25 dic 2009

Confesiones.

Saga  acompañó a Mina a su alcoba para alistarse, después de todo no había llevado ropa a Géminis por lo que era probable que los demás se imaginaran que habían pasado la noche juntos en el tercer templo.

—Tenemos que ser cuidadosos, no obvios Mina— pidió Saga con visible preocupación.

—Sólo somos Rei, Amy, Lita tú y yo, no tienes nada de que preocuparte, sólo observaremos— afirmó con seguridad la rubia chica saliendo del sanitario ya arreglada –Aún no les hemos dicho a las demás para evitar problemas, sobre todo por Serena—

Saga la miró cuidadosamente sin decir una sola palabra, sabía que estaba haciendo calor y ellas eran turistas… no era que no le gustase verla con jeans y top pero seguramente ese sujeto otra vez estaría haciendo comentarios estúpidos.

—Oye, no vas a quemarte con el sol— inquirió el geminiano ante la risa de Mina quien le tomó del brazo para salir juntos de la alcoba.

—No, estoy bien, tú tranquilo— respondió la joven cerrando la puerta de su habitación detrás de sí.

Saga miró al resto de las jóvenes con ropa similar, algunas incluso con traje de baño y pareo, otras con pantalón y bikini… sería un día caluroso en todo el sentido de la palabra.

Bajaron juntos la larga escalinata hasta el templo de Aries donde Mu acompañado de Milo, Aioria, Shura y Camus esperaban ansiosos a los demás, Aioria miró a Rei entrar al templo con aquel bikini rojo y unos jeans, le gustaba verla ciertamente podía robarle toda su atención.

—¿Listos?— preguntó Amy entrando detrás de Setsuna, acompañada de Michiru.

Milo asintió con la cabeza acercándose a ella y rodeando su cintura con su brazo derecho para después darle un beso en la mejilla, aquel gesto logró ruborizarla por completo, esa expresión y timidez de la chica le hacían perder la cabeza.

—Bueno, bueno… ¿nos vamos?— preguntó Mu con ligera impaciencia.

—Sí, creo que sería una muy buena idea— rió Setsuna notando la incomodidad del ariano.

Salieron de Aries para caminar por grupos hasta el pueblo, charlaban de lo que recorrerían y comprarían, sus inquietudes… llegaron al pueblo y de inmediato comenzaron a ver las tiendas y algunos jardines, recorrieron parte del lugar hasta llegar a la plaza central donde Frederick miraba desde una mesa del restaurante del hotel, no sería bueno acercarse, eran demasiados y Phenril no estaba con ellos por lo que lo mejor sería aguardar pacientemente, observar y si ellos se acercaban comportarse con naturalidad.

—Ese es el sujeto— musitó Lita a Rei para que esta mirara de forma discreta.

—Sí que es guapo— rió Rei ante la mirada acusadora de Amy.

—Esto es serio— reprendió la joven mientras Camus y Aioria conversaban con Michiru cerca del lugar donde Aetón bebía café.

—Vayamos pues— dijo Lita caminando hacia Michiru para despistar.

Las tres jóvenes caminaron hacia la violinista quien las miró dudosa, ¿acaso necesitaban algo?

—Oye Michiru— dijo con amplia sonrisa Rei –vienes con nosotras a comprar unas cosas—

—Claro— respondió con ligera sonrisa mirando a Camus quién sólo asintió con la cabeza mientras charlaba con su compañero.

Lita se acercó a Aetón para saludarle mientras sus amigas se acercaban lentamente para poder conocer a dichoso amigo de Phenril que parecía aún más sospechoso que el propio asgardiano.

—Hola Frederick— saludó Lita amablemente al rubio joven que sonreía seductoramente.

—Hola Lita, ¿Cómo estás?— preguntó con voz grave logrando captar la atención de Lita más allá de lo cotidiano.

—Bien ¿Y tú?— respondió con naturalidad la joven viendo a sus amiga acercarse –Chicas él es Frederick, viene de Asgard y es amigo de Phenril—

—Un placer— respondió Michiru amable, pero fríamente –soy Kaioh Michiru.

