
—reflexionó Kanon.
—Lo mejor será que busques
un lugar donde quedarte, Kanon; quizás Sorrento pueda ayudarte, creo que tengo
dinero guardado, al menos te servirá para buscarle en Austria —dijo Saga
levantándose para ir en busca del dinero.
—Déjalo, Saga; voy a
quedarme aquí, y pelearé con ustedes; juré defender a Athena, ¿recuerdas?
—Kanon… —interrumpió Saga,
colocando su mano sobre el hombro de su hermano menor—; no tienes armadura,
recuerda que cuando yo muera tú serás quien herede la armadura de Géminis.
—No deberías hablar estas
cosas frente a tu novia… —musitó Kanon, mirando a su hermano y la expresión de
tristeza de Mina.
—Somos guerreros, Kanon
—intervino Mina levantándose—; es una realidad latente para todos nosotros, no
es nuestro objetivo, pero es un riesgo al que nos enfrentamos. Debemos proteger
la tierra y a la humanidad.
—Mime está quedándose en
mi templo, Kanon; porque aparentemente está en compañía de su novio, porque
vinieron de vacaciones; como sea, te lo explicaré todo. Vamos al templo
principal, a la señorita Saori le dará gusto saber que estás aquí —dijo Saga
caminando junto a su hermano y Mina.
En el templo principal,
Saori y Serena se encontraban charlando con Setsuna y Michiru, respecto de la
guerra que se avecinaba; junto con Camus y Shura, planeaban lo que sería una
posible estrategia prudente para enfrentar a Helios y lo que fuera que
estuviera planeando hacer.
—Lo ideal es obligarlos a
venir aquí —dijo Shura reflexionando la situación—; es más factible ganar la
batalla en nuestro propio terreno que en el del enemigo.
—Debe ser lo que tiene planeado,
por eso pretenden hacer planos del santuario —respondió Setsuna—; a menos que
pretendan usar esa información en pasar desapercibidos y llegar directamente
aquí para obligarnos a ir a su territorio.
—Es una probabilidad,
también —intervino Michiru—; pese a tener información falsa sobre el santuario,
pueden estar planeando llegar y llevárselas de alguna forma.
—Después de todo ya tienen
guerreros aquí, quienes se supone están aguardando órdenes —dijo Camus.
—La ventaja está en que
Phenrill y Mime están de nuestro lado, y Pirois está encerrado en el salón del
silencio —concluyó Setsuna mientras Shura asentía en silencio.
—Pirois no es un enemigo,
él está buscando detener esta guerra también, quiere tener una vida normal, lo
mismo que nosotras deseamos para todos ustedes —intervino Serena, sorprendiendo
a Michiru y Setsuna.
—Princesa… —murmuró
Michiru, mirando cómo los ojos de su princesa se llenaban de lágrimas y Saori
asentía con la misma actitud.
—Serena tiene razón…
—Señorita Athena, no
podemos confiarnos tan fácilmente —suplicó Camus—; estamos en medio de una
guerra que debe terminar, sí; pero nosotros peleamos por la justicia, estamos
conscientes de los riesgos que significa defenderles, pero vamos a luchar con
todo, como siempre.
—Si nos rendimos ahora,
¿qué pasará con los sacrificios que hemos hecho ya? —Cuestionó Michiru con
lágrimas rodando en sus mejillas—; por favor, princesa, dígame.
—Michiru… —musitó Serena
mirando a su amiga.
—Es cierto que todos hemos
sacrificado mucho, pero eso no nos ha hecho salir huyendo, ¿o sí? —Continuó
Michiru esbozando una ligera sonrisa—; estamos aquí, por ustedes, y por la paz
y la justicia.
—Deberemos ser fuertes,
todos —intervino Serena acercándose a Michiru—; lucharemos con todo lo que
tenemos por mantener la paz y la justicia en la Tierra.
—Así será, princesa —dijo
Michiru sonriendo ampliamente—; por ustedes, por la paz y la justicia; por
nuestros amigos, que han perecido en batallas pasadas; y por el futuro y
nosotros, también.
—Alguien viene… —musitó
Shura.
—Es Saga, viene con Mina…
—respondió Saori mirando hacia la puerta del salón.
—Viene con alguien más…
—Sí… —reflexionó Saori
tratando de identificar aquella energía que se le hacía conocida—; es…
—Kanon, el hermano de Saga
—intervino Camus dándose cuenta de la expresión interrogante de las guerreras
de Selene—; Saga de Géminis tiene un hermano gemelo: Kanon.
—Ya veo… —dijo Setsuna
mirando a Michiru, quien asintió en silencio—; es aliado, ¿cierto?
