El amplio y lujoso salón del Patriarca dentro del templo principal del Santuario de Athena estaba siendo custodiado por un par de guardias cuando él llegó…
Al mirarlo, ambos guerreros le cedieron el paso abriendo las pesadas puertas decoradas con oro, al entrar tuvo que abrirse paso entre los caballeros de plata que ahí se encontraban escuchando las palabras que el patriarca Shion les dedicaba con toda solemnidad:
-Entrenemos, entonces, y así guardemos la seguridad y honor de nuestro santuario-
-¡Sí!- exclamaron al unísono los santos de plata presentes.
Después de que Shion retornara al trono, los caballeros plateados comenzaron a retirarse del recinto poco a poco, por supuesto, esquivando y haciendo reverencia al caballero dorado que ahí se encontraba…
Permaneció inmóvil hasta que el salón se vio vacío y la imponente voz de Shion se hiciera escuchar:
-Bien…-
Afrodita de Piscis hizo una reverencia a su patriarca en señal de respeto, retomando después su firme postura:
-¿Me ha mandado llamar mi Señor?- preguntó con voz firme.
-Así es Afrodita de Piscis, santo dorado de la orden de Athena- dijo solemne Shion sin hacer mayor aspaviento -¡Acércate!- ordenó finalmente.
Así lo hizo el pisciano, caminó en dirección al trono hasta quedar a un escaso metro de distancia, aquel metro protocolario que debían guardar para con su patriarca…
-Sus deseos son mis órdenes Señor Shion, ¿Qué puedo yo hacer por usted?- preguntó haciendo nuevamente una reverencia.
Detrás de aquella máscara que cubría su rostro, de todo aquel formulismo que se llevaba a cabo para con él, se escondía un antiguo santo dorado, un hombre que no sólo aborrecía la soledad y ese extremo silencio al que parecía estar condenado, sino que además se aburría con toda aquella formalidad y seriedad, y, claro, tenía deseos, como cualquier otro ser humano…
-¿En verdad?- suspiró en tono irónico Shion.
-Sí mi Señor, lo que usted ordene yo lo haré- firmó el pisciano aún sin levantarse.
Aquella firme convicción de Afrodita lo tentaba sin duda, le gustaba mirarlo cuando este solía bañarse detrás del santuario en los manantiales pensando que nadie podría hallarlo allí… pensó en aquella estilizada figura que el santo de Piscis poseía, desnudo, frente a él, sólo para él… Decidió no titubear y finalmente ordenó firmemente:
-¡Desnúdate!-
Afrodita no cabía en su asombro tras escuchar aquella orden en específico… no la esperaba, al principio vaciló, pero sabía que debía obedecer cualquier orden que su patriarca, o su diosa, le dieran.
Lentamente se despojó de aquella amplia toga que cubría su cremosa piel; Shion estaba disfrutando de aquella escena que estaba dándose justo frente a sus ojos, por fin tenía a Afrodita de Piscis totalmente desnudo frente a él…
-Levanta el rostro Afrodita- ordenó nuevamente Shion con firmeza.
Afrodita levantó su rostro lentamente quedando expuesto, al desnudo, ante su patriarca, se sentía de cierta manera apenado de aquello, no era el primer hombre que le veía desnudo, y ciertamente no sería el último, pero no dejaba de ser su patriarca…
-¡En cuclillas!-
Aquella orden de Shion logró extraerlo de sus pensamientos, se colocó en aquella posición lentamente, frente a Shion sin emitir sonido alguno, el sólo hecho de no poder ver el rostro de Shion detrás de aquella máscara le ponía más nervioso aún…
-Quiero que me des la espalda y apoyes tus rodillas sobre la alfombra-
Sin objetar nada, Afrodita se viró y apoyó finalmente sus rodillas sobre la lujosa alfombra roja debajo de él, todo sin saber, ni imaginar qué era lo que shion esperaba exactamente, o lo que traía entre manos…
-¡Inclínate totalmente hacia el suelo y levanta tu cadera!- ordenó otra vez.
