28 abr 2010

Capítulo 12: ¿En serio todo terminó?

Después del entierro y la ceremonia del mismo fueron retirándose con dirección al templo principal donde se suponía permanecerían esa noche en señal de luto por la muerte de su diosa, conforme fueron llegando se sentaban en los amplios y cómodos sillones que Shion había mandado colocar en el salón más lujoso del Templo Principal.

Todos conversaban en voz baja escuchándose sólo murmullos en todo el salón, los caballeros de bronce, excepto Ikki, parecían inconsolables por la muerte de quien en vida los tratase tan mal durante su infancia…

Por su parte los caballeros de oro se miraban y comentaban murmurando sobre lo sucedido en la fiesta y las consecuencias de la misma, Shion fue el último en entrar al salón con actitud imperiosa y colocándose frente a todos exclamó:

-Éste luto se hará como a nuestra querida diosa le hubiera gustado que la celebráramos, así que, Dohko pide que traigan las bebidas y que pongan la música, ¡Celebremos a nuestra diosa!- gritó finalmente de manera triunfal.

Todos se miraban con sorpresa por lo que Shion acababa de declarar, algunos ni tardos ni perezosos comenzaron a beber nuevamente y se volvió a dar rienda suelta a la celebración en curso…

Afrodita y Milo se miraron mutuamente y decidieron salir del templo para terminar la charla que no pudieron concluir el día anterior por la llegada de Saori…

-Mira Afrodita, creo que ambos nos conocemos demasiado bien para saber que nos dejamos llevar por el desenfreno con mucha facilidad…- explicaba Milo con seriedad ante un Afrodita calmado.

-Lo sé- asentía el pisciano.

-Quiero intentar algo contigo pero creo que ninguno puede decir que no cuando se le provoca, por lo que creo no debemos ponernos limitantes en ese sentido…- continuaba Milo.

-Estoy de acuerdo con eso…- asentía Afrodita con la cabeza.

El griego peliazul tomó de la mano al pisciano para conducirlo a través de las escaleras al templo de Piscis y pudieran continuar conversando ya que había notado que algunos de sus compañeros ya habían salido de aquel salón para irse a sus templos y otros para divertirse al aire libre.

Entraron en silencio la templo del pisciano tomados de la mano, al llegar al pie de la escalera que conducía a la planta superior se detuvieron en total silencio hasta que el escorpión no aguantó más…

Jaló hacia sí, al pisciano rodeándolo con sus brazos y besando aquel blanco cuello que desprendía un ligero aroma a rosas, los gemidos y suspiros del peliceleste no se hicieron esperar e inmediatamente comenzó a acariciar los brazos del griego a su lado.

Tomó la mano de Milo y lo guió hacia su habitación lentamente a modo de jugueteo, una vez dentro de la alcoba del pisciano Milo, sin perder el tiempo, retomó las caricias y besos apasionados, y aquellas juguetonas manos recorrían a placer el cuerpo de Afrodita entre gemidos ahogados de éste por tantas sensaciones juntas.

-Ah… Milo… ah…- gemía una y otra vez Afrodita, mientras jugueteaba con el cabello de Milo entre sus dedos.

Entre caricias y besos furtivos el escorpión despojó hábilmente al pisciano de su ropa y comenzaba a despojarse de la propia para quedar frente a frente totalmente desnudos. El pisciano contemplaba aquel bien formado cuerpo del escorpión como si fuera la primera vez que le veía así, le encantaba recorrer su cuerpo con la mirada, sabía que Milo aún tenía un poco de pudor y se intimidaba un poco de que le examinaran mientras estaba desnudo…

-¿Afrodita qué pasa?- preguntó Milo algo desconcertado -¿Te has arrepentido?-

-¡No! ¡Eso jamás Milo! quiero estar contigo, de ello no hay dudas- afirmó con una seguridad contagiante el peliceleste arrancándole una hermosa y sensual sonrisa al escorpión.

-Luces hermoso así Afrodita- dijo Milo acercándose lentamente a Afrodita, como acechando a su presa –Me fascina tu aroma…-

Comenzó a lamer y juguetear con el cuello del pisciano dejando a este totalmente inmóvil gimiendo ahogadamente y totalmente ruborizado por la cercanía de Milo a su cuerpo…

- También quiero estar contigo Afrodita…-

Aquellas palabras, provenientes de la persona de la que quería escucharlas, resonaban en su cabeza invitándolo a entregarse en cuerpo y alma al escorpión quien también hacía lo suyo en materia de darse totalmente al pisciano…

Acarició casi en un roce la cintura del pisciano con la punta de sus dedos poniendo tenso al peliceleste quien por la desesperación besó al escorpión mientras acariciaba la espalda de este; los besos furtivos y caricias que se propinaban el uno al otro, aunado a los intensos y repetidos jadeos y gemidos que emitían generaban un ambiente de cariño y pasión que era envidiable tomando en consideración la orgía de luto, comandada por el honorable Patriarca Shion, que se vivía en el salón principal –pero de eso, luego abundaremos en ello para no dejar dudas-.

Afrodita guió al escorpión, sin dejar de besarlo, hacia la cama para recostarse ante la mirada extasiada de Milo quien al verlo sobre la cama se acercó seductoramente besando sus pantorrillas, las rodillas, los muslos para, finalmente, detenerse en la hombría del pisciano, primero besando el miembro del peliceleste para después lamerlo y mordisquear juguetonamente sin perder contacto visual con su amante, introdujo el erguido miembro del pisciano en su boca y comenzó a succionar y degustarlo con frenesí, los profundos y roncos gemidos de Afrodita le invitaban a aumentar la intensidad de sus movimientos. Afrodita comenzaba a desesperarse por todo aquello, apretó con furor las sábanas de su cama mientras se arremolinaba ligeramente y jadeante expresó:

-Ya… ah… Milo… ah… ven aquí…- suplicó con voz silbante por la excitación –No... Quiero que acabe así…-

El escorpión entendió enseguida las súplicas del pisciano y recostándose a su lado sobre la cama continuó acariciándolo y besándolo apasionadamente. La juguetona mano del pisciano se encontró con aquella dura hombría del escorpión que no había tenido atención alguna hasta ese momento, acariciándolo delicadamente con mirada lasciva, recorrió el miembro de Milo de base a punta en delicados roces provocándole nerviosismo al peliazul quien entrecerró los ojos por el placer que le generaban aquellas caricias… el pisciano invitó al escorpión a enderezarse para que continuara, ya no aguantaba más todo aquel jugueteo, quería sentirlo dentro de sí…

-Me encantas Afrodita…- musitó el escorpión cerca del oído del pisciano.

Milo se levantó y acariciando la cadera y muslos del pisciano procedió a separar las piernas del mismo contemplando con lujuria aquello que se le presentaba sonrojando al peliceleste quien desvió su mirada de la del escorpión quien guió su hombría hacia el interior del pisciano arrancándole a éste un ronco gemido, una mezcla entre dolor y profundo placer que impulsó al peliazul a continuar, una vez en el interior del pisciano esperó un par de segundos para que aquella cálida cavidad terminara de dilatarse y no provocar herida alguna… segundos después, la desesperación de ambos los orilló a continuar, el escorpión comenzó a moverse de adentro hacia fuera primero lentamente hasta comenzar a acelerar sus estocadas una vez que sintió que estaba por venirse, se inclinó hacia su pisciano para abrazarlo y levantarlo entre sus brazos y así llegasen juntos al clímax.

Aquel movimiento que Milo realizó para levantarlo le provocó una descarga eléctrica que recorrió su espalda de arriba hacia abajo con total intensidad haciendo que arqueara ligeramente su espalda, siendo sostenido por los fuertes brazos del escorpión que había sentido algo similar, continuó moviéndose en el interior del pisciano mientras ambos jadeaban constantemente repitiendo lo mucho que querían estar juntos hasta que ambos sintieron que estaban al borde de la eyaculación…

-No puedo más…- exclamó entre gemidos el pisciano ante la mirada complacida de su amante.

-No lo detengas…- apenas dicho esto el escorpión se vino en el interior del pisciano provocándole a éste la eyaculación por aquella placentera sensación.

Cayeron exhaustos y jadeantes sobre aquel lecho uno junto al otro y continuaron besándose y acariciándose mientras se murmuraban lo mucho que se deseaban… Acordando finalmente ser amantes pero respetar sus andanzas en medida que sus respectivos orgullos se los permitieran, pero siempre manteniéndose con una comunicación excelente para que los falsos rumores no les dañasen, sobre todo en un santuario tan lleno de chismosos y libidinosos.

Mientras Afrodita y Milo se entregaban en cuerpo y alma, en aquel salón del templo principal se daba rienda suelta a todas las bajas pasiones de los caballeros de oro, plata y bronce que ahí aún se encontraban, bebidas alcohólicas que paseaban libremente por todo el templo, parejitas, tríos y cuartetas de guerreros y guerreras se hallaban por doquier llevando a cabo todas las locuras que se les ocurriera sin dar límite alguno.

Desde un rincón del templo Kanon, Saga y Sorrento contemplaban todo aquello sin dar crédito a lo que sus ojos veían:

-Ya me imaginaba que Shion haría una estupidez como esta- exclamó Saga con resignación.

-¡Qué bueno que no tenemos que vivir esto día con día!- se burló Kanon ante la mirada estupefacta de Sorrento al ver la expresión de Saga.

-Sí, bueno…- interrumpió Sorrento al menor de los geminianos –Debemos regresar al santuario marino, Kanon-

-Sí, lo sé, pero no quería perderme este espectáculo barato de Shion, digo, Saga lo verá todos los días yo sólo me llevaré un lindo recuerdo que me hará reírme cada vez que me acuerde- rió divertido al ver a su hermano suspirar resignado y molesto por aquello.

El general marino de Siren jaló a su compañero para salir de aquel lujoso salón que había sido convertido en un rotundo tugurio lleno de borrachos y orgías.

-¡Que aburrido eres Sorrento!- exclamó Kanon saliendo del santuario detrás de su compañero.

-Sólo estabas molestando a tu hermano- alegó Sorrento siendo silenciado por los juguetones labios del geminiano quien le jaló atrayéndolo hacia sí para abrazarlo sin interrumpir el beso.

-Me gustas tanto, sirena- dijo en tono seductor el geminiano ante el sonrojo del austriaco.

-¡Kanon!- exclamó –regresemos ya…- pidió el general marino tomando la mano de su compañero.

Resignado, Kanon continuó caminando detrás de Sorrento con rumbo al santuario marino volteando de vez en vez hacia el templo principal para ver si alcanzaba a divisar algo estúpido que le hiciera reír…

FIN

1 comentario:

Hikaru dijo...

me ha gutsado muxo tu fic, escribes genial.