—El placer es verdaderamente mío Michiru— la mirada de Aetón parecía encenderse al ver a las jóvenes, las tenía cerca para conocer sus puntos débiles y utilizar eso a ventaja del señor Helios.

—Soy Rei Hino, y ella es Amy Mizuno— saludó Rei sonriente.

—Un gusto conocerlas chicas— dijo levantándose de su silla –Iré a pagar y… ¿Por qué no caminamos por ahí para poder charlar?—

—Claro— respondió Amy con ligera sonrisa ante la sorpresa de Michiru que sólo volvió su mirada hacia Camus que de lejos las miraba.

Al cabo de un par de minutos el rubio regresó al lado de las chicas para caminar hacia los guerreros que miraban todo sin entender qué estaba pasando, con excepción de Saga.

—¡Saga!— exclamó el rubio al ver al griego –También decidiste venir con tu linda chica—

—Así es— respondió Saga de forma amable, para la sorpresa de sus compañeros de santuario.

—¿Y tú eres?— preguntó Milo desconfiado.

—¡Ah!— exclamó Amy –Es Frederick, amigo de Phenril—

—Y asumo que tú eres el novio de Amy Mizuno ¿cierto?— preguntó Aetón deduciendo algunas partes beneficiosas para él y su santuario.

—Sí— respondió secamente el escorpión.

—Yo soy Aioria, él es Mu, él Camus y quien está junto a ti es Shura— introdujo el león dorado a sus compañeros para acortar tanta formalidad.

—Vaya un gusto conocerles, supongo todos amigos de Phenril— inquirió Aetón.

—Conocidos diría yo— respondió Shura acercándose a Setsuna y Michiru que cuidaban que Hotaru no se alejara demasiado.

—¿Por qué no caminamos?— sugirió Michiru, finalmente, mirando a Camus quien sólo asintió y caminó a su lado.

Desde lejos Phenril miraba lo que sucedía, si Aetón hacía algo mal él lo pagaría con su vida seguramente, y todo de forma injustificada porque sólo había ido con el propósito de advertir al santuario de Athena que Helios había despertado y buscaba venganza.

Tenía que ver la manera de acercarse más sin parecer sospechoso, debía, al menos, hablar con alguno de ellos y contarle lo que sucedía antes que todo saliera mal y los asgardianos tuvieran que combatir a los atenienses sólo para defenderse.

El grupo caminó con rumbo a la playa para esparcirse y algunos para poder charlar, Phenril aprovechó la situación para hacerles creer que ya estaba ahí de tiempo atrás.

—¡Con que aquí estás!— exclamó Lita al ver al asgardiano acompañado de Yin.

—Hola— dijo mirándolos a todos llegar.

—Hola Phenril, debiste venir con nosotros al pueblo, nos encontramos a tu amigo Frederick— dijo Saga indicándole al guerrero dónde se hallaba su supuesto amigo.

—Ah, así que Frederick vino a la playa con ustedes— dijo sacudiendo levemente su mano para saludar al rubio quien devolvió el gesto sonriente mientras conversaba, o al menos lo intentaba, con Michiru.

—Vaya, pues sentémonos aquí bajo la sombra para no terminar insolados— rió Mina finalmente.

Los cuatro se sentaron para charlar mientras Rei explicaba discretamente a Aioria sus sospechas y Amy caminaba en la orilla con Milo para alejarse lo suficiente y poder expresar lo que en realidad estaba sucediendo.

Hotaru y Setsuna jugaban con la arena tranquilamente mientras Shura y Mu les ayudaban acercando agua y conchas para decorar sus castillos.

—Así que eres violinista y pintora— inquirió Frederick a la joven que sólo abrazaba a Camus asintiendo con la cabeza.

—¿Tú a qué te dedicas?— preguntó finalmente Camus sintiendo la incomodidad de Michiru.

—Ah, soy viajero, voy de aquí a allá todo el tiempo, tengo la ventaja que mi familia es acomodada y no tengo la necesidad de trabajar— dijo confiadamente el rubio guerrero fijando su mirada en la de Michiru.

—Mi familia también es acomodada, no por eso me dedico a hacer nada— retó finalmente la joven separando el abrazo para sólo tomar la mano del acuariano quien la miró con ligera y burlona sonrisa.

—Ya veo, así que “trabajas” para mantenerte ocupada supongo— dijo con tono ligeramente agresivo el rubio.

—Así es, yo pinto y doy conciertos porque amo el arte, doy clases de arte precisamente por lo mismo, no porque tenga la necesidad de trabajar, sólo porque prefiero mantenerme ocupada— respondió con seguridad la chica haciendo que el rubio se incomodara ante su presencia.

‘¿Qué demonios tiene esta chica?’

Se preguntaba internamente sin poder hallar una respuesta a la pregunta, se sentía incómodo y no podía manifestarlo porque su orgullo era más grande que eso.

—¿Por qué no vamos con Hotaru?— sugirió Camus notando la incomodidad del rubio, Michiru sólo asintió con la cabeza y junto al acuariano caminó hacia donde las chicas y el par de caballeros dorados estaban entreteniéndose con la arena.
Al cabo de unos minutos la mayoría se encontraban jugando con la arena o en el mar mientras Lita y Phenril charlaban amenamente, el asgardiano trataba de encontrar el mejor momento para pedirle hablar con ella sin que “Frederick” notara lo que sucedía aunque parecía imposible, ya que el rubio, aunque jugaba en el mar con algunas chicas, miraba cuidadosamente los movimientos del asgardiano.

—Oye Lita necesito decirte algo— dijo finalmente Phenril evitando llamar la atención y  procurando que la joven hiciera algún aspaviento.

—¿Dime?— pidió Lita sonriente.

El asgardiano notó que Frederick se acercaba a ellos de forma sospechosa por lo que intentar algo ahí sería verdaderamente estúpido, así que miró a la desconcertada joven y le dio un beso en la mejilla logrando desconcertarla aún más. El rubio se detuvo en seco ante tal gesto de Phenril, ¿Acaso no le había visto ir hacia ellos?

—Oye Phenril debo regresar al hotel, me acompañas un momento— pidió el rubio ante el rubor y desconcierto de la chica sentada junto al asgardiano.

—Claro, ya vengo.

Ambos caminaron hacia unas rocas donde Aetón, visiblemente preocupado por lo que había visto, preguntó: —¿Te gusta la chica?—

—Un poco, pero no como para hacer una idiotez— dijo tajante el asgardiano.

—Eso espero, no quisiera tener que matarte yo mismo Phenril— advirtió Aetón mirando fijamente al guerrero quien sólo asintió con mirada retadora –Si quieres sólo diviértete con ella y luego te daré el privilegio de que la hagas tu esclava o la mates con tus propias manos—

—Por supuesto Aetón— dijo en tono seco Phenril.

—Mañana te veo en el pueblo, ve solo, necesito la información— pidió el rubio antes de marcharse.

Phenril regresó donde Lita aún aguardaba desconcertada, aquel gesto era extraño sin duda, y más aún tomando en consideración que aquel joven guerrero dudaba de la humanidad por completo, o al menos eso le había dicho él la tarde anterior.

—Lamento haberte molestado— dijo apenado el asgardiano.

—¿Qué fue eso?— preguntó Lita alterada.

—Un beso en tu mejilla— respondió de forma obvia el joven guerrero.

—¡Sé que eso fue un beso! Lo que te pregunté es ¿A qué vino el beso?— preguntó más alterada.

—Me gustas Lita, me agradas, me siento bien contigo, por eso mismo debo decirte algo, pero no aquí, no ahora— pidió Phenril tomando la mano de la joven y ayudándola a levantarse de la arena.

Ambos caminaron con rumbo al santuario de Athena en busca de un lugar donde el asgardiano pudiera terminar de hablar lo que quería, la joven estaba, sin duda alguna, completamente incómoda, aquel beso la había sacado de balance no podía negar que Phenril le atraía pero no podía fiarse de sus sentimientos y atracciones, no por ahora, no después de lo que había sucedido en varias ocasiones poniéndose en riesgo a sí misma y a sus queridas amigas.