Afrodita apoyo sus manos y rodillas sobre la fina alfombra quedando inclinado y con la cadera levantada hacia su patriarca, ahora se sentí totalmente expuesto que hacía minutos atrás…
Shion estaba extasiado de tan sólo mirar aquella obediencia y disposición del pisciano, ver esa hermosura del cuerpo de Afrodita, esa palidez, aunque fuera unos momentos, sólo para él…
Se levantó del trono evitando hacer ruido alguno logrando que aquel silencio tensara lo suficiente al pisciano, se arrodilló detrás de Afrodita retirando la máscara que cubría su rostro dejándola a un lado y tras dudar un par de segundos se atrevió a acariciar aquel cuerpo que tanto deseaba, acarició lentamente la espalda y cadera de Afrodita, quien al sentir sus manos sobre su cuerpo viró su mirada hasta encontrarse con la máscara de su patriarca sobre el suelo.
Las temblorosas manos de Shion sobre su cadera lograban ponerlo nervioso, sobre todo, la llegar a sus glúteos, sintió como Shion los acarició con mayor firmeza en sus movimientos separándolos lentamente… cerró fuertemente sus ojos justo al sentir la húmeda y tibia lengua de Shion juguetear en aquella sensible piel, repasando una y otra vez entre sus nalgas hasta finalmente abrirse paso en su interior. Aquellos lentos movimientos circulares de la tibia lengua de shion lograron que Afrodita comenzara a gemir ahogadamente, sonido que indicaba a Shion que iba por buen camino…
Con una de sus manos, Shion comenzó a acariciar cadenciosamente los testículos y miembro del pisciano, logrando que la desesperación le invadiera a su víctima y que aquellos ahogados gemidos se convirtieran en constantes y entrecortados jadeos…
La juguetona mano del patriarca sobre su erecto miembro le ponía frenético, quería más… lo que había iniciado como pena por sentirse expuesto se tornaba en un placer hasta ahora indescriptible para el pisciano.
-Eres delicioso Afrodita…- musitó el patriarca tras retirar su lengua del interior del pisciano.
-Ahhh… mi Señor yo… ahhh…- gemía con voz silbante el guardián del decimosegundo templo.
Shion jaló la cadera de Afrodita para que éste cayera de espaldas contra el suelo y frente a él, Afrodita estaba demasiado excitado como para oponerse a todo lo que su Señor le pidiera o quisiera hacer con él por lo que permaneció quieto observando como Shion retiraba de su atlético cuerpo aquella fina toga, dejando ver esa palidez que caracterizaba al mayor de los lemurianos del santuario.
Una vez desnudo, Shion procedió a inclinarse sobre el vientre del pisciano para lengüetear sobre éste juguetonamente, desde el ombligo hasta llegar a la base del pene de Afrodita quien con aquel cosquilleo llevó su mano izquierda a su boca para silenciar sus gemidos y jadeos.
Aquello hizo sonreír a Shion quien se lamió los labios seductoramente despertando aún más la excitación de Afrodita…
-Espera… aún no…- musitó Shion acercando sus labios a los del pisciano quien de inmediato correspondió el beso de su patriarca.
Ayudó a Afrodita a enderezarse sin siquiera interrumpir el beso, levantó la cadera del pisciano ayudándolo a colocarse cobre su hombría…
-¡Hazlo!- ordenó lascivamente Shion.
Afrodita comenzó a introducir el grueso miembro de Shion en su interior lentamente jadeando más fuerte por aquella invasión que él mismo estaba propiciándose, una vez que hubiere introducido toda la virilidad de su patriarca en su interior esperó a que la resistencia que su interior estaba oponiendo cediera.
-Mueve tu cadera…- silbó Shion más excitado aún.
-Sí, mi Señor, sus deseos son mis órdenes…- jadeó Afrodita moviendo su cadera de arriba hacia abajo.
