25 dic 2009

A trabajar se ha dicho

En el templo de Athena, Saga permanecía platicando con Phenril sobre el plan a seguir, el geminiano dudaba que el rubio pudiera dejar fuera al guerrero solar, le resultaba más probable que Pirois descubriera todo y, sin decir nada, mandara la información a su santuario y elaboraran todo un plan para emboscarlos.

— ¿Estás seguro que Mime podrá lograrlo sin contratiempos?

—Mime lo hará, no puedo asegurarte que lo matará, pero sin duda lo dejará fuera de batalla— explicó Phenril mirando fijamente a un, aparentemente, frío geminiano.

—Espero que todo resulte bien— suspiró Saga caminando hacia la puerta del salón principal —Voy con Mina al pueblo, ¿quieres venir?

—No, voy a vigilar cómo van dándose las cosas, nada más hablo con la señorita Kido, y me dedico a eso— se excusó el asgardiano de forma educada.

—Si se te ofrece estaremos en la plaza del pueblo tomando café.

—Gracias Saga—

El geminiano salió del salón y caminó absorto en sus pensamientos hasta toparse con Mina en la explanada del templo, la rubia chica le observaba curiosa, sabía que Saga no era precisamente extrovertido o muy expresivo, pero esa actitud tan rara le resultaba por demás llamativa.

— ¿Estás bien? — preguntó la joven.

—Sí, vamos, de verdad tengo ganas de beber café hoy— dijo caminando junto a la rubia guerrera que lo miraba con curiosidad.

—Rara vez tienes ganas de salir del santuario, ¿qué pasó hoy?

—No mucho, sólo quiero salir a tomar café contigo hoy.

Ambos caminaron hasta la plaza central del pueblo para sentarse en una de las mesas de exterior de la cafetería del pueblo, todo parecía en calma. Mina observaba cuidadosamente al geminiano quien sólo leía el menú que la mesera les había ofrecido unos minutos atrás.

— ¿Qué vamos a servirles? —preguntó amablemente la joven mesera.

—Un cappuccino moka frío por favor. —Pidió Mina entregándole el menú a la mesera mientras Saga aún seguía leyendo hasta…

—Para mí un expreso por favor. —Dijo Saga cerrando el menú y entregándoselo a la señorita que terminaba de apuntar las órdenes de ambos guerreros en su pequeña libreta de notas.

—Enseguida, ¿algo más?

— ¡Oh no, gracias! —exclamó Mina con amplia sonrisa.

—Para servirles, ya mismo les traigo su orden.

— ¿Pasa algo Saga?

—Estoy tenso, no sé porqué tengo la sensación de que algo va a salir mal en este plan. No dudo de la capacidad de Mime, pero dudo que Pirois sea un completo estúpido.

—Nadie lo está tomando como eso, pero debemos mantenernos firmes en el plan, sino estaremos en serios problemas y Kazahaya aún no está preparada al cien por ciento.

—Lo sé, pero creo que deberíamos preparar algún plan alternativo, sólo por si acaso.

—De acuerdo, ¿qué propones Saga? —preguntó Mina intentando aligerar la tensión del geminiano.

—Ese es el problema, que por más que pienso no doy con una alternativa. Sólo entrenar con mayor dureza y estar preparados.

—Parece ser que es lo único que nos queda, eso y esperar que Mime logre su objetivo sin inconvenientes.

De regreso al santuario Kazahaya entrenaba con Michiru siendo observadas desde lejos por Camus y Milo que charlaban ocultos en las periferias del Santuario sin perder detalle del entrenamiento de ambas guerreras.

— ¿Crees que el tipo ese note que todo esto es farsa? —preguntó Milo en voz baja.

—Lo dudo, parece bastante entretenido con Mime. Al que veo raro es precisamente a Mime, espero no vaya a hartarse y obviarlo todo dejando en descubierto todo el plan.

—Eso sería patético, no conozco a los guerreros de Asgard, pero igualmente ellos están en esto para ayudar a Hilda de Polaris a regresar a la normalidad, al menos eso fue lo que insinuó Phenril, ¿no?

—Sí, debemos estar alertas por si acaso. Voy a entrenar con Kazahaya, tiene que lograr controlar sus habilidades rápido sino estaremos en problemas. Te veo después Milo.

—Claro, yo me voy a mi templo a perder el tiempo y a actuar como si no soportara a nadie. Cuídate.

El guerrero de Escorpio se alejó de la zona dejando a Camus acercarse lentamente a la explanada donde entrenaban ambas guerreras. Michiru observó a Camus dirigirse hacia ellas y decidió detenerse logrando desconcertar a Kazahaya quien perdió el equilibrio y cayó estrepitosamente al suelo.

— ¿Qué pasó? —preguntó asustada la pequeña guerrera levantándose del suelo..