—Por supuesto —respondió
Saori sonriente.
Camus se acercó a la puerta
del salón para abrirla y dejarles pasar cuando llegasen; Saga se detuvo de
golpe al sentir la energía del acuariano, al verlo en el umbral sonrió
ligeramente y continuó su camino hacia el salón del patriarca, donde se
encontraban Athena y Selene.
—Señorita Athena —saludó
Kanon haciendo una reverencia—; señorita Selene.
—Kanon… —murmuró Saori
sonriente—; me da mucho gusto verte.
—Han sido algunos meses,
señorita.
—Mi hermano me ha contado
la situación del santuario y la alianza.
—Es delicado… —intervino
Serena con triste sonrisa—; aunque es un gusto conocer al hermano menor de
Saga.
Kanon la miró
sorprendido, la energía de aquella muchacha era, sin lugar a dudas, la de una
diosa, hizo una reverencia.
—El gusto es totalmente
mío, señorita Selene —dijo Kanon.
—Supongo que a Mina ya la
conoces —dijo Serena sonriente—; ellas son Michiru, guerrera de Neptuno; y
Setsuna, guerrera de Plutón.
—Un gusto, guerreras.
—El gusto es nuestro
—respondió Setsuna con sombría sonrisa.
—Vine a saludarlas, y a
pedirles que me dejen participar en esta guerra —dijo con determinación el
menor de los geminianos, ante la sorpresa de ambas diosas y su hermano.
—Kanon… —musitó Saga
sorprendido.
—Sabes que necesitaremos
toda la ayuda que sea posible, ¿no es así, Kanon? —intervino Saori con triste
sonrisa.
—Sí, señorita Athena; por
eso vine hasta aquí.
— ¿Estás seguro, Kanon?
—cuestionó Saori mirándolo fijamente.
—Lo estoy.
—Bienvenido seas entonces,
Kanon de Géminis.
—Gracias, señorita Athena.
—Pero, Athena; Kanon no
posee armadura… —intervino Saga.
—No me es tan necesaria,
hermano.
—Kanon permanecerá aquí,
con nosotras —explicó Saori, ante la sorpresa de los presentes—; él será quien
no deberá abandonar este templo, pase lo que pase.
—Así será, señorita
Athena.
—Saga, hace un momento estábamos
hablando de la estrategia que deberíamos seguir para enfrentar al dios sol
—dijo Saori mirando a su guerrero—; es bueno que tú y Mina ya estén aquí, como
líderes de esta alianza.
—Así es, estábamos
comentando que lo más adecuado sería hacer una redistribución de guerreros en
los templos, algo sorpresivo; que ellos no esperaran y que nos sirviera para
desestabilizar al enemigo —explicó Shura a sus compañeros.
—No entiendo —dijo Saga
confundido—; ¿una redistribución?
—Sí —intervino Camus—;
ellos saben el orden en que cuidamos del santuario; sin embargo, si nos
acomodásemos de manera que tuvieran que enfrentarse contigo al final, por
ejemplo, no sería algo esperado por ellos.
—Entiendo… —reflexionó el
geminiano—. Pero, debemos tomar en cuenta que Shaka no abandonará Virgo, y
Aphrodite no puede abandonar Piscis; además, en el caso del Templo de Cáncer,
nadie va a querer ocuparlo, si incluso estoy dudando que alguna guerrera
quisiera combatir al lado de Deathmask por la peste que invade ese templo.
—Yo me ocuparé de luchar
en el templo de Cáncer, con o sin Deathmask ahí —intervino Setsuna con firmeza.
—Es necesario que
planeemos bien nuestra estrategia; aunque también estábamos considerando que el
enemigo está realizando planos del santuario para conocer caminos rápidos a
éste templo y así poder llevarse a ambas diosas; de ser así, nos obligarían a
luchar en su terreno —explicó Michiru con seriedad.
—Eso es imposible, nadie
puede entrar a éste templo sin pasar por las doce casas; sin embargo, lo mejor
será que Athena y Selene se resguarden en la parte más profunda del templo
—indicó Saga, siendo secundado por Camus y Michiru.
—Debemos planearlo con
cuidado, y debemos considerar que Libra está vacío…
—Lo mejor será reunirnos
algunos para planear esto con cuidado; y una vez que esté decidido, y sea
conocido y entendido por todos, habrá que ver la manera de hacerles venir aquí
—dijo Mina con determinación.
Los guerreros asintieron
en silencio, mientras ambas diosas les miraban con preocupación y tristeza.
Sentían la fuerza y determinación en la energía de sus guerreros, sabían que
lucharían dándolo todo por protegerlas.
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