25 dic 2009

La búsqueda de Uranus

Setsuna, Michiru y Camus se enfilaron con rumbo a Tokio en busca de la familia de Haruka, de una u otra manera los tres talismanes darían la respuesta correcta, pero más valía estar cerca, Camus se sentía ansioso con la situación por completo: Helios buscando atacarlos, el poder de las chicas viéndose reducido por el fallecimiento de Haruka en la batalla contra Afrodita, todo estaba siendo demasiado para Michiru, odiaba verla entristecida…

—Por fin en casa— suspiró Michiru dejándose caer sobre el mullido sillón de la sala.

Setsuna caminó con ligera sonrisa hacia la cocina para servirse agua en un vaso y Camus se sentaba en un sofá mirando a la exhausta joven mirar hacia el techo con aquella mirada que había tenido después de la muerte de Haruka.

—¿Te sientes mal Michiru?— preguntó Setsuna mirándola desde la puerta y notando la preocupación del acuariano.

—Sí, sólo pensaba que parte de la familia de Haruka vive en Kyoto y está a un par de días de aquí, eso si nos apresuramos— dijo la chica incorporándose para quedar apropiadamente sentada.

—Lo mejor será descansar y ver si mañana el espejo nos muestra algo, si no muestra nada en Tokio ya tendremos que viajar a Kyoto— respondió Setsuna sentándose a su lado y dando un par de palmadas en su hombro.

—Entonces descansemos— dijo Michiru sonriente levantándose del sillón para acercarse a Camus mientras Setsuna se retiraba a su alcoba silenciosamente tras hacer una seña de despedida.

—¿Segura que estás bien?— preguntó Camus con dejo de preocupación.

—Lo estoy, sólo que esta situación es estresante, y si Haruka no hubiera muerto ahora no tendríamos que estar pensando las cosas y sólo planearíamos una estrategia— dijo Michiru sentándose al lado del caballero dorado.

—Si Haruka no hubiese muerte… ¿Estarías conmigo ahora?— preguntó de forma directa mirándola fijamente a los ojos.

Aquella pregunta la dejó helada, no sabía que responder; la situación se había presentado de otra manera pero si Haruka no hubiese muerto tal vez seguirían juntas, o tal vez por el distanciamiento que habían vivido se habría dado la oportunidad de amar al caballero guardián del décimo templo del Santuario de Athena…

—No lo sé— dijo bajando la mirada hacia sus propias manos –No puedo decirte qué hubiera pasado porque cuando apareciste en mi vida me modificaste todo— dijo mirándolo nuevamente—

—No digas más, creo que estamos cansados y lo importante no es el hubiera que no existe— dijo tomándola de la mano para levantarse del sillón —¿Dónde dormiré?—

—Conmigo, a menos que prefieras dormir solo— sugirió la joven con tono bajo, su mirada lucía empañada, sin duda estaba triste, quizá su pregunta la había lastimado o había hecho pensar que estaba molesto.

La tomó entre sus brazos y la besó tiernamente, acarició la espalda de la joven sintiéndola estremecerse entre ellos; separó ligeramente su rostro del de la chica para mirarla y poder contemplar aquel bello rostro que le había robado el alma.

—Te amo Michiru Kaioh— susurró el acuariano logrando hacerla sonreír –Vayamos a dormir—

La chica le tomó de la mano para guiarlo a través de la casa hasta su alcoba para poder descansar juntos, dejaron sus maletas frente a la cama para abrirlas y sacar la ropa para dormir, Camus miró a la joven despojarse de aquella ajustada blusa, esa blanca piel parecía brillar con la ligera luz que entraba a través de la ventana.

