12 dic 2009

¡No mueras!

La noche transcurrió tranquila, ambos durmieron plácidamente abrazados sin imaginar que Muraki estaba planeando un nuevo golpe, quizás uno más certero que por fin lograra conseguir lo que tanto anhelaba vengarse de Saki…

Tatsumi permanecía aún en el Meifu junto con el señor Konoe calculando movimientos para evitar que Tsuzuki cayese en sus manos esta vez en definitiva, si Tsuzuki tenía que volver a invocar a Touda esta vez sería el final del shinigami.

Muraki esperaba pacientemente que Tsuzuki o Hisoka dieran muestras de actividad para poder actuar, quería desesperadamente apoderarse de Tsuzuki, tuviera que hace lo que tuviera que hacer para conseguirlo, aún su propia vida era poco para lograr vengarse de su maldito medio hermano.

‘Ahora sí seré yo quien te mate Saki’

Pensó el perverso doctor vigilando la puerta de la habitación de Tsuzuki y Hisoka, mientras visualizaba sus planes hechos realidad…

Pudo contemplar con sus propios ojos cuando Hisoka salió de la habitación para comprar alimento, pensó que quizá ese sería su momento pero si se llevase a Hisoka en ese momento Tsuzuki tardaría en notarlo, lo mejor sería esperar a que fuera Tsuzuki quien saliera dejando a Hisoka solo…

No tuvo que esperar mucho para ver hecho realidad su deseo, prácticamente después que Hisoka regresó Tsuzuki salió dejando solo a su compañero, ahora sí era momento de actuar…

Salió de la habitación y llegó ante la puerta, tocó un par de veces esperando que Hisoka abriera, la espera de un minuto le pareció eterna, sabía que Tsuzuki regresaría en cualquier comento y no debí encontrarlo frente a la puerta precisamente…

Hisoka escuchó un par de golpes en la puerta y salió del cuarto de baño tras lavarse la cara para terminar de despertar…

-Ya voy Tsuzuki, debiste llevarte las llaves- dijo mientras abría la puerta para llevarse una desagradable sorpresa… -Muraki…- musitó enojado.

El doctor se abrió paso dentro de la habitación besando al mocoso que no oponía resistencia alguna, y por el contrario su cuerpo reaccionaba con cada roce de la mano de Kazutaka sobre su cuerpo…

-Suélteme…- insistía mientras forcejeaba contra Muraki.

-Si bien que me deseas mocoso, puedo sentir cuantas veces piensas en mí al día…- jadeaba mientras mordía el delicado cuello del chico.

Tras escuchar aquellas palabras su mente quedó en blanco… ¿Acaso Muraki podía saber cómo pensaba en él?... ¿Qué lo deseaba?… ¡Imposible él sólo amaba a Tsuzuki! Todo era producto de esa maldición que Muraki le impusiera para matarlo y hacer de él una muñeca más de sus juegos.

Muraki arrojó a Hisoka contra la cama mientras reía a carcajadas y le miraba lleno de odio y lascivia…

-Eres un niño hermoso pero no sabes cómo te aborrezco- escupió enfurecido -¡No volverás a tocar a mi amado!-

Aquella sentencia aunada a la mirada encendida y llena de odio de Muraki confirmaban su hipótesis, toda su obsesión hacia Muraki se debía a aquel conjuro que llevaba sobre la piel y lo convertía en muñeca del doctor…

Muraki comenzó a crear una deslumbrante luz que los absorbió a ambos hasta desaparecer, el rubio shinigami abrió los ojos dándose cuenta que estaba en una vieja casona en ruinas cerca del hotel donde se encontraba segundos atrás…

-¿Qué pretende?- preguntó molesto Hisoka.

-Matarte, no sin antes tener a mi amado aquí como testigo…- rió el malévolo doctor.

Hisoka comenzó a atemorizarse, sabía que Tsuzuki acudiría sin dudarlo un segundo, y todo era una maldita trampa de Muraki…

-No logrará nada con ello- dijo aparentemente tranquilo el joven shinigami.

-Eso es lo que tú crees- rió nuevamente de forma triunfal.

Sacó un escalpelo de un cajón que tenía detrás, lo colocó sobre una franela de color gris que se encontraba sobre aquel rústico mueble de madera, reía a carcajadas ante la aterrorizada mirada de Hisoka que permanecía inmovilizado por las mordazas y sogas que rodeaban sus extremidades y cuello manteniéndolo fijo a un sillón reclinable.

Internamente suplicaba porque Tsuzuki no acudiera esta vez, después de todo estaba dispuesto a dar su vida con tal que a Tsuzuki nada le ocurriese, cerró fuertemente sus ojos captando la atención del perverso médico quien le miraba hasta quedar enmudecido al notar las lágrimas que rodaban por las mejillas del rubio chico.

-¿Tu última plegaria?- preguntó irónicamente para evitar involucrarse en una charla que no querría.

Hisoka no respondió nada, se mantuvo con los ojos cerrados concentrándose en que Tsuzuki no llegase, aunque sabía que era difícil aquello aún mantenía una ligera fe de que todo pudiera ser evitado y a su amado Asato nada le ocurriera…

-¡Respóndeme maldición!- escupió iracundo, le fastidiaba, más que nada en el mundo, sentirse ignorado, se acercó furioso y lo jaló fuertemente zarandeándolo hasta zafarlo de sus amarres y botarlo contra el frío piso.

Hisoka azotó pesadamente contra el suelo, sus ojos aún empañados por las lágrimas le impedían ver claramente la furia en el rostro del doctor frente a él, sabía que lo había enardecido al no responderle, pero jamás había contemplado que su ira llegara tan lejos, le ardían las muñecas y cuello, era un dolor impensable, pese a que los amarres no habían estado apretados el zarandearlo frotando su cuello contra aquel trozo grueso de tela hasta romperlo y liberarlo había sido demasiado para él, aunque aquello sólo hubiera sido durante unos segundos.


-¡Deja a Hisoka en paz, ni siquiera te le acerques!-

Aquella voz logró obligarlo a cerrar fuertemente sus ojos para poder aclarar su mirada y constatar justo lo que había rogado no sucediera, Tsuzuki había ido solo a rescatarle.

-Veo que recibió mi misiva, Tsuzuki-san- dijo irónico Muraki jalando a Hisoka del cabello.

-Suéltelo, ya me tiene aquí Muraki, a él no lo necesita para nada- insistió el mayor de los shinigami.

-¿Eso crees?-­ preguntó Muraki acercando el rostro de Hisoka hacia el suyo para morder fuertemente los labios del chico hasta hacerlos sangrar.

-¡Muraki déjelo en paz! No me iré de aquí a ningún lado si le deja ir- afirmó intentando persuadirlo.

--¡No!- gritó Hisoka horrorizado por aquella sugerencia -¡Vete Tsuzuki! Esto era sólo una trampa para que vinie…-

Un fuerte puñetazo del doctor logró silenciarlo, no podía permitirle hablar más de la cuenta, odiaría que Tsuzuki saliera de ahí sólo por la petición de aquel molesto escuincle, era capaz de dejarlo ir obedeciendo a las peticiones de Tsuzuki, esta vez no podía perder la cabeza y perderlo todo por su furia y celos.

-De acuerdo Tsuzuki-san, el mocoso puede largarse de aquí sólo si cumples tu parte- dijo con malévola sonrisa Kazutaka.

Hisoka volvió su mirada hacia Tsuzuki, sus lágrimas volvieron a emerger tan sólo de verlo asentir con la cabeza.

-¡No!- gritó angustiado Hisoka -¡No lo hagas!- suplicó sollozante.

‘Parece que Tsuzuki-san está confiado… entonces soltaré a este mocoso y antes que se largue lo mataré e inmovilizaré a Tsuzuki-san para hacerlo mío y para poder ser yo quien acabe con Saki esta vez…’

Pensó Muraki mientras Hisoka rogaba a Tsuzuki que se fuera y le dejara solo ahí sin que Tsuzuki le respondiera nada.

-Bien, dejaré ir a este mocoso, ven aquí Tsuzuki-san- pidió Muraki.

Asato caminó lentamente hacia donde se encontraba Muraki sin mirar a Hisoka quien le miraba suplicante. Muraki soltó al muchacho aventándolo lejos de donde se hallaban ellos dos.

-Por favor…- rogó Hisoka de nuevo.

-Vete- dijo Tsuzuki tajante sin siquiera mirarlo –No vuelvas tu mirada hacia atrás jamás-

Hisoka negó con su cabeza y apretando sus puños caminó lentamente hacia la puerta de aquel lugar justo cuando Muraki intentó inmovilizar a Tsuzuki y éste saltara para evitar que el segundo ataque, el que había lanzado contra Hisoka, impactara al joven shinigami.

-¡Tsuzuki!- exclamó Hisoka al ver a Asato deteniendo el impacto de aquel ataque que pudo ser mortífero.

-¡Sal!- gritó Tsuzuki preocupado –No podré con esto mucho tiempo…

-Pero…- intentó persuadirle.

-No hay peros que valgan ahora, recuerda lo que te prometí- dijo Tszuki mirándolo de reojo con ligera sonrisa -Te protegeré hasta el final con mi propia vida…-

Tras escuchar aquello Hisoka se quedó totalmente en blanco, sabía que lo cumpliría costase lo que costase, pero no quería que el precio fuera tan alto, por fin había descubierto que le amaba y no quería alejarse del nunca más, pero si no acababan con Muraki de una buena vez no podrían disfrutar de paz juntos.

El ataque de Muraki se había intensificado tomando por sorpresa a Tsuzuki quien se lanzó directamente para proteger a Hisoka cayendo ambos al suelo, logrando evitar que el ataque les impactara y se dirigiera hacia la puerta destrozando aquella pared.

-Ve por ayuda Hisoka, si nos quedamos los dos moriremos ambos y no lograremos nada- dijo Tsuzuki cuidando que Muraki no se acercara.

-Pero…-

-Corre, yo te cubro- gritó atacando a Muraki para distraerlo.

Hisoka salió de aquella habitación corriendo en busca de ayuda que pudiera apoyarlos contra Muraki que parecía enloquecido por su ira.

Al salir de aquel lúgubre edificio Hisoka se topó con GuShoShin y Tatsumi que se encontraban buscándole.

-¡Watari, acá está Hisoka!- exclamó Tatsumi -¿Dónde está Tsuzuki, Kurosaki-kun?-

-Adentro combatiendo con Muraki, démonos prisa- insistió corriendo de nuevo hacia donde se hallaba Tsuzuki.

Al entrar en aquel laboratorio pudieron ser testigos de aquella encarnizada lucha entre ambos y sus respectivos, y constantes, ataques.

-Debemos actuar rápido- dijo Watari evaluando la situación.

Los ataques de ambos comenzaron a vencer los muros y columnas del edificio haciendo que éste se derrumbase poco a poco, se creó una inmensa esfera de energía que les tenía a ambos atrapados dentro, era el “ahora o nunca” que Hisoka temía que Tsuzuki llevara a cabo…

El más joven de los shinigami intentó correr hacia aquella energía para ayudar a Tsuzuki siendo detenido por la mano de Tatsumi.

-Espera Kurosaki-kun- pidió el secretario de Konoe sachou

-¡No!- dijo zarandeándose hasta lograr zafarse del agarre.

Corrí hasta entrar en aquella esfera de energía y colocarse detrás de Tsuzuki quien le miró angustiado.

