15 dic 2009

Malas decisiones = Malos resultados.

No sé en qué momento comenzó todo, si fue después de haber terminado mi relación con Deathmask y por despecho me acosté con Shion en la última de sus fiestas esperando que él me viera y quizás se molestara, o quizás fue el tremendo palmo de narices que me dí al ver a Deathmask entretenido viéndome revolcarme con Shion mientras él manoseaba a Misty, para después irse al templo de Cáncer… juntos.

Ahora mismo no termino de entender el porqué estoy dejándome llevar por el fuego que está consumiéndome cada vez que él me mira… ni siquiera es como que las cosas iniciaron bien desde que llegué a la mansión Kido, ¡Cierto! Desde verme fue grosero conmigo y yo me sentía fatal por todo el asunto de ese cangrejo maldito, desde tener que cruzarse conmigo en la estancia fue malencarado e insultante… ‘Odio a los maricas’  como me da risa recordarlo y pensar que es cierto el dicho que dice “más rápido cae un hablador que un cojo”.

Pero evitaré adelantarme ahora, porque quiero contarles todo, todo lo que ha sucedido conmigo desde que cometí el error de creer que Deathmask me amaba y que verme con Shion teniendo sexo le haría recapacitar y volver a mis brazos.

Malas decisiones = Malos resultados.

Todo comenzó ese mismo día…

-Te lo he dicho ya dos veces Afrodita, no quiero estar contigo más, he encontrado alguien más excitante y que no me exige tanto como tú- me dijo aquel infeliz Deathmask dos horas antes de tener que estar en el templo principal para la fiesta que Shion daría en honor del cumpleaños de su inseparable amigo Dohko.

No tengo ni que decir que su sentencia me partía el alma, y por supuesto, yo no iba a darle el privilegio de verme desmoronarme ahí, frente a sus indignos ojos, ya había sacrificado mucho por lograr estar a su lado, aguanté gritos, insultos, burlas, tanto de él como de el resto de nuestros compañeros de batallas, muchos intentando tenerme en sus camas, claro está, pero yo no quería seguir dándole “vuelo a la hilacha”, estaba harto de ser una piruja para todos, de no valer nada para alguien… de sentirme solo incluso acompañado.

No podía faltar a la fiestecita ¿verdad? Si lo hacía todos sabrían que era porque había sido bateado y estaba hecho añicos, no les daría el gusto de reírse y de buscarme en mi templo para que me acostara con alguno. Así que subí, miré todo a mi alrededor, sí que Shion sabe como despilfarrar recursos cuando de sus fiestas se trata, había vinos finos, licores, canapés y bocadillos finos, y todo para que la fiesta terminara en un espectáculo absurdo, si… como todas. Caminé entre la gente intentando charlar con alguien de confianza y poder desahogarme, sólo podía confiar en alguien como Mu, él sabría escucharme y después tranquilizarme… por fin lo vi, estaba charlando con Saga, se veían tan bien charlando, parecían contentos que no me atrevía a interrumpirlos. Me refugié en lo más estúpido que pude encontrar: el alcohol.

Sobre todo al verle entrar junto con Misty… ¿Misty? ¡Sí! Estaba entrando al lado de aquel caballerango de plata que más bien parecía una lagartija de agua puerca comparado conmigo. No iba a hacer toda una escena, lo mejor era ignorarles por lo que seguí bebiendo, quizás ahogando mi pena en alcohol dejaría de dolerme, de afectarme. Lo peor no fue alcoholizarme muy rápido, no, lo peor fue que Shion notó lo que sucedía y no iba a dejar pasar la magnífica oportunidad que se le presentaba, según él claro: “devolverme a mi misión original”.

-Afrodita, ¿Acaso tú y Deathmask ya no están juntos?- preguntó el pervertido Shion mientras yo me bebía de un solo trago la bebida que tenía en la mano.

Obvio, no recibió respuesta, al menos no una audible, tuvo con verme beber de esa manera para obtener su respuesta, por lo que me sugirió lo que yo consideré “cavar mi propia tumba”: -Quizás si tenemos sexo aquí frente a sus ojos él se enoja y te demostrará que en verdad te ama-

¡Me sonaba lógico! Lo que no me detuve a analizar era que tenía mucho alcohol en la sangre y ya no estaba analizando nada que se me presentaba, se me hizo fácil, por lo que me despojé de mis prendas ahí mismo ante los ojos de todos, Shion besó todo mi cuerpo, me bañó con vino y lo sorbió de mi piel en varias ocasiones, me masturbó con fuerza, manipuló mis testículos, me mordisqueó y lamió todo lo que quiso, me embistió como pocas veces me lo habían hecho, a tal grado que me lastimó hasta hacerme sangrar.

No recuerdo más nada, después de ver mi sangre recorrer mis piernas me desconecté, no sé qué más sucedió, Mu dijo que Shion continuó jugando con mi cuerpo, y que vio a Deathmask entrar a su templo con Misty… él y Saga me llevaron de regreso a mi templo, porque Mu le pidió al geminiano que detuviera a Shion, y aunque no soy el santo de la devoción de Saga no iba a negarle a Mu la petición porque lo quería de amante.

