Tsuzuki caminó entre las calles de Miyazaki tratando de encontrar algo que apuntara hacia Muraki, y su localización, sin embargo estaba más concentrado en cual pudiera ser el problema de Hisoka, ya que si todo consistía en que el muchacho ya no quería trabajar con él, al igual que tantos otros hicieron antes de él, le facilitaría el trabajo y al terminar la misión daría por terminado el compañerismo entre ellos…
Ya estaba más que acostumbrado a terminar solo por diferentes causas así que no sería una novedad tener que trabajar solo porque algún compañero lo mandara lejos…
Mientras tanto Hisoka por su lado inspeccionaba la zona del último asesinato en Miyazaki, para saber si Muraki era el autor de los mismos o sólo era suposición de ellos… Quizás después del caso de Kyoto en que ayudaron a Watari habían quedado ciscados y ahora temían que Muraki pudiere estar detrás de cualquier homicida en serie que pudieran encontrar en su distrito.
-Parece que no hay nada aquí… aunque quizás debería buscar más, aquí han sido 3 de los 4 asesinatos que se han dado…- se decía Hisoka volviendo al lugar de los crímenes…
El calor en la zona era insoportable, el sol parecía azotar con todo la ciudad, y para colmo el bochorno que causaba la cercanía al mar estaba haciéndole delirar…
-Debí beber más agua en la mañana…- se dijo a sí mismo sin dejar de caminar buscando indicios de el homicida.
A lo lejos de la zona Muraki miraba con sumo cuidado lo que aquel muchacho hacía para dar con el asesino…
‘Parece que mi plan va funcionando a las mil maravillas, aquel conjuro que le escribí al niño sigue teniéndolo bajo mi control absoluto, si sigo así no dejará de pensar en mí hasta que lo tenga en mi poder y así atraer de nuevo a mi amado… esta vez no puedo fallar…’
Pensaba Muraki escudriñando cada paso y cada movimiento que el menor de los shinigami hacía para dar con la identidad del asesino…
-Creo que es hora de hacer mi valiosa aparición- rió Muraki calculando cada uno de sus movimientos…
Se acercó sigilosamente al muchacho que parecía concentrado en sus pensamientos, tenía algunos segundos con la mirada fija en un árbol de cerezo sin hacer movimiento alguno…
-Con que viniste aquí ¿ah?- preguntó con tono burlón el doctor Muraki.
Al escuchar aquella voz, Hisoka reaccionó de inmediato enfocando su mirada a aquel hombre que años atrás le hubiera violado y asesinado cruelmente…
-Con que es cierto que usted está detrás de los asesinatos en serie…- reclamó el joven.
-No sé de qué hablas, pero supongo que por algo lo dirás, desde nuestro último encuentro en Kyoto no he hecho nada más que trabajar en mis investigaciones…- replicó Muraki ante la mirada extrañada de Hisoka.
-Y entonces… ¿qué hace usted aquí?- preguntó extrañado.
-Como verás niño allí hay un hospital, allí trabajo ahora, desde mi oficina te ví y decidí venir a ver qué hacías pero eso ya me lo respondiste…-
Las respuestas de Muraki estaban haciendo dudar a Hisoka, aquel joven shinigami que había demostrado tanta pasión en encontrar a Muraki y vengarse por lo que le hiciera años atrás, pero esta vez algo era diferente…
Su mente estaba jugándole malas pasadas de nuevo con aquellas imágenes del cuerpo desnudo de Muraki sobre el suyo, aquellas pálidas manos sobre su torso… Cerró los ojos de inmediato negándose mentalmente a seguir con aquello.
-¿Te sientes mal muchacho?- preguntó Muraki adivinando internamente cuál era el verdadero problema.
-No, es sólo que el sol está terminando conmigo…- se quejó el joven shinigami.
-Entonces, ven conmigo, te daré algo de beber y podrás refugiarte del sol durante un rato para que continúes con tu trabajo más tarde-
Muraki comenzó a caminar lentamente hacia aquel hospital en el que decía trabajar, Hisoka quería averiguar toda la verdad sobre aquellos homicidios, si en verdad Muraki no había sido el culpable, era probable que hubiera visto algún sospechoso…
Una vez dentro del consultorio de Muraki, éste se sentó detrás del escritorio sobre su cómodo sillón reclinable haciendo la seña al menor de que tomara asiento. A través del conmutador pidió que le llevaran agua para un joven paciente que estaba atendiendo.
Segundos después la enfermera le entregó a Hisoka un vaso lleno de agua y así como entró, salió sin hacer mayor aspaviento…
-Bebe tu agua muchacho, debe estar haciéndote falta líquido, pasaste mucho rato asoleándote supongo- rió Muraki divertido contemplando al muchacho beber el agua con desesperación.