 Michiru volvió su mirada hacia el caballero que la observaba atónito, se acercó lentamente hacia él para comenzar a desabotonar la camisa azul que traía puesta, le besó profundamente sin dejar de quitarle la prenda, sintió la piel desnuda de la joven contra la suya, sin duda lo tenía fascinado, la ayudó quitándose la camisa y rodeándola con sus fuertes brazos, sintió la delicadeza de la joven, esa fragilidad que no denotaba en batalla…

Recorrió la delicada espalda de la joven con sus labios mientras ella permanecía recostada sobre la cama tratando de silenciar sus gemidos y jadeos que poco a poco iban siendo más audibles por los constantes estímulos que el guerrero le propinaba, estaba ansiosa eso era seguro, el acuariano acariciaba sus muslos desnudos con sus manos sin dejar de besar su espalda, quería besarlo con desesperación… se volvió hacia él obligándolo a dejar su espalda para encargarse de sus sedientos labios.

El abrazo ahora era demasiado apretado entre ambos, las manos de ambas recorrían el cuerpo del otro casi con frenesí, pero sentían la pesadez en sus cuerpos, producto del cansancio del viaje desde Atenas hasta Tokio, se detuvieron un momento para contemplarse mutuamente, la sonrisa de Camus era amplia, adoraba verla iluminada por aquel ligero halo de luz lunar que se colaba por la ventana.

—¿Qué sucede?— preguntó Michiru desconcertada por la expresión del francés que no emitía una sola palabra, pero no dejaba de mirarla de esa forma que la hacía temblar.


—Te amo, sólo es eso— dijo finalmente el joven guerrero recostándose al lado de la chica para abrazarla y poder dormir a su lado, no quería cansarla, la dejaría descansar entre sus brazos para que pudiera retomar fuerzas y cumplir la misión que le había sido encomendada.

Mientras tanto en Atenas Aetón cuestionaba a Phenril por la partida de Michiru, Setsuna y Camus hacia Tokio, se le hacía extraño que en medio de sus vacaciones hubieran decidido regresar a Japón.

—Te lo repito Aetón— dijo Phenril ya harto de decir lo mismo –Ella tenía una exposición en una galería de arte, le avisaron hace un par de días por lo que se fue, supongo que regresarán, Setsuna no quiso dejarla ir sola y Camus tampoco, además que está enamorado de ella—

—Es que me suena extraño, estaban de vacaciones ¿Qué no es así?— insistió nuevamente el guerrero solar.

—Sí, pero así fueron las cosas, además Selene está enojada con ella por que despreció al guerrero de Acuario— respondió Phenril.

—¿Por eso?— preguntó asombrado el guerrero de origen italiano –Ya me habían dicho que Selene era un poco estúpida pero no a tal grado—

—Pues ya ves, parece que esta reencarnación de Selene viene con ganas de emparejar a sus guerreras con sus aliados— dijo en tono de burla el guerrero asgardiano –Será fácil mandarlos al infierno—

—Tienes razón, regresaré a Rodas, sé que puedes hacerte cargo a la perfección, en un par de días volveré y espero me tengas nueva información— dijo Aetón levantándose de la silla donde se donde se había sentado..

—Así será Aetón— respondió con seguridad el asgardiano.

—Por cierto… ¿Cómo vas con la chica del beso?— preguntó curioso el guerrero.

—Mal, me ignora desde entonces, frente a sus amigas me habla pero si me acerco y está sola se da la vuelta y me deja hablando solo— explicó con tono de molestia e incomodidad.

—No tienes suerte con las chicas, ya te enseñaré a manejarlas y educarlas— rió Aetón  —de verdad que la chica tímida es sexy—

—¿Amy?— preguntó confundido Phenril ante un sonriente Aetón que asentía orgulloso.

—Ya será mía, no la mataré en la batalla, no le quedará otra más que salvar su vida quedándose a mi lado— rió convencido –Sí, eso haré—

—Vaya que eres experto en mujeres Aetón— dijo Phenril tratando de hacerle bravuconear al respecto.
—Por supuesto mocoso, por eso te dije que ya te enseñaré a educártelas para que se te derritan— rió nuevamente el guerrero solar con mirada desafiante.

