15 dic 2009

La curiosidad mató al gato… ¿o será al pez?

Me senté sobre la cama unos minutos hasta lograr calmarme, recordé que quería bañarme en tina y me levanté a prisa, seguramente si seguía perdiendo el tiempo llegaría la hora de la cena y yo estaría todavía bañándome y no iba a causar problemas a Saori. Abrí con cuidado el estante que estaba en el baño buscando los aceites aromáticos que había traído desde Grecia y giré la llave del agua para comenzar a llenar la tina, derramé un poco del aceite de almendras que tenía en mis manos, el olor impregnó todo el cuarto era delicioso, cómo adoro ese aroma.

Me desvestí poco a poco sintiendo como el vapor que llenaba el baño humedecía mi piel, estaba a punto de sumergirme en la amplia tina cuando escuché a alguien llamando a la puerta, ‘Pensará que estoy dormido si no abro’ pensé, pero volvió a tocar la puerta ahora con mayor fuerza, me envolví en la ligera bata de seda que tenía sobre la cama y abrí la puerta… era Ikki.

-¿Qué se te ofrece?- pregunté amable.

-Necesito preguntarte una cosa- dijo con calma, no lucía molesto, asqueado ni tampoco triste o preocupado.

-Claro, pasa- dije dejándolo ingresar a mi habitación, de inmediato percibió el aroma del aceite que lograba salir por la puerta del baño que dejé entreabierta.

-Ibas a bañarte asumo- me dijo sentándose en el sillón que se hallaba frente a la cama, por lo que me senté sobre la cama mientras asentía ligeramente con ligera sonrisa, estaba algo nervioso aún.

-¿Qué necesitabas preguntarme?- le dije esperando que aquello culminara rápido y yo pudiera darme mi baño de tina que tanto estaba ansiando.

-¿Viste algo extraño entre Hyoga y mi hermano?-

Aquella pregunta me dejó helado, pensé que ese tema le pondría histérico, de pésimo humor y más grosero que nunca, pero lucía calmado, a lo mejor no sabía en realidad qué había entre ellos, yo sólo lo había supuesto.

-No- respondí tranquilo -¿Por qué?- maldita curiosidad la mía, sé que debo dejar las cosas tranquilas pero ahí iba yo a preocuparme de nuevo por asuntos ajenos a mí.

-Hace un momento, cuando les oí llegar estaba bañándome y al terminar de vestirme salí a buscar a mi hermano a su alcoba, no estaba ahí- me explicaba sin despegar su mirada de la mía y con tranquilidad –Cuál fue mi sorpresa que escuché un ruido extraño en la habitación de Hyoga y fui a ver que todo estuviera bien, estaban juntos, besándose el pato y mi hermano, estaban desnudos, tocándose…-

Se cortaba un poco su voz, pero yo qué tenía que ver en todo el asunto, si formaba parte del grupo ‘maricas’ que él tanto decía odiar, qué rayos hacía en mi habitación luciendo así, raro, no sabría ahora cómo describir su expresión y sobre todo su actitud…

-¿Y qué vas a hacer?- pregunté intentando hacerle pensar.

-No lo sé, es mi hermano menor, no puedo molerlo a golpes, y si golpeo a Hyoga eso le hará sufrir- me respondió con preocupación marcada en el rostro, sí que estaba angustiado, no se esperaba que Shun, su querido hermano menor fuera homosexual, y además tuviera una relación con alguno de sus compañeros de batallas.

-La preferencia sexual nada tiene que ver con la calidad de la persona, tampoco es una enfermedad- respondí intentando infundirle calma.

-No me ha dicho nada y se mantiene a escondidas porque sabe cómo soy- me dijo apenado -él fue el primero en llamarme la atención por mi actitud grosera contigo, ahora le entiendo-

-Es tu hermano, eso no va a cambiar aunque tenga una relación amorosa con Hyoga o con alguna mujer Ikki- respondí –También el respeto hacia los demás es una actitud excelente, deberías probarla de vez en cuando-

Me miró sorprendido por mi respuesta, sabía que tenía razón, y quizás no le gustaba que se lo dijera pero tenía que hacerlo, sobre todo si quería seguir manteniendo una buena relación con su hermano.