—Vas a entrenar con alguien más por hoy. Yo aún no estoy bien Kazahaya. —dijo la guerrera con ligera sonrisa.

— ¿Estás lista para entrenar conmigo? —preguntó Camus acercándose a ambas.

— ¡¿Qué?! — cuestionó con angustia en la mirada la nueva guerrera de Urano.

—Camus entrenará contigo hoy.

— ¡Va a congelarme! —exclamó en reclamo la joven guerrera ante la risa de Michiru quien se alejaba de la zona de entrenamiento para dejarlos trabajar sin estorbar.

—Si tienes miedo domínalo, porque el enemigo jamás va a ceder ante tu miedo, al contrario, se aprovechará de él.

—Suena tan fácil…

—Lo es si te concentras y confías en tu poder —respondió Camus comenzando a concentrar su cosmo para atacar a la pequeña.

— ¡Kazahaya no te quedes ahí nada más! —gritó Michiru para que su compañera se alistara.

— ¡Ya lo sé!, cielos… —se quejó la joven comenzando a concentrarse en los movimientos del guerrero dorado, tenía que anticiparse a sus ataques para contraatacar, con Michiru y Setsuna ya lo había conseguido, pero Camus le infundía miedo.

— ¡Ejecución Aurora!

Kazahaya saltó dando un giro sobre su cabeza para caer detrás del caballero dorado…

— ¡Tierra tiembla! —exclamó con todas sus fuerzas lanzando su ataque hacia el francés quién pudo detenerlo con sus manos siendo impulsado hacia atrás por la fuerza del ataque.

—No estuvo mal Kazahaya —dijo Camus arrojando el ataque de Kazahaya contra los árboles que rodeaban la zona.

—Aún así lo detuviste y desviaste.

—Claro, porque te faltó concentración. El ataque de Haruka no podíamos desviarlo por el coraje que infundía en su concentración de poder.

—Causaste desastre con tu poder Kazahaya, observa los árboles, ahora sólo falta que aprendas a concentrarte en lo que debes, eso logrará que tus ataques sean precisos y fuertes. —explicó Michiru acercándose a ambos.

—Concentrarme dicen… debo trabajar con eso —dijo cabizbaja la joven. Camus colocó su mano sobre la cabeza de la chica y agitó su rubio cabello para reconfortarla.

—Shaka puede ayudarte con eso, créeme. No es tan difícil y sabemos que puedes ser muy poderosa Kazahaya. —dijo el guerrero dorado a la pequeña quien le miró boquiabierta.

—Confía en ti.

—Gracias. Iré a ver a Shaka, entonces. ¡Adiós! — dijo la joven guerrera corriendo hacia la larga escalinata que conducía al primer templo.

— ¿De verdad crees en lo que dices, o lo haces para ayudarla a confiar en sí misma? —preguntó Michiru mirando fijamente al frío guerrero francés.

—De verdad lo creo. Creo que Kazahaya tiene mucha fuerza de voluntad y fe, eso le faltaba algunas veces a Haruka, ella lo sustituía con coraje o ira; pero no es lo mismo el poder impulsado por la fe y la voluntad que el poder impulsado por el coraje. Necesita creer que puede, además de concentrarse.

—Gracias por ayudarla.

—¿Aún te duele, verdad? —preguntó el francés acercando su rostro al de la guerrera quien le miraba sonriente.

— ¿Qué?

—Tus heridas, ¿a quién crees que engañas?

—Un poco, sólo un poco. —dijo abrazando al guerrero quien correspondió el abrazo.

—Vamos al templo para que descanses, sino menos vas a recuperarte.

—Claro Camus, vamos.

Ambos guerreros subieron hasta Acuario para descansar hasta la hora de cenar. En el salón principal Serena y Saori observaban cuidadosamente las anotaciones que Phenril había hecho sobre los guerreros de Helios, al menos todo lo que Mime le había dicho y lo poco que él había percibido mientras estuvo en el templo del dios solar.

— ¿Será posible que estemos listos a tiempo? — Preguntó Serena con ligera angustia en su mirada.

—Lo estaremos, lo importante ahora es que Mime se haga cargo de Pirois mientras terminan de entrenar a Kazahaya. Ya hemos trabajado en conjunto y las cosas resultaron bien pese a las bajas, pero hemos hecho una buena alianza Serena, tranquila.

—Tienes razón Saori, todo saldrá bien.

Ambas diosas continuaron revisando cuidadosamente las anotaciones para dárselas a Saga y Mina para que ellos y sus respectivos compañeros las analizaran. Darien miraba desde afuera del salón principal, estaba visiblemente tenso, la situación tenía a Serena muy preocupada y eso sin duda no era bueno para nadie…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta tu historia,ates de esta leí la de El caos de Afrodita y me pareció excelente la forma en q mezclas los caballeros de oro con las sailor , por favor continua esta historia, esta genial =)