—Será en otra ocasión, debo regresar o les será sospechosa mi salida— dijo Phenril apresurándose a salir de la habitación de hotel de Aetón.

—Sí, no levantes sospechas aún— dijo cerrando la puerta de la alcoba tras la salida del asgardiano.

—Esos guerreros aliados sí que verán su fin, y tendrán que ser nuestros esclavos, lograré hacer que esa orgullosa chica sea mi esclava— rió Aetón mientras levantaba su mochila con sus cosas personales para irse a Rodas a contar a Helios y sus compañeros lo que estaba sucediendo en Atenas.

En Tokio, Setsuna y Michiru se encontraban en lo que fuera la habitación de Haruka con los tres talismanes, estaban concentrando su energía para hacerlos reaccionar y poder saber quién era la heredera del poder de Urano y así buscarla para llevarla a Atenas y poder entrenarla para lo que se venía…

—Me siento mareada— se quejó Setsuna recargándose en la mesita de noche que se encontraba junto a la cama de la habitación.

—Esto parece una pérdida de tiempo— musitó Michiru mirando fijamente el espejo.

—No desmayes Michiru, debemos poder lograrlo, sólo así estaremos completas— insistió Setsuna incorporándose para acercarse a su compañera con su talismán en la mano.

Pasaron cerca de veinte minutos concentrando su energía sin emitir una sola palabra y evitando desconcentrarse, de pronto la espada de Urano comenzó a destellar levemente, estaba sintiendo la energía de la nueva Sailor Uranus, Michiru miró nuevamente el espejo, estaba esperanzada de encontrar a la joven que sería su nueva compañera.

—Es Kazahaya— dijo Michiru sin despegar su mirada del espejo.

—¿Kazahaya?— preguntó Setsuna desconcertada —¿No es acaso la prima de 15 años de Haruka?—

—Sí, además vive en Kyoto— respondió mirando a su compañera –Esto será un largo viaje, seguro todo esto será más complicado de lo que pensamos—

—Hasta donde escuché a Haruka un par de veces la chica es muy libre ¿no?— preguntó Setsuna sentándose sobre la cama.

—Es demasiado entusiasta, al menos por ese lado no creo encontrar problemas, pero gusta mucho de meterse en los asuntos de los demás— respondió Michiru caminando hacia la puerta –Lo mejor será descansar, veré la manera de conseguir los boletos para Kyoto, serán dos días de viaje mínimo—
—Espero nada salga mal allá— suspiró la mayor de las guerreras levantándose para salir también de la habitación.

—¿Y bien?— preguntó Camus sentado en uno de los sillones de la estancia de a casa.

—Debemos ir a Kyoto mañana lo más temprano posible, conseguiré los boletos— dijo Michiru saliendo de la casa.

—¿Hubo algún problema?— preguntó el guerrero mirando a la mayor de las guerreras que se dejó caer exhausta en otro sillón.

—Es un tema delicado para ella, además quien es la sucesora es un auténtico problema— suspiró la guerrera mirando con preocupación hacia la ventana.

Camus escuchó atento, ciertamente percibía la preocupación e incomodidad en ambas guerreras, sabía que no sería fácil la búsqueda de la sucesora de Uranus, tendría paciencia sobre todo por la ansiedad de la que eran víctima ambas guerreras.

Cerca de una hora después Michiru regresó a casa, lucía cansada como si el mundo estuviera sobre sus hombros ¿Acaso no había dejado atrás el pasado aún? ¿Tanto le dolía buscar la sucesora de Haruka? Eran preguntas que sólo ella podía responder, pero no estaba dispuesto a aclararlas por el momento, parecía más prudente esperar que lo más pesado pasara.

Por la mañana tomaron el tren con rumbo a Kyoto, el viaje sería largo y bastante cansado, Michiru había logrado ponerse en contacto con la familia de Kazahaya en Kyoto y les esperaban cerca de las 12 del día. