-Ahhh Shion… estoy exhausto- dijo Afrodita echando su cuerpo hacia atrás para dejarse caer sobre la cama.
Shion se levantó de la cama, aún tenía suficiente energía y ganas de divertirse como para sencillamente recostarse al lado de su amante en turno y dormir plácidamente mientras el pisciano, como siempre, jugueteaba con su cabello hasta dormirse.
-Voy a caminar- dijo con tono de molestia el patriarca.
Afrodita miró a Shion salir de la habitación sólo con una bata de seda negra cubriendo su cuerpo desnudo, estaba verdaderamente cansado como para salir detrás de Shion y convencerlo de quedarse a su lado, llevaban juntos un par de meses en los que Shion había experimentado toda clase de cosas con su cuerpo, desde velas y cuero hasta látigos y navajas, pero en esta ocasión Afrodita ya no estaría dispuesto a dejarse utilizar como un muñeco al servicio de Shion. Se enredó en las sábanas de seda de la lujosa cama del patriarca y tras apagar la débil luz a su lado cayó dormido dispuesto a descansar.
-¿Todo bien Señor Shion?- preguntó un soldado que cuidaba la seguridad del templo principal extrañado de ver a Shion a esa hora en las afueras del templo principal.
.¿Qué te hace pensar que hay algo mal?- preguntó fastidiado Shion.
-Nada Señor, es extraño verlo afuera a estas horas- explicó apenado el soldado.
-Vete a cumplir tus funciones, daré un paseo y regreso luego, pero si te aburres dentro de mi alcoba hay una cortesana bastante fina- dijo entre carcajadas Shion caminando hacia las escaleras.
Bajó hasta Piscis sin saber realmente que hacer para liberar su enojo y energía acumuladas, había esperado todo el día para pasar toda la noche con Afrodita pero sus planes y cálculos habían fallado, y si lo pensaba bien ya tenía dos semanas de que Afrodita no estaba tan dispuesto a “jugar” con Shion como este quisiera.
‘¿Qué haré?’
Pensó mientras caminaba en círculos dentro del templo de Afrodita cuando una idea asaltó su mente…
‘¡Eso es! Haré visitas calientes’
Comenzó a reír como poseso por la sola idea de imaginarse a su discípulo Mu a sus pies lamiendo su miembro o a Camus rogándole por más, se relamió los labios tan sólo de imaginarse a Shaka desnudo…
-¡Manos a la obra!- exclamó con inmensa sonrisa y entre sonoras carcajadas.
Salió del templo de Piscis decidido a pasar la noche más inquieta de toda su existencia, llena de sexo, placer y, ¿por qué no? ¡Dolor!
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