Ya no recuerdo la última vez que bebí tanto, lo cierto es que jamás me había sentido tan sucio en toda mi vida. Ni siquiera puedo abrir los ojos el dolor de cabeza es tremendo, tanto, que me impide siquiera moverme un milímetro de la posición en que estoy.
-Te dejo Andy, nos vemos en la universidad-
La voz de Bob resuena en mi cabeza, sólo puedo atinar a emitir un quejido en señal de aprobación a su comentario, me siento fatal, completamente adolorido. Le escucho salir de mi habitación y descender las escaleras para abrir la puerta de mi casa y salir dando un portazo. Siento ganas de vomitar, jamás había tenido una noche tan loca y de forma tan consciente, al menos la planeación de mi desatrampada noche sí fue de forma consciente, sabía que Bob no se negaría a ir al bar conmigo, sabía que bebería hasta perderse y también sabía que él no podría dar cuenta, a ciencia cierta, de todo lo que yo hubiera podido o no hacer mientras él bebía hasta hartarse, después de todo ambos habíamos tenido muchos problemas durante la semana y nos sentíamos miserables.
Me levanto pesadamente de la cama, me duelen hasta las uñas, maldita sea. Me miro en el espejo y es como si me viera a mí mismo en el baño del bar “Avalon” con mis piernas rodeando la cadera de ese tipo, del que ni siquiera recuerdo su nombre, mientras me embiste con fuerza, con cada estocada sentía que mi frustración desaparecía, al menos eso creía yo; lo cierto es que ahora me siento doblemente frustrado, me han de haber follado por lo menos tres tipos distintos aparte de Bob, no cabe duda que sí puedo llegar a ser el “rey del desastre” en mi propia vida, Rich tenía razón. Entro a mi baño y sin pensármelo dos veces abro la llave del agua fría y me introduzco debajo del chorro del agua, ni siquiera lo frío del agua me reconforta. Tallo con fuerza mi cuerpo con un estropajo, me siento muy sucio, como si toda la mierda que hice y dije anoche la tuviera cubriendo mi cuerpo; de pronto miro hacia el suelo, pequeñas gotas de sangre pintan de rojo el agua que resbala de mi cuerpo hacia el drenaje.
-¡Carajo!- grito enfurecido al sentir el ardor en mi piel. Cierro enseguida la llave del agua y me cubro con la toalla para restregar nuevamente mi cuerpo y secarlo, el dolor apenas logra mantenerme consciente en lo que estoy haciendo.
Salgo del baño y mi mirada se encuentra con el reloj… ¿las doce ya? ¡Demonios! Sólo tengo media hora para llegar a la universidad y yo estoy que apenas me aguantan mis propias piernas. No sabía que tomar tan malas decisiones podía lograr que doliera hasta el cabello. Me visto a toda velocidad y corro, hasta la puerta de mi casa, lo más que mis piernas pueden soportar, sólo treinta minutos antes del comienzo de la clase del señor Hudson, mi padre. Maldita la hora en que decidí estudiar literatura como él.
Entro deprisa a la Universidad y me dirijo a mi casillero para extraer de él mi libro, sólo me quedan cinco minutos para llegar al aula 515 y tomar la clase de Literatura Contemporánea. Corro lo más rápido que puedo y justo antes de entrar al salón me topo de frente con él, la persona que más he amado hasta ahora, está conversando con Bob, demonios; seguramente Bob ya le contó que me revolqué con él anoche… sólo puedo entrar y dejarme caer en el asiento que siempre ocupo para evitar cuestionamientos; hasta atrás y junto al ventanal que da hacia el patio deportivo del campus. Siento la mirada de Bob pero evito voltear a verle, sólo puedo esperar a que, tal y como lo planeé, él ni se haya enterado de todo lo que hice en el Avalon anoche.
-¿Estás bien?- preguntó Bob sentándose a mi lado.
-Sí- me limito a responder -¿Por qué?
-Estás todo rasguñado, pareciera que te topaste con un estropajo metálico para lavar ollas.
Sólo le miro de reojo, supongo que mi expresión de fastidio le ha respondido todo por lo que simplemente ríe de forma discreta y revuelve mi cabello con su mano. Me siento fatal, puedo notar que Rich me observa de lejos mientras conversa con Claire; ella siempre ha estado interesada en Richard; claro, él es perfecto: inteligente, atractivo, tiene buen sentido del humor y además tiene la capacidad de hacerle a uno perder la cabeza con sólo una mirada.
-¿Señor Hudson?- me pregunta la voz de mi padre, pareciera que toda la clase la he pasado en mis cavilaciones, no cabe duda, hoy no era un buen día para venir a la universidad.
-¿Diga?- respondo confundido.
-Si no está en condiciones para atender la clase le suplico abandone el aula y vaya a la enfermería- la mirada de mi padre es severa, supongo que se imagina que de nuevo me metí en una “noche loca” con Bob.
-Discúlpeme- atino a decir mientras me levanto de mi asiento y camino hasta la puerta para salir del salón, siento la mirada de todos sobre mí, es bastante fastidioso, me duele la cabeza de forma descomunal y para colmo de males todo el cuerpo lo tengo cansado y lastimado.
Camino hasta la enfermería, si seré imbécil; debí irme a casa pero aún con todo lo que ha sucedido en mi vida relacionado con mi padre sigo obedeciéndolo sin objetar nada u oponer resistencia.
-Señorita Johnson, me duele mucho la cabeza- digo al ver a la enfermera sentada frente a su escritorio leyendo alguna revista de modas.