-Sal de aquí, si permaneces aquí morirás…- rogó Tsuzuki mirándolo a los ojos.

-No me importa- respondió colocando su mano al lado de la de Tsuzuki y liberando su propia energía para ayudarlo a acabar con Muraki –Dijiste que me protegerías hasta el fin incluso con tu propia vida ¿no?-

-Sí…- dijo intentando convencerlo de irse –pero no quiero que mueras, quiero protegerte….-

-¿De qué me sirve estar “vivo” en el Meifu sin ti- respondió liberando aún más fuerte su energía para juntarla con la de Tsuzuki quien le miró sorprendido al escuchar aquello.

Aquella esfera comenzó a quebrar aún más fuerte el edificio obligando a Watari, Tatsumi y GuShoShin a salir lo más rápido que pudieron.

-Creo que debemos detenerlos…- dijo GuShoShin observando la gravedad de la situación.

-Es demasiado tarde- dijo Tatsumi viendo aquella fuerte explosión frente a sus ojos.

Se cubrieron de todos aquellos escombros que salieron disparados en todas direcciones, esperarían para ver el resultado de aquel sacrificio de sus compañeros para acabar con Muraki. Tuvieron que aguardar cubiertos algunos minutos, que les parecían una eternidad, hasta darse cuenta que todo había terminado.

Caminaron hacia el enorme boquete que la explosión había abierto en el suelo, dentro del enorme agujero se hallaba Muraki agonizante intentando levantarse, no había logrado su cometido, pero aquella descabellada explosión incluso había hecho que la cabeza de Saki, que aún conservaba, hubiera sido destruida, destruyéndose con ella todo su motivo de vida.

Tatsumi le levantó bruscamente obligándolo a mirarle.

-¿Dónde están Kurosaki y Tsuzuki?- preguntó furioso por toda aquella situación que las enfermas ambiciones del doctor habían propiciado.

Muraki se negó a responder, prefería morir a manos de aquel poderoso shinigami que enfrentarse a su fracaso. Tatsumi le dejó caer pesadamente contra el suelo.

-Al final no logró nada doctor Muraki- dijo Tatsumi interpretando la actitud del perverso médico que yacía frente a sus pies.

-¡Aquí está Hisoka!- gritó Watari alarmado.

Tatsumi corrí hasta donde Watari miraba a Hisoka de rodillas en el suelo que recibía una a una sus amargas lágrimas.

-¿Kurosaki-kun?- preguntó Tatsumi finalmente.

-No mueras…- musitó Hisoka negando con la cabeza -¡No mueras!- gritó finalmente.

GuShoShin y Watari sólo le miraron sin poder emitir una sola palabra, Tatsumi colocó sus manos sobre los hombros del chico y comenzó a agitarlo para obligarlo a reaccionar.

-¡Kurosaki-kun!- exclamó finalmente.

-Me protegió… yo no pude salvarle…- sollozaba el joven shinigami –Logró cubrirme antes que la energía provocara la explosión- explicó apretando fuertemente sus puños contra la tierra.

-Muraki ha muerto- interrumpió Watari viendo al doctor, cuyo cadáver yacía en el suelo.

Hisoka intentó levantarse, si Muraki había salido vivo y acababa de morir quizás existía la remota posibilidad que Tsuzuki siguiera con vida, aunque tremendamente malherido, sin embargo sus fuerzas no le alcanzaban para ponerse en pie cayendo pesadamente contra el suelo inconsciente.

Al cabo de cerca de 6 horas por fin volvió en sí, abrió sus ojos dándose cuenta que estaba de vuelta en Meifu, miró hacia todas partes encontrándose con una ligera sonrisa de Watari que se alegraba de verle consciente.

-Es bueno verte de regreso Hisoka- dijo sin levantarse de la silla.

-¿Y Tsuzuki?- preguntó curioso y con triste mirada, intuyendo por supuesto, la respuesta.

Watari sólo le miró en silencio, no quería alarmarlo, su condición era delicada y cualquier impresión demasiado fuerte podría empeorarla, aunque eran shinigami eso no significaba que fueran invencibles.

-Debes descansar, no te encuentras en óptimas condiciones y…-

-¡Dímelo, por favor- suplicó apretando entre sus manos las sábanas de la cama.

-Está vivo aún, pero está muy mal, creen que no pasará de esta noche…- dijo entristecido.

-Quiero verlo…- pidió mirando hacia la ventana –Necesito verlo, si va a morir quiero estar con él, él me protegió con su vida, con su calidez y su amor, lo mínimo que puedo hacer es corresponderle así- suplicó volviendo su mirada hacia la de Watari.

-Bien…- musitó –Te llevaré-

Watari levantó a Hisoka entre sus brazos para llevarlo hasta la habitación donde Tsuzuki yacía inconsciente sobre la cama; las lágrimas de Hisoka en seguida surcaron sus mejillas. El rubio shinigami colocó al chico sobre la cama, junto al cuerpo inconsciente de Tsuzuki y caminó hacia la puerta.

-Llámame si pasa algo- pidió Watari cerrando la puerta tras de sí.

Hisoka se abrazó al cuerpo de Tsuzuki, había cumplido su promesa de protegerlo incluso en contra de su propia voluntad, le habría gustado poder permanecer a su lado hasta el último momento, pero tendría que conformarse con sólo estar a su lado mientras se iba de su lado.
Cerró fuertemente sus ojos intentando impedir que sus lágrimas siguieran emergiendo sin poder conseguirlo, su tristeza era inmensa y sería un esfuerzo sobrehumano para él resistirse a llorar por aquel que le había cuidado con calidez, le había protegido siempre arriesgándose y que además le había enseñado lo que era el verdadero significado del cariño y, el amor incondicional.

Sin percatarse del paso del tiempo, Hisoka permaneció a su lado abrazándolo y sin poder evitar sollozar y repetirle entre murmullos lo mucho que lo necesitaba hasta ir quedando dormido poco a poco hasta sentir que Tsuzuki se movía lentamente debajo suyo situación que le obligó a reaccionar.

-¿Tsuzuki?- preguntó entre angustiado y alegre por la posibilidad de que se salvase.

Tsuzuki seguía moviéndose lentamente intentando reaccionar, su estado era grave pero estaba haciendo el esfuerzo de mantenerse con vida y poder cumplir su deseo de estar con Hisoka en paz y sin Muraki que quisiera acabar con ellos. Hisoka continuaba mirándolo moverse sin abrir los ojos o emitir palabra alguna, perdiendo lentamente la esperanza, miró hacia la ventana perdiéndose en la caída de las flores de los cerezos que rodeaban el Meifu.

-Te amo…- musitó Hisoka junto al rostro de Tsuzuki mientras acercaba sus labios a los de Asato para besarlos tiernamente.

Sintió una de las manos de Tsuzuki acariciar su rostro obligándolo a separarse abruptamente lleno de asombro ¿Acaso podía ser cierto?...

-Yo también te amo- musitó débilmente Asato mirando con ternura a Hisoka que permanecía inmóvil sin aún poder asimilar lo que veía y escuchaba.

-Yo…- titubeó Hisoka aún incrédulo -¿Estás bien?- acertó a decir.

-Lo estaré, me siento débil, pero gracias a ti reaccionó mi cuerpo, estaba como suspendido en la oscuridad, escucharte me hizo volver en mí- explicó.

-Me alegro…- dijo abrazándose nuevamente al cuerpo de Tsuzuki –déjame estar contigo siempre, no quiero que me dejes jamás…- suplicó Hisoka.

-Así será…- musitó débilmente Tsuzuki rodeando al chico con sus brazos y cayendo los dos dormidos.

FIN

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