Shion comenzó a masturbar a Afrodita al tiempo que este aceleraba sus movimientos de cadera y aumentaba el frenesí en los jadeos y gemidos de ambos, los frenéticos movimientos de la mano de Shion sobre la hombría de Afrodita le excitaban más incitándolo a moverse más y más rápido, hasta vaciarse ambos, Shion en el interior del pisciano y éste sobre las manos de su patriarca…
Afrodita lentamente se levantó sacando de su interior el miembro de Shion, se dejó caer a un lado de Shion totalmente extenuado, el peliverde le miró extasiado acarició nuevamente aquella piel que hacía unos segundos fuera totalmente suya…
-Dijiste que harías lo que te pidiera ¿no?- susurró al oído de Afrodita.
-Sí mi Señor, lo que ordene…- dijo jadeante.
Besó el hombro del pisciano mientras sus manos jugueteaban sobre la sensible piel del vientre del pisciano hasta acotar:
-Quiero pedirte 3 deseos entonces…- murmuró excitado nuevamente el patriarca.
-Dígame Señor, haré lo que pida ahhh…- gimió al sentir nuevamente el grueso miembro de Shion rozando la entrada de su cavidad…
-Duerme conmigo esta noche… prometo no decepcionarte…- pidió Shion.
-Sí… mi ahhh Señor…- gimió Afrodita excitándose de nuevo -¿Y los otros dos?-
-Te diré mañana el segundo…- rió Shion levantando al pisciano del suelo –vamos a la cama…-
Caminaron a través de un pasillo detrás del trono hacia la habitación de Shion, una vez dentro de la habitación y apenas tras cerrar la puerta Shion jaló a Afrodita hacia su cuerpo besándolo nuevamente, Afrodita rodeó la cadera de su patriarca con sus piernas siendo ayudado por el sostén de las manos de Shion.
Shion introdujo de nuevo su hinchado miembro en el interior de Afrodita nuevamente iniciando sus estocadas casi de inmediato, sintiendo ya el cansancio en sus cuerpos Shion se aproximó a la cama recostando a Afrodita sobre el mullido colchón cubierto con blancas sábanas de seda para facilitar sus movimientos en el interior del pisciano hasta nuevamente llenarlo de su semen…
-Ahhh… yo… ahh…- gimió Afrodita al sentir el miembro de su patriarca salir de su interior acompañado de parte del esperma que le había inundado.
-Eres hermoso y fascinante Afrodita…- dijo aún jadeante Shion.
-Gracias mi Señor… ahh- respondió entre gemidos el santo dorado.
Así, permanecieron acariciándose, jugueteando, lamiéndose y enredando sus cuerpo hasta quedar profundamente dormidos entre las suaves y finas sábanas de la cama de Shion…
Por la mañana, Afrodita abrió sus bellos luceros para darse cuenta que estaba siendo contemplado por su patriarca quien apenas en un ligero roce de la punta de sus dedos tocaba su cadera y sus glúteos.
-Buenos días hermoso Afrodita…- susurró Shion robándole un pequeño y rápido beso al pisciano.
-Buenos días mi Señor… ¿Cuál será su segundo deseo?- preguntó Afrodita obteniendo como respuesta una lasciva sonrisa de Shion.
-Quiero que vayas al templo de Libra y le pidas a Dohko que te haga vibrar hasta el amanecer…- rió Shion ante la sorpresa del pisciano.
-Como usted ordene mi Señor… sus deseos son órdenes- afirmó el pisciano intentando levantarse de la cama y siendo detenido por las juguetonas manos de Shion…
-Después quiero que vengas a que te diga mi tercer deseo…- dijo acercando sus labios a los testículos del pisciano y presionándolos ligeramente.
-Ahhh…- gimió Afrodita al sentir aquel estímulo placentero –Lo que usted ordene… debo ir a arreglarme y prepararme ahhh…- dijo suplicante.
-Lo sé…- rió Shion alejando su rostro de la piel del pisciano.
-Usted sí que sabe dar buenas órdenes mi Señor, sí así va a decirme su tercer deseo estaré gustoso aquí saliendo de Libra…- jadeó el pisciano cubriendo su cuerpo con su amplia toga.
Shion le miró vestirse completamente embobado con aquella hermosura y palidez del objeto de su deseo… Afrodita salió de la habitación de Shion procurando no ser visto para escabullirse a su templo y así arreglarse.
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