15 dic 2009

¡Debe ser una broma!...

-Ahhh… Dhoko…. Yo ahhh…- gemía incesantemente Afrodita mientras Dohko incrementaba el ritmo de sus estocadas y de los movimientos de su mano sobre sus testículos.

-¿Te gusta mucho ah?- preguntó con sorna –haré que te encante más…-

El tono lascivo de Dohko logró crespar los nervios del peliceleste quien sabía que Dohko era conocido por su brusquedad y, hasta cierto punto, sadismo… recordó cuando Misty le contó de su último encuentro sexual con el librano, se veía agotado, lastimado, aquellos moretones y rasguños se los había hecho el propio ‘antiguo maestro’…

‘Dioses… ¿Por qué me habrá pedido esto?...’

Pensaba el sueco pisciano mientras Dohko comenzaba a poner un pequeño cinto alrededor de la base de su pene erecto apretándolo ligeramente y arrancándole un sonoro gemido.

-Ahh… ¿Qué haces?...- preguntó titubeante.

-Hacerte gozar Afrodita, luego vendrás clamando por más- rió Dohko botando la alarma interna del pisciano.

Dohko apretó con las yemas de sus dedos, ligeramente, los testículos del peliceleste y comenzó a masajearlos bruscamente sin tener la mínima contemplación, las estocadas de Dohko eran cada vez más bruscas y rápidas todo sin darle siquiera el tiempo a Afrodita de reaccionar.

Con su mano libre alcanzó un pequeño pendiente que había encontrado tirado en el pueblo cuando había comprado sus víveres y comenzó a rasguñar ligeramente la espalda de Afrodita logrando que éste comenzara a gritar de dolor mezclado con placer…

-Dohko ya… por favor…- rogaba lastimeramente el pisciano mientras unas lágrimas brotaban de sus hermosos ojos.

-Querrás más, yo lo sé…- dijo seguro mientras ampliaba sus rasguños sobre la delicada piel de Afrodita.

Volvió su mirada hacia la mesa de donde había tomado aquel oxidado pendiente y divisó una larga y ligeramente gruesa vela…

-Esto te encantará…- rió perversamente el librano mientras tomaba la vela.

Contempló aquella candela entre sus manos con retorcida sonrisa y sin dudarlo por más tiempo la introdujo por aquella cálida y ya dilatada cavidad del pisciano logrando sentir él mismo la presión que ejercía la vela en el interior contra su propio miembro… comenzó a moverla frenéticamente mientras gemía a todo lo que su agitada respiración le permitía mientras los gemidos y gritos que Afrodita emitía a todo pulmón llenaban aquella habitación y podían ser percibidos en aquel amplio templo de Libra…

Todas aquellas sensaciones tenían vuelto loco a Dohko sin duda… la presión de la vela contra su pene, la calidez de Afrodita, sus gemidos, jadeos y gritos… todo era una situación perfecta, al menos desde su retorcida perspectiva, era tanto su placer que procuraba guardar lo mejor para el final de sus perversos encuentros sexuales llenos de lo que él solía llamar “jueguitos”, eyaculó en el interior del pisciano sin siquiera tener en cuenta la intensidad de sus movimientos pélvicos y que estos habían logrado lastimar el interior de Afrodita, el ardor que el pisciano sintió le obligó a arquearse de dolor y trató de zafarse de esa horrenda situación, aquello más que sexo parecía una violación…

-¡No seas necio! ¡Esto te encanta!- gritaba totalmente excitado el librano mientras jalaba toscamente la cadera de Afrodita.

Shion ingresó al templo de Libra buscando cualquier indicio que le señalara dónde se encontraban su mejor amigo y el objeto de su deseo… de pronto escuchó, proveniente de la parte más interna del templo, los gritos y gemidos del pisciano…

-¡Ya Dohko me lastimas!- insistía Afrodita una y otra vez con la mirada encendida y sus ojos llenos de lagrimas, indicio del profundo dolor físico y emocional del que estaba siendo presa.