Llegaron hasta un pequeño claro de bosque cercano al templo de Libra que estaba vacío en el momento, Phenril era lo suficientemente desconfiado para, junto con Yin, encontrar el lugar más seguro posible…

—Lita lo que voy a contarte no debe salir de tu boca por ahora, necesito más tiempo— pidió Phenril logrando angustiar a la joven que sólo desvió su mirada hacia el suelo.

—Habla ya— musitó Lita con desgano.

—Como ya te dijeron soy guerrero de Asgard y si bien la señorita Hilda, sacerdotisa de Odín y la señorita Saori, reencarnación de Athena quedaron como aliadas y nosotros como compañeros o amigos ahora no es así—

Aquella confusa explicación de Phenril estaba clarificando poco a poco las sospechas que el guerrero había despertado en Rei, no dijo nada hasta que pensara que fuera prudente, de ser necesario lucharía contra él con todas sus fuerzas…

—Helios, dios del Sol ha despertado y junto con su hechicera Circe han cambiado a Hilda de nuevo y nos hemos aliado con ellos para acabar con el santuario de Athena y, por supuesto con ustedes también, en venganza de la derrota que ellos vivieron hace doscientos años contra su alianza, Sigfried se dio cuenta de todo esto y nos envió a Tholl, Mime y a mí con la misión de avisar al santuario de Athena de esto para hacer algo y contrarrestar lo posible—

—¿Me estás diciendo que ustedes no están del lado de Helios?— preguntó Lita confundida.

—Así es, nosotros no deseamos luchar contra su alianza, amamos Asgard tal y como es— concluyó Phenril.

—Ya veo, pero… ¿Por qué no has dicho nada a Saori y Serena?— preguntó desconcertada la joven guerrera.

—Necesito tiempo, Frederick es un guerrero de Helios, uno de sus generales importantes, no un amigo mío, su nombre verdadero es Aetón, si él se entera de mi verdadera misión verá la manera que mis compañeros que están en Rodas mueran— explicó el asgardiano tomando la mano de la joven –No digas nada aún, pero si no puedo decir nada porque Aetón me mate necesitaré que lo digas tú, y Sigfried pueda comandar el ataque contra Helios evitando que dañen a la señorita Hilda y su hermana Flare—

—De acerado, pero ten cuidado, insisto en que de forma discreta deberías decirlo, dudo que Serena o Saori hicieran algún aspaviento, eso sí, no nos dirían nada ara evitarte problemas, pero en el momento justo podríamos ayudarles— insistió Lita con ligera sonrisa.

De pronto el lobo comenzó a aullar anunciando la cercanía de alguien, por lo que Phenril abrazó a Lita y tras murmurar ‘Lo siento’ la besó, separándose abruptamente de ella cuando por fin Saga se asomó.

—La cena está lista— dijo Saga evitando preguntas innecesarias y pérdida de tiempo.

—Claro, iremos para allá— dijo Phenril mirando al geminiano sin darse cuenta del intenso rubor en el rostro de la joven.

—Allá les vemos, entonces— dijo Saga caminando hacia el templo principal a paso rápido para alcanzar a Mina.

—Lamento hacerte eso y dejarte así— insistió Phenril.

—Todo bien, sólo no lo hagas más. No es gracioso— respondió la joven sentándose en el suelo.

—¿No irás a cenar?— preguntó desconcertado Phenril.

—Sí, adelántate, yo iré enseguida— respondió mirándolo.

—¿Segura?— inquirió el asgardiano aún más confundido, quizás ella se había sentido mal con aquello de los besos, sobre todo después de haberle confesado primero que le gustaba y después todo lo que estaba pasando con él…

—Sí, estoy segura, necesito estar sola— pidió finalmente la guerrera cerrando sus ojos.

—Bien, te veo arriba Lita— dijo finalmente Phenril caminando cuesta arriba para llegar a la escalinata, miró a Yin y le pidió que la cuidara sin que ella lo notara, después de todo Aetón lo había visto besándola y no iba a permitirle que la dañara.

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