-Claro, siéntate ahí- dice señalándome una cama, se levanta con pesadez y camina hasta el estante que contiene los medicamentos, revisa, durante unos segundos, todos y cada uno de los botecillos que hay ahí dentro y finalmente toma uno entre sus manos, lo abre y extrae de él un par de pastillas, las coloca en una servilleta y tras servir agua en un vaso de plástico me da todo asumiendo que estoy lo suficientemente consciente para saber qué hacer con eso. La miro un par de segundos y de un sólo golpe introduzco las dos píldoras en mi boca tragándolas sin agua, siento como raspan al pasar por mi garganta, tanto que bebo el agua en un par de movimientos.
La expresión de sorpresa de la enfermera me hace reaccionar, debo haberme visto como un total troglodita; demonios, no está mirando mi absurdo comportamiento está dándose cuenta de los innumerables rasguños en mi cuello y brazos; ¡perfecto! Lo que me faltaba.
-¿Te duele mucho la piel?- pregunta asombrada de ver la cantidad de heridas que tengo.
-No en realidad- respondo cubriéndome con mi chaqueta, ¿por qué demonios no puede volver a leer su revista de modas y dejarme en paz?
-Deberías ver al doctor, no debe tardar en volver- me dice al tiempo que camina de nuevo hasta su silla para sentarse.
-No, será mejor que vaya a casa, descansar me hará mejor- digo levantándome y tomando mi libro entre mis manos.
-Como quieras- dice tomando su revista para volver a leerla.
Salgo de la enfermería y camino deprisa a mi casillero para guardar el libro, debo regresar a casa, ‘No debí haber venido en absoluto’ me repito una y otra vez a mí mismo sin fijarme en nada de lo que sucede a mi alrededor, estoy concentrado en llegar a mi casillero y guardar el libro.
-¿Estás bien Andy?- esa voz logra sacarme de mi ensimismamiento.
-¿Richard?- pregunto sorprendido de verlo -¿qué pasa?
-Conmigo nada, eres tú el que parece haberse metido en problemas anoche- me dice al tiempo que me jala hacia sí para acercar sus labios a mi oreja, comienzo a soñar supongo yo –Vamos afuera- me dice finalmente despertándome de mi fantasía.
-Sí- respondo azotando la puerta del casillero y siguiéndolo. Caminamos cerca de cinco minutos hasta llegar a la fuente que está en el extremo este del patio de la universidad, se sienta en la orilla de la misma esperando que yo haga lo mismo, pero decido esperar y poder mirarlo el mayor tiempo que me sea posible.
-¿Qué paso anoche?- preguntó finalmente.
-Nada, fui a beber con Bob al Avalon- respondo quitándole importancia a todo.
-Te conozco Andy, además Bob dijo que te le desapareciste un muy buen rato.
-¡Él qué demonios va a saber! Estaba verdaderamente borracho, tuve que llevarlo casi arrastrando hasta mi casa porque ya no podía ni con su alma- expliqué molesto por la situación –Además, ¡a ti qué más te da! Fuiste tú quien me mandó al demonio, ¿me equivoco?
-No te mandé a ningún lado Andy, te pedí tiempo porque me di cuenta que tú no estabas listo para sostener una relación con nadie, no fue porque yo necesitara el tiempo, creí que te había quedado claro, pero veo que no.
-¡No me trates como tratarías a un imbécil Rich!- exclamé verdaderamente molesto.
-No lo estoy haciendo, eres tú quien está comportándose como uno- su respuesta de verdad logró hacerme sentir peor, ¡ya lo sabía, maldición! No necesitaba escucharlo, no de él.
-¡Me voy a casa!- digo caminando lo más rápido que puedo, me siento verdaderamente miserable, alcanzo a escucharlo llamarme en repetidas ocasiones pero no iba a volver mi mirada hacia él y recordar que de verdad estaba comportándome como un reverendo imbécil.
No puedo dejar de pensar en todo lo que hice anoche, de verdad soy capaz de hacer muchas estupideces cuando me siento herido, llego a casa y ahí está Bob esperándome, lo último que necesito es verlo reírse de mí, además, ¿qué tenía que andar diciéndole a Rich lo que hicimos anoche?
-¿Qué haces aquí?- pregunté furioso.
-Vine a ver si estabas mejor- responde con su clásica sonrisa burlona que tanto me fastidia.
-Estoy bien, ¿te largas ya?- digo abriendo la puerta de mi casa y esperando que se vaya.
-¿No vas a invitarme a pasar?- responde riéndose.
-No, no estoy de humor para tus burlas, mejor lárgate de una buena vez- respondo entrando a casa y comenzando a cerrar la puerta detrás de mí siendo detenido por sus manos, demonios, ¿qué se supone que haga ahora?
-Ya estoy adentro, voy a ponerte de buenas Andy- dice al tiempo que se abalanza sobre mí para besarme y comenzar a acariciar mi lastimado cuerpo.
-Duele…- me quejo mientras él comienza a lamer mi cuello lleno de rasguños.
-Eso te lo hiciste tú solo, ahora no te quejes- dice comenzando a retirar mi chaqueta -¡Carajo Andy!- dice separándose de mí.
-Se me pasó la mano- digo cubriéndome nuevamente con la chaqueta –lo mejor será que te vayas a tu casa, de verdad no estoy para esto-
-Tu padre está enojado contigo, lo mejor será que no abras la puerta venga quien venga- me dice levantándose y ayudándome a levantarme del suelo.
-Sí, gracias Bob- alcanzo a decir para ser silenciado por sus labios sobre los míos, me gusta que me bese, sus labios son gruesos y carnosos, me llevan a otra órbita y hacen que pierda la cabeza.
-Cuídate Andrew- dice caminando hacia la puerta mientras yo trato de recuperar la poca cordura que me queda.
-Gracias.
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