-¿Qué me sugieres que haga?- preguntó tranquilo.

-Que hables con tu hermano, le digas que sabes de su relación con Hyoga y que sin importar eso tú le quieres y apoyas ¿Qué otra cosa puedes hacer?- mi respuesta fue obvia y mi actitud tranquila.

-Sí…- murmuró de forma casi inaudible –Gracias Afrodita-

Me levanté para abrirle la puerta y después volver a cerrar, pero se quedó detenido frente a mí sin dejar de mirarme, con su mano temblorosa acarició mi rostro dejándome helado, no sabía qué hacer, si hacerme a un lado o esperar…

-No sé por qué hago esto- susurró justo antes de besarme, abrí mis ojos de manera descomunal, estaba muy sorprendido, sin saber qué hacer aún. Comenzó a acariciar mi espalda con sus manos temblorosas ¿Estaba jugando conmigo acaso?

Sentí su mano acariciando mi cadera, logró arrancarme un gemido que intenté ahogar con su hombro, besó mi cuello y retiró parte de la bata que cubría mi torso para acariciar mi piel, se sentía tan bien… yo sabía que todo era parte de su confusión y no quería ser el juguete de alguien más, pero algo en mi interior me dijo ‘Ahora sé tú quien te desquites’ y seguí adelante. Me empujó dentro de mi habitación sin soltarme, cerró la puerta sin dejar de besar mi cuerpo, intenté ahogar mis gemidos con mi propia mano, pero fue inútil.

De pronto se detuvo mientras besaba mi abdomen, seguro regresó a la realidad y vio que era un hombre al que estaba besando y a punto de hacer ‘suyo’. Para mi sorpresa abrió mi bata por completo y contempló mi cuerpo desnudo, acarició mis piernas con lentitud sin dejar de observarme, estaba nervioso, supongo que sin saber qué hacer, yo estaba excitado ya, sus constantes caricias y besos lo habían logrado. Cubrí mi cuerpo no iba a dejarlo burlarse de mí después. Me hice a un lado y me senté sobre la cama aún agitado, se levantó del suelo despacio y me miró, no era su típica mirada de reto o la de desprecio, era diferente…

-Si quieres que me vaya sólo dilo- dijo con voz entrecortada.

Me quedé mudo, qué estaba intentando hacer, le miré extrañado, supongo que intuyó que no entendía nada de lo que estaba pasando con él. Se acercó a mí y volvió a besarme…

-Me atraes…- musitó jadeante –No sé qué hacer con esto- dijo tumbándose sobre mi cuerpo mientras me acariciaba.

-Soy hombre Ikki- respondí jadeante, sus constantes atenciones estaban gustándome mucho…

-Lo sé…- jadeó en mi cuello haciéndome estremecer –Nunca he estado con un hombre…-

-Yo… - jadeé tratando de hacerle pensar si seguía adelante sólo conseguiría confundirse más –No puedo-

Se levantó un poco para mirarme, lucía extrañado: -Quiero hacerlo…- respondió besando nuevamente mis labios.

-No Ikki- respondí separándome de él –Sólo lograrás confundirte más, sólo debe gustarte mi rostro, pero ya verás cómo cambias de opinión- dije levantándome de la cama y dejando caer la bata que cubría mi blanca piel.

Me observó aún tendido en la cama, tenía que lograr hacerlo salir de mi cuarto, mi baño me esperaba y estaba muy excitado ya, comencé a tocar mi cuerpo y cada roce de mi mano sobre mi excitación lograba hacerme gemir, me acerqué peligrosamente a él para desabotonar la negra camisa que cubría ese bien formado torso que tiene, esa piel bronceada que estaba llamando poderosamente mi atención, le despojé de su camisa sin que Ikki intentara detenerme, ‘Está tentándome’ pensé, no podía ser en serio. Con su mano acarició mis glúteos y muslos sin dejar de mirarme desvestirlo, besé su cuello, mordisqueé el lóbulo de su oreja izquierda y lamí sus hombros mientras él sólo jadeaba y gemía de la forma más discreta posible.

Acaricié su abdomen y vientre, comenzando a lamer uno de sus pezones succionándolo hasta quedar erecto y duro, sus gemidos y jadeos constantes me animaban a seguir adelante por un lado, y por el otro me aterrorizaban más y más, me detuvo con sus manos acariciando mi rostro, me jaló hacia él para besarme de nuevo, parecía que eso de besarme estaba gustándole mucho, me tumbó sobre la cama en un hábil movimiento y quedó sobre mí acariciando a placer mi cuerpo, recorrió mi piel con sus manos, cada milímetro de mi torso y abdomen, me hizo abrir las piernas para acomodarse mejor, sentir su erección aún atrapada en su pantalón contra la mía fue extraño… un segundo ¿estaba excitado? ¡Sí! De besarme, de tocarnos… excitado… Intenté abrir su pantalón para liberarle de aquella dolorosa prisión, se detuvo de besar mi cuello para mirarme de nuevo y acariciar mi rostro, me sonrió…me dejó sintiéndome extraño, Ikki no sólo estaba excitado de estar conmigo besándome y tocándome, sino que además me sonreía.

-Te ayudo- jadeó Ikki abriendo su pantalón para liberar su excitación, se sentó en cuclillas sobre la cama sobre de mí, intenté enderezarme para mirarlo, estaba ansioso sin saber por qué, era como si fuera la primera vez que estuviera en esa situación. Le ayudé a desprenderse del pantalón para quedar en trusas, acaricié su excitación por encima de la delgada tela de su ropa interior arrancándole un sonoro gemido que, apenado, silenció besándome de nuevo…

-Me siento raro- gimió Ikki mirándome fijamente sin alejar demasiado sus labios de los míos.

-Si quieres detenerte lo entiendo- musité apenado, él me miró con ligera sonrisa y volvió a besarme ahora con mayor seguridad, me dejé llevar con ese beso, por más que intentaba mantenerme pensando me era rotundamente imposible, sobre todo al poder contemplar casi completa su fisonomía… su torso, su abdomen…  estaba muriéndome de curiosidad sobre su miembro, debo admitirlo. Introduje mi mano por debajo de su trusa y sentí su miembro excitado, estaba duro y caliente, Ikki cerró sus ojos nada más al contacto de mi mano con su sensible piel, jadeó al sentir que bajé su ropa interior deslizándola cuidadosamente por sus muslos, besé su cadera y su ingle, ladeó la cabeza con un sonoro gemido que no intentó ahogar esta vez, se arqueó un poco al sentir como iba introduciendo su erguida hombría en mi boca deleitándome con el grosor de la misma, lamí, lengüeteé y succioné su pene a mi gusto y con cada movimiento que yo hacía Ikki jadeaba con mayor fuerza y jugueteaba con mi cabello, ligeramente movía su cadera acompasadamente, estaba muy excitado y mi erección comenzaba a dolerme un poco por lo que comencé a masturbarme para aliviar el dolor, Ikki detuvo mi mano y comenzó a hacerlo él haciéndome jadear y gemir como pocas veces lo había hecho.

-Yo…- jadeaba con fuerza –Ikki… no quiero terminar así….- gemí con voz grave, producto del intenso placer del que estaba siendo presa.

Se detuvo, me miró con complicidad y volvió a besarme una vez más, sus besos comenzaban a gustarme y mucho… podía hacerme perder la cabeza con esa forma suya de besarme, era como si con cada beso me robara parte de mi alma, le recosté sobre la cama sin despegar mis labios de los suyos, seguí besándolo y rocé ligeramente mi erección sobre sus testículos, gimió nuevamente mientras apretaba con sus manos mi cadera, le miré y acerqué mi rostro para besarlo de nuevo, correspondió a mi beso con intensidad, era como si me quemara por dentro.

-Házmelo…- le supliqué sentándome sobre su vientre, me miró sorprendido, era como si su mente estuviera nuevamente en blanco, como aquella vez en el pasillo, o como cuando comenzó a tocarme y besarme al inicio.

-No sé cómo…- musitó apenado y tembloroso.

Le besé de nuevo acariciando su miembro con mi mano derecha, mientras con la izquierda acariciaba su rostro y cuello, él me rodeó con sus fuertes brazos acariciando mi espalda con ansiedad, él estaba listo, sólo que no sabía cómo proceder… Me enderecé y tomando sus manos entre las mías para colocarlas sobre mis muslos le susurré:

-Vamos a la tina… mi baño caliente me espera-

Ikki me miró con ligera sonrisa y asintió con la cabeza sin decirme una sola palabra, me levanté de la cama y le tomé de la mano para invitarlo a seguirme al baño, entramos al baño y me atrajo de nuevo a su cuerpo para besarme y tocarme, era como si estuviera entre ansioso y desesperado.

-No quiero detenerme- jadeó sobre mi cuello mientras lo mordisqueaba con suavidad.

Gemí al sentir su aliento sobre mi piel que ya estaba muy sensibilizada por las constantes atenciones de Ikki sobre ella. Le tomé la mano y la coloqué sobre mi miembro para que me acariciara, dudé al inicio al recordar esas ideas suyas de los ‘maricas’, pero no se alejó, ni hizo aspavientos o titubeó, me acarició con suavidad como si temiera lastimarme, rodeé su cuello con mis brazos y volvío a besarme mientras él me acariciaba nuevamente, me tenía mal, ya estaba muy ansioso y él también. Me incliné sobre uno de los muebles del baño para sostenerme, abrí mis piernas y le pedí que se acercara, lo hizo lentamente y me miró con ansiedad.

-Hazlo- le pedí con voz ronca.

Se acercó más hasta rozar su hombría en mis glúteos haciéndome gemir nuevamente, quería sentirlo en mi interior, que me llenara de sí. Tomó mi cadera con sus manos y empujó abriéndose paso en mí, al inicio me dolió un poco su miembro era muy grueso y estaba más que duro, gemí de dolor entremezclado con placer, al inicio se asustó un poco de oírme, pero le tranquilicé acariciando sus manos y comenzando a gemir acompasadamente conforme él se movía en mi interior, sus jadeos eran al mismo ritmo que los míos. Comenzó a masturbarme, al inicio a un ritmo acompasado haciéndome gemir y rogarle por más, poco a poco sus estocadas y los movimientos de su mano fueron acelerándose conforme fue eliminando sus tabúes y miedos, se detuvo de pronto y se inclinó para besar mi espalda sentí como su caliente semen inundaba mi interior haciéndome eyacular por aquella intensa y placentera sensación.

Salió de mi interior y me ayudó a enderezarme para abrazarme y besarme nuevamente, sus manos recorrieron nuevamente mi espalda haciéndome estremecer entre sus brazos, le conduje, sin soltarle, hasta la tina donde comencé a introducirme, pese a que el agua estaba ya tibia la sentí deliciosa, Ikki también entró para después ir sentándonos sin dejar de besarnos, me sostuvo entre sus brazos gran parte del tiempo, tan fuera de mí estaba que ni me percaté que al sentarnos en la tina derramamos gran cantidad de agua sobre el suelo, las caricias de Ikki sobre mi piel estaban hechizándome de una manera que yo temía no podría salir, me sentía de cierta forma contento de estar entre sus brazos y besándolo, pero a la vez temía que cuando eso terminara volvería a sentirme solo, abandonado.

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