Corrió rápidamente hacia donde provenían los gritos de el peliceleste, se sentía verdaderamente mal de haber enviado a su preciado deseo con quien sabía era conocido por sus aventuras llenas de juegos sádicos.

Abrió la puerta para sorprenderse de lo que sus ojos veía, y no era que fuera la primera vez que viera a Dohko torturar a algún amante en turno, Afrodita se encontraba arrinconado sosteniendo sus piernas flexionadas, rasguñado, con lágrimas en los ojos; aquel semblante del peliceleste logró estremecerle de cierta manera…

-¿Qué haces aquí Shion?-

-¡Dioses Dohko! ¿Qué diablos haces?- preguntó Shion al ver toda la escena.

-Jugando con Afrodita, pero parece que ya se acojonó- rió Dohko acercándose nuevamente al pisciano quien miraba a Shion esperando que hiciese algo.

-Ya Dohko… déjalo, me lo llevaré a su templo, puedes divertirte a tus anchas con quien quieras…- expresó Shion acercándose al pisciano que yacía en el suelo y lo miraba suplicante.

-¿Con quien yo quiera?- preguntó empezando a planear sus juegos el librano -¿Se lo ordenarás?- preguntó finalmente.

-Claro, claro…- dijo Shion levantando entre sus brazos al pisciano.

-Quiero a Mu- pidió Dohko –hoy mismo…-

-Lo tendrás, ahora mando que te lo traigan, sólo no lo trates como veo que trataste a Afrodita- pidió Shion –no olvides que es mi discípulo.

-Claro, claro Shion, seré gentil y amoroso ¿Mejor?- preguntó Dohko.

-Supongo…- dijo Shion mientras salía de la habitación del librano y tras teletransportarse en varias ocasiones llegó hasta su alcoba.

Caminó hasta su cama llevando al pisciano entre sus brazos, sin emitir una sola palabra le recostó y se sentó a su lado.

-¿Por qué me enviaste con Dohko?- preguntó finalmente el peliceleste rompiendo el silencio que había.

-No pensé que te hiciera esto…- respondió apenado.

-¿Acaso viste todo?- preguntó cubriendo su lastimado cuerpo con la sábana de la cama de Shion.

-No, uno de los soldados me dijo que había escuchado gritos en su templo y bajé porque sabía que estarías ahí… lo siento Afrodita- dijo Shion levantando su mirada hacia la del pisciano.

Afrodita miró el semblante apenado de Shion, lograba conmoverlo ver a Shion así por él… estaba sin duda adolorido y se sentía humillado gracias a Dohko pero no podía evitar sentirse atraído por aquel patriarca que lo enviara con su torturador…

Acercó su mano y en un ligero roce tocó la pálida mejilla del ariano, sabía que si Shion quería tomar su cuerpo lo haría y dadas las condiciones no podría oponer demasiada resistencia aunque quisiera; con aquel contacto Shion miró atónito al pisciano quien acercó su rostro al suyo para fundirse con él en un largo beso.

-Dijiste que después que Dohko me hiciera vibrar viniera a ti para que me dijeras tu tercer deseo pero antes deseo sanes mis heridas- rogó Afrodita quitando aquella sábana que le cubría y acercando su cuerpo al del patriarca.

Shion acarició la lacerada espalda del pisciano con delicadeza notando el dolor que el pisciano sentía a través de sus expresiones y quejidos ahogados, besó nuevamente aquellos labios que la noche anterior le robaran el sueño y cumplieran su fantasía más grande: tener a Afrodita para sí…

-Voy a curarte y a cuidarte, no quiero lastimarte más, mañana te diré mi tercer deseo- dijo Shion con voz calmada y apacible expresión.

Besó la frente del pisciano y comenzó a curar sus heridas escrupulosamente, tras ello se recostó a su lado y ambos quedaron dormidos esperando que el fulgor de la mañana les despertase.

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