Lita permaneció en silencio por largo rato, se sentía extraña con todo lo sucedido, todo lo que Phenril le había dicho la había confundido mucho, siempre tendía a fijarse en muchachos que no le convenían de una u otra manera: enemigos, chicos que le temían, que la ignoraban… estaba más que embrollada sobre todo si consideraba el hecho de que su vida corría peligro por la situación de Asgard y Helios… y a todo eso ¿Quién demonios era Helios? Dios del Sol había mencionado Phenril, al cual habían derrotado 200 años atrás, y ella aún no terminaba de recordarlo todo, seguramente sus amigas tampoco lo hacían y muy probablemente Serena menos recordaría algo así…
‘¡Michiru o Setsuna tal vez recuerden quién es Helios!’
Pensó la joven guerrera abriendo sus ojos y secando las lágrimas que de ellos habían emergido minutos atrás, lágrimas producto de sus recuerdos dolorosos, de la confusión que Phenril le había proporcionado… de sus miedos.
Se levantó del suelo con rapidez, tenía que llegar a la cena y esperar un momento para poder cuestionar a ambas guerreras del sistema solar externo, todo esperando que ellas pudieran eliminar esas dudas en su cabeza.
Corrió a través de los templos restantes hasta llegar al templo principal, entró al comedor sin hacer ruido para evitar llamar la atención, sobre todo la del geminiano y la de Phenril quienes charlaban con Saori y Serena. Se sentó a un lado de Michiru quien la miró desconcertada.
—¿Dónde estabas?— preguntó en voz baja la joven violinista.
—Caminando, necesito hablar contigo y Setsuna, pero no aquí ¿Puedes?— preguntó la joven con tal insistencia que Michiru sólo asintió con la cabeza mientras continuaba con sus alimentos.
Michiru hizo una discreta seña a Setsuna para que ésta le siguiera tras terminar de cenar, la mayor de las guerreras afirmó con la mirada continuando con su charla con el ariano y el pisciano, mientras Hotaru miraba entretenida la discusión entre Deathmask y Aphrodite de vez en cuando.
Phenril miró de reojo a Lita mientras ésta comía y charlaba con Michiru animadamente, sabía que probablemente la había lastimado, precisamente lo último que él hubiera querido hacerle a cualquiera que no fuera su enemigo, mucho menos a una chica que era de su agrado entero… El geminiano notó aquella extraña expresión del asgardiano y se imaginó que tenía que ver con algún rechazo de la chica hacia él o algo similar por lo que le miró a manera de llamar su atención y sólo le hizo la seña de salir del comedor con él.
Ambos guerreros salieron del comedor sin emitir una sola palabra hasta hallarse afuera del templo principal, en la explanada, Saga se detuvo en seco y mirando hacia el horizonte comenzó a charlar con el visiblemente confundido guerrero.
—¿Te gusta la chica verdad?— preguntó directamente.
—Creo que eso es obvio, pero yo no sé… jamás me he relacionado así con alguien, siempre he evadido ese tipo de cosas y ahora me siento extraño— explicó Phenril apenado.
—Te entiendo— dijo saga mirando al joven asgardiano –Yo estaba en una posición muy similar a la tuya, sí he tenido algunas relaciones en mi vida pero ahora es distinto, me atrevía a enamorarme y sé la fortuna que es ser correspondido— explicó Saga con extraña expresión, entre apenado e ilusionado.
—Tienes suerte— respondió Phenril desviando su mirada hacia el horizonte.
—¿Te ha rechazado?— preguntó de forma directa el geminiano nuevamente.
—No, el problema no es ese, soy yo, soy malo para esta clase de cosas, soy muy buen guerrero, pero humano soy demasiado frío y desconfiado— explicó sin despegar su mirada del cielo.
—Mina una vez me contó que su amiga Lita es muy enamoradiza y casi siempre ha terminado mal por ello, la han lastimado muchas veces, quizá también tenga que ver con eso, entre tu situación y la de ella sí que esto es algo complejo para ambos.
Phenril escuchó atentamente al geminiano sin emitir una sola palabra más, sabía que tenía razón de alguna extraña manera pero él no se atrevía a dar un paso hacia delante, sonrió ligeramente y asintió con la cabeza, el griego sólo cerró sus ojos en señal de aprobación y se retiró de la explanada, después de todo quería ver a Mina, por lo que decidió esperarla afuera de su alcoba en el templo principal.