-Sí, fueron algunas horas bajo el sol… gracias- respondió algo sonrojado por lo sucedido.
-No tienes nada que agradecer, después de todo mi obligación como médico está antes de viejas rencillas contigo-
Muraki se levantó y miró por la ventana ante la mirada curiosa del joven shinigami que no terminaba de comprender el por que de la extraña actitud de aquel asesino que tanto había buscado para vengarse…
De nuevo, venían a su mente aquellos recuerdos, esas sensaciones, un extraño calor que iba colándose por su vientre al recordar aquello… ¿Acaso quería que lo hiciera suyo de nuevo?
Hisoka se levantó bruscamente de la silla al sentir aquel calor y caminó hacia la puerta cuando Muraki le detuvo…
-Aún estás muy asoleado niño, será mejor que descanses un momento, sino podría ser contraproducente aún para un shinigami…- explicó Muraki ante la mirada confundida del joven.
-Quiero irme ya de aquí, tengo cosas que hacer, si me quedo haré algo de lo que me arrepentiré siempre.- sentenció Hisoka ante una mirada sorprendida de Muraki, quien en su interior festejaba su triunfo…
‘Quizás pueda darme el lujo de juguetear con este mocoso un rato y después llevar a cabo mi plan…’
-¿De qué hablas muchacho?- preguntó Muraki sosteniendo la muñeca de Hisoka entre sus manos para evitar que se fuera…
Como si esto hubiese sido una invitación Hisoka se lanzó contra Muraki besándolo apasionadamente sin que el doctor opusiera resistencia alguna, Hisoka se abrazó al cuerpo del doctor… quería sentirlo de nuevo, saber si con aquello toda esa tortura nocturna pudiera terminar de una buena vez…
Hisoka retiró aquella blanca bata del cuerpo de Muraki para proceder despojándole de su camisa, dejando entre ver aquel pálido pecho que en sueños veía con tanta claridad…
Muraki ayudó al joven a quitarse aquella camisa rosa que le hacía verse tan bien mientras besaba y mordisqueaba el blanco cuello del muchacho entre suspiros y gemiditos ahogados.
Las impacientes manos de Hisoka recorrían sin parar la espalda del doctor hasta llegar a la cadera y recorrerla, llegando a desabotonar y abrir aquel pantalón que tanto estaba estorbándole para terminar con aquellas imágenes que le torturaban tanto.
A su vez, Muraki también despojaba a Hisoka de su ropa entre caricias, rasguños, mordiscos y besos furtivos, todas aquellas sensaciones a la vez estaban llevando rápidamente a Hisoka a un estado de locura que comenzaba a desear no terminara… Las hábiles manos de Muraki recorrían su vientre lentamente llenándole de un placer que no había experimentado jamás, sentía como el calor que hacía unos minutos le incomodaba estaba inundando su entrepierna con mayor intensidad con cada roce de la mano de Muraki en su miembro…
Todo aquello a la vez estaba incrementando demasiado rápido aquella, llamada por el propio Hisoka, obsesión enferma hacia el cuerpo de Muraki, todo lo que deseaba a esas alturas era ser poseído brutalmente por aquel malévolo doctor una vez más, la diferencia radicaba en que ahora sí estaba consciente para experimentar todo aquello…
-¡Hazme tuyo!... ah… como aquella vez…- exclamó totalmente poseído por aquel intenso placer.
-Como pidas muchacho- rió Muraki mientras bruscamente introducía en Hisoka, y sin lubricar, una vela que tenía en su consultorio comenzando a moverla rápidamente ante la sorpresa del menor de los shinigami…
Aquel brutalmente rápido movimiento de la vela en su interior estaba provocándole un dolor indescriptible, algo que definitivamente estaba dejando de gustarle haciéndole reaccionar lentamente de ese estado de éxtasis, por el placer, a un estado de dolor y humillación.
-¡Ya basta!- gritó Hisoka remolineándose debajo de Muraki para intentar zafarse de aquella degradación.
-¿Acaso no querías que te hiciera mío mocoso?- rió Muraki incrementando la brusquedad de sus movimientos con la vela y los rasguños sobre la blanca piel del shinigami.
-¡Basta!- exclamó nuevamente logrando rasguñar el rostro de Muraki.
Al sentir el punzante dolor debajo de su ojo izquierdo Muraki enfureció golpeando fuertemente a Hisoka en el rostro…
-Será mejor que lo disfrutes porque será la mejor tarde que hayas vivido niñato infernal, y ahora que me has hecho enojar será más inolvidable aún- sentenció rasguñando el vientre del rubio muchacho.
Muraki continuó rasguñando y lastimando a Hisoka obligándolo a rogar por más de todas esas vejaciones como si las disfrutase, lastimosamente Hisoka obedecía a Muraki temiendo lo peor de aquella situación…
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