Lloré todo ese día, maldije a Deathmask y Shion en varias ocasiones, supongo que lloré tanto que me quedé dormido durante horas, Mu estuvo conmigo hasta verme más estable, tenía que salir del santuario, irme de vacaciones, yo qué sé, sólo estar lejos de Deathmask para evitar hacer estupideces por “despecho”.

-Me iré a Tokio- le dije a Mu convencido, el sólo me miró sorprendido por la repentina resolución, pero entendía lo que pasaba conmigo.

-Está bien, ahí te distraerás con las niñerías de Seiya, o visitando museos y bibliotecas con Shiryu, seguro Saori te llevará de tiendas, será bueno para que te distraigas y olvides lo que ha pasado aquí- dijo Mu animándome a seguir con mi plan.

-¡Está decidido!- dije finalmente levantándome de la cama para guardar algunas cosas en mi maleta, alguna ropa y enseres personales que no podía olvidar, como mis cremas y aceites aromáticos.

Mu me ayudó a guardar mis cosas y a hacer algunos planes para mi viaje, me ayudó a comprar el boleto de avión para irme, incluso llamó a Saori para comentarle que iría a visitarla porque tenía depresión y necesitaba animarme y en el santuario no lo lograría porque Shion me molestaba demasiado, Saori sabía de algunas de las usuales prácticas de Shion en su ausencia, pero evitaba decir algo para evitar conflictos, sobre todo porque ella no podía estar siempre pendiente del santuario, tenía muchos asuntos que arreglar en Tokio.

Por la mañana Saga y Mu me acompañaron al aeropuerto, tenía que tomar mi vuelo muy temprano, a las seis de la mañana, sobre todo para evitar tonterías de Shion o Dohko. Abordé el avión con algunas esperanzas resguardadas en mi interior, no voy a mentir, me sentía muerto en vida, amaba a Deathmask y creí que sería el único en mi vida, y fui tan tonto que creí que yo significaba lo mismo para él.

Dormí gran parte del vuelo, lo mejor era intentar no pensar en lo sucedido, ni en Deathmask, ni en mi miserable realidad. Llegué a Tokio y ahí estaban Saori y Shiryu esperándome, me sentí tranquilo de verles, aunque no había convivido mucho con los caballeros de bronce y con Saori creía que era una fantástica oportunidad para comenzar a hacerlo.

-Bienvenido a Tokio- dijo Shiryu con amplia sonrisa, que por supuesto correspondí.

-Espero te sientas como en casa Afrodita, sé que no estás pasando por buenos momentos pero ánimo que no estás solo- aquellas sencillas palabras de Saori lograron empañar mis ojos, quería llorar de verdad pero no podía hacerlo, al notarlo ella me abrazó con fuerza murmurando que me tranquilizara y que todo estaría bien, de verdad quería creérselo.

Subimos a la enorme camioneta negra en la que Hyoga nos esperaba, al igual que Shiryu y Saori me recibió con amabilidad y con una cálida sonrisa, al menos el ambiente con ellos se sentía cálido y amigable, no quería llegar y sentirme un total extraño, y por ello ser ignorado. Observe a través de la ventanilla las transitadas calles, sí que Tokio había cambiado un poco desde la última vez que habíamos visitado a Saori.

Llegamos a la mansión y Seiya esperaba con botana en la sala, junto con Shun, charlaban amenamente esperándonos, tan metidos estaban en su conversación que no notaron nuestra llegada y al verme entrar a la sala me recibieron con palmadas en la espalde y amplias sonrisas, me senté con ellos a charlar sobre algunos pormenores del santuario, ellos me contaron sobre sus últimas vacaciones a Sapporo y todo el marimo que Seiya compró. Estaba distrayéndome completamente de mis problemas emocionales cuando él entró por la puerta principal, saludó fríamente a sus compañeros y hermano y a mí me observó como si fuera un ser despreciable, su mirada era cargada entre odio y asco… me sentí fatal, a tal grado que me levanté disculpándome con el resto de los muchachos para ir  con Tatsumi a lo que sería, durante mi estancia, mi habitación en la mansión Kido.

Guardé mis cosas con toda la lentitud posible, después me recosté sobre la mullida cama, tenía que evitar sentirme así, probablemente Ikki sabía la historia completa y no podía causarle otra cosa más que repulsión, cerré mis ojos con fuerza intentando evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos, pero no lo conseguí, fluyeron con libertad rodando a través de mi rostro, por más que las secaba con mayor fuerza fluían. Intenté ahogar el llanto con una de las almohadas para evitar ser escuchado por alguien cuando escuché que alguien llamaba a la puerta, tenía que tranquilizarme rápido, quizás Seiya o algún otro había notado que me fui por Ikki, porque me había hecho sentir mal con su actitud. Me levanté y corrí al baño a mojar mi cabeza para fingir haberme lavado el cabello, abrí la puerta y ahí estaba Ikki con expresión de fastidio, me miró de pies a cabeza y me dijo:

-Bienvenido a la mansión, espero tu estancia sea…- se detuvo pensando qué más decirme –buena, sí, buena-

-Gracias- respondí secamente, no iba a permitirle hacerme sentir peor.

-No es personal contigo, pero odio a los maricas- dijo finalmente logrando arrancarme una sonora carcajada quedándose estupefacto por mi reacción.

-Entiendo, gracias- respondí en tono irónico, cielos ¿Acaso era una especie de disculpa por su majadero comportamiento?

-Bueno, te dejo para que termines de guardar tus cosas o de untarte aceites, lo que prefieras- me dijo comenzando a caminar a través del pasillo, le miré hasta que llegó a las escaleras y comenzó a descenderlas, entré a mi habitación y cerré nuevamente la puerta, deambulé unos minutos en mi alcoba hasta cansarme y sentarme sobre la cama, ese Ikki sí que sabía ser hiriente con algunos comentarios, pero tenía que aprender a ignorarlo y dejarlos pasar ya que, según él ‘no era personal’.

Ese día no bajé a cenar, asumo que todos entendieron que mi estado emocional estaba deteriorado y estaba cansado por el viaje, dormí como no lo había hecho en los últimos dos días, quizás tres. Me di cuenta que había amanecido porque comencé a escuchar el ajetreo matutino, sí que había movimiento en la mansión, tenía flojera de levantarme pero tenía que hacerlo, sería una total descortesía no hacerlo, eran a penas las 8 de la mañana, me bañé con rapidez y bajé al comedor, sólo se encontraban Shun y Saori sentados tomando café.

-Ven Afrodita, siéntate a tomar café con nosotros- me invitó Saori con amabilidad y gran sonrisa, acepté la invitación con un gesto y procedí a sentarme con ellos.

-En un rato más servirán el desayuno- me dijo Shun con un guiño y amplia sonrisa, por lo que asentí sonriendo.

-Espero que tengas una buena estancia en la mansión Afrodita- dijo Saori mirándome con una especie de… ¿Ternura? Supongo que sí.

-Gracias señorita Kido- respondí sonriendo, me sentía cómodo con ellos.

Poco a poco fueron bajando los demás para sentarse y esperar a que sirvieran el desayuno, Ikki me ignoró completamente, evitó mirarme o pedirme algo, de cierta manera me hacía sentir tranquilo ya que así yo también podría ignorarlo por completo y no tendría por qué sentirme mal.

La mañana transcurrió muy tranquila, Saori salió junto con Seiya y Shiryu a atender algunos asuntos de la Fundación Graude, Shun y Hyoga habían salido de compras y mientras Ikki permanecía encerrado en su habitación yo pude leer revistas y libros a placer sin ser interrumpido. De pronto, después de una hora, regresaron Hyoga y Shun, lucían sospechosos, a mí me parecía que tenían una relación que procuraban mantener fuera del conocimiento de Ikki, era algo gracioso, Ikki odiando a los ‘maricas’ y su propio hermano era uno…

Evité hacer algún aspaviento, más que nada porque Shun y Hyoga eran agradables como para buscarles problemas con el homofóbico de Ikki. Me levanté del sillón, quería darme un buen y largo baño de tina, afortunadamente para mí el baño que estaba en mi habitación tenía una tina maravillosa y no iba a dejar pasar la oportunidad de aprovecharla al máximo. Caminé a través del pasillo hasta mi alcoba, al escuchar mis pasos Ikki , supongo que pensando que era Shun, salió a mi encuentro y al verme enmudeció por completo. Por obvias razones yo no iba a decirle nada a él. Se quedó mirándome un par de segundos sin moverse, aún no termino de comprender el porqué, pero ciertamente me puso muy nervioso…

-¿Ikki?- pregunté titubeante,y él nada respondía estaba como absorto en sus pensamientos sin dejar de mirarme.

Me acerqué un poco más a él tras perderle el miedo, si iba a golpearme que lo hiciera, pero que se quitara de mi camino y de mis magníficos planes de baño en tina. Acaricié su rostro hasta hacerlo reaccionar, me miró extrañado, no hizo ninguna mueca de desagrado logrando que yo volviera a ponerme tenso, retrocedí un par de pasos y volví a hablarle esperando respuesta esta vez:

-¿Ikki te quitas por favor?- pedí con la mayor amabilidad posible, intentando evitar que él notase mi nerviosismo.

-Sí, lo siento- dijo bajando la mirada y haciéndose a un lado, lucía extraño no era el típico Ikki grosero y rudo, pero yo no quería detenerme a averiguar qué le sucedía.

Caminé hasta mi habitación y me encerré recargándome sobre la puerta, estaba tenso, muy nervioso, Ikki no me golpeó, al contrario estaba más que raro y mi corazón estaba muy acelerado, como si temiera que fuera a hacerme algún daño o algo similar. Cerré mis ojos con fuerza y traté de respirar lo más despacio posible reteniendo el aire en mis pulmones para tranquilizar mi pulso.

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