Lita, Michiru y Setsuna entraron a la habitación de la mayor de las guerreras para poder conversar de lo que tan inquieta mantenía a la guerrera de Júpiter…
—¿Y bien Lita?— preguntó con ligera impaciencia Michiru.
—Quería preguntarles… ¿Quién es Helios?, digo, sé que ustedes no perdieron totalmente la memoria, bueno jeje, tú Setsuna de hecho nunca la perdiste—
Ambas guerreras se miraron mutuamente, estaban desconcertadas por la pregunta, era la segunda vez en el mes que escuchaban hablar de Helios y eso no era muy buena señal. Michiru cerró sus ojos con ligera sonrisa y después miró a la joven guerrera para por fin decirle:
—Helios, en la mitología griega, no es otro más que el dios Sol, hermano gemelo de la diosa de la Luna Selene, y también hermano de Eos la Aurora— la explicación de Michiru parecía muy “histórica”, nada de lo que ella en verdad quería escuchar, pero no podía ser muy obvia, después de todo Phenril le había pedido no decir nada.
—¿Hermano gemelo de Selene?— preguntó finalmente Lita.
—Así es, ambos son gemelos— respondió Setsuna con la calma que tanto la caracterizaba.
—Vaya…— suspiró la guerrera más joven sentándose finalmente sobre la mullida cama.
—¿Qué está sucediendo Lita?— preguntó Michiru intentando indagar.
—Nada— respondió la chica mirando fijamente a la violinista –Es sólo que me dio curiosidad—
Setsuna miró a Michiru, algo sin duda andaba mal, tenían que averiguarlo antes de que fuera tarde y no pudiera hacerse nada al respecto, primero el sueño de Serena y ahora la pregunta de Lita, ambos involucrando al mismo personaje que esperaban no volver a ver jamás…
—Lita necesitamos que nos seas sincera, dinos de dónde sacaste el nombre del dios Helios— preguntó finalmente Setsuna con una seriedad no muy extraña en ella pero con mirada de angustia.
—Les diré si me explican ¿Qué tiene que ver Helios con nosotras?— preguntó con firmeza la joven guerrera ante el asombro de ambas guerreras del sistema solar externo.
—De acuerdo— suspiró Michiru resignada –Helios quería dominar la Tierra hace doscientos años, nuestra diosa, Selene, y la diosa de la guerra y la sabiduría, Athena, decidieron unir fuerzas para detener los planes de Helios, cuando éste se enteró intentó convencer a Selene de no atacarle y aliarse a él para juntos ser dueños del planeta, pero Selene decidió seguir adelante y tras muchos problemas y sangre derramada de ambos bandos Helios fue encerrado en su jarrón con los sellos de Athena y Selene—
Lita escuchaba aquello asombrada, no había terminado de entender a Phenril, pero ahora todo parecía más claro a sus ojos, sin duda Helios debía odiar a Serena y querría acabarla… tenían que hacer algo pronto o sería muy tarde, debía convencer a Phenril de hablar.
—¿Qué ibas a decirnos tú Lita?— preguntó Setsuna comprendiendo el miedo de su compañera de batallas.
—Es que…— titubeó Lita –Si les digo no hagan nada aún por favor—
Pidió con los ojos empañados, logrando perturbar la visible calma de Setsuna y el semblante apacible de Michiru. Ambas guerreras asintieron con la cabeza sin decir una sola palabra, debían apoyarse entre ellas, después de tantas batallas y experiencias juntas eran más que compañeras, amigas. Una vez sintiéndose en confianza con sus compañeras Lita secó sus lágrimas y comenzó a explicar lo que estaba sucediendo:
—Phenril me contó hace unas horas que Helios ha despertado y busca venganza, tiene entre sus guerreros a una hechicera que ha embrujado a la sacerdotisa de Asgard y ella les envió a apoyar al ejército de Helios para acabar con nuestra alianza de una buena vez—
Aquello las heló hasta los huesos, eran muy malas noticias y parecía que al ir avanzando el tiempo todo sería peor.
—Circe otra vez…— susurró apesadumbrada Setsuna.
—Lita…— musitó Michiru –La señorita Kido y Serena deben saberlo— finalizó angustiada.
—Debemos hacer algo ya— insistió Setsuna alarmada.
—Esperen, porque el tal Frederick no es otro más que Aetón, no es amigo de ellos, Phenril fue enviado a vigilarnos y pasarles información a través de Aetón, pero el líder de los asgardianos, un tal Sigfried, les pidió avisarnos lo que sucedía para aliarse a nosotros, en Rodas están otros 3 compañeros de Phenril—
—¡Cielos!— exclamó Michiru –Si estos guerreros de Asgard están buscando aliarse a nosotros y están ahí no podemos ser muy obvios, sobre todo por la presencia de Aetón aquí en Atenas—
—Lo mejor será que Phenril hable con ambas diosas, y sólo ellas y nosotras estemos enteradas de todo, y despistar a Aetón, lo más seguro será que piense que la alianza está desintegrándose para que se sientan seguros y decidan atacar un frente— en la voz de Setsuna se podía percibir su angustia.
—Lita, convence a Phenril de hablar con ellas, ya iremos viendo la estrategia para despistar a Helios y sus guerreros para poder liberar a los asgardianos de su aparente alianza y puedan ayudarnos— pidió Michiru mirando directamente a la joven guerrera.
Lita sólo asintió con la cabeza y salió de la alcoba de Setsuna dejando a ambas guerreras pensando en lo ocurrido, debía convencer a Phenril lo más pronto posible, el tiempo era un lujo que no podían darse. Caminó a través del pasillo hasta llegar a la puerta que albergaba detrás de sí la habitación del asgardiano, tímidamente llamó a la puerta con ligeros toques de su mano, sabía que Phenril atendería ya que Yin habría escuchado los golpes. Al cabo de un par de segundos Phenril abrió la puerta sorprendido al ver a Lita detrás de su puerta.
—¿Puedo pasar?— preguntó la joven al desconcertado guerrero.
—Claro, adelante— dijo abriéndole paso a su habitación y cerrando la puerta finalmente.
Lita caminó hasta la ventana sin emitir una sola palabra, el asgardiano aguardaba impaciente, qué era lo que había impulsado a Lita a buscarle en el templo de Athena, sobre todo después de lo que le había contado.
—¿Quieres sentarte?— preguntó Phenril confundido.
—No es necesario Phenril, no me tardaré mucho— respondió Lita volviéndose hacia el guerrero quien la miraba aún más desconcertado.
—¿Qué sucede?— preguntó finalmente Phenril tras reaccionar a su asombro.
—Habla con Athena y Selene, te lo suplico— dijo con la mirada y voz llenas de angustia la joven guerrera –Sé de Helios y la batalla hace doscientos años, mi diosa corre peligro, todos lo hacemos—
Phenril la miró comprensivo, sabía que ella tenía razón, con lo que estaban haciendo no sólo estaban exponiéndose los asgardianos, sino que estaban exponiéndolos a todos por darle tiempo a Helios de planear una estrategia certera.
—Hablaré con ellas mañana Lita, tienes razón— admitió el joven guerrero sentándose sobre la cómoda silla que estaba frente a la cama, su semblante estaba lleno de calma, sabía que era lo correcto.
—¿De verdad?— preguntó Lita con la mirada iluminada.
—Lo haré, pero necesitaremos ser cautelosos, habrá que hacer planes, Helios no está solo, tiene a un guerrero que dice que aniquilará a la líder de las guerreras de la Luna— explicó nuevamente Phenril. La mirada de Lita se ensombreció por completo… ¿Un guerrero que aniquilaría a Mina?
—¿Quién es ese sujeto?— preguntó llena de angustia nuevamente.
—No tengo idea, sólo escuché a Circe decir que tenían el arma perfecta para acabar con la líder de las guerreras de la Luna, que era un guerrero que ella conocía a la perfección— aquella explicación sólo logró asustarla más, se dejó caer sobre el suelo de rodillas, su preocupación estaba haciendo sus nervios añicos.
Phenril se levantó enseguida para sostenerla, la entendía de alguna manera, sabía que ella confiaba y quería plenamente a sus amigas y compañeras de batallas, y saber que su diosa y una de ellas eran el objetivo a atacar de Helios era digno de angustiarse
—Ya pediré que averigüen, no te preocupes— susurró Phenril mientras sostenía a la joven que lloraba dolorosamente entre sus brazos.
—No puedo dejar que dañen a Mina… ni a nadie— dijo apretando sus puños la joven guerrera, ante el asombro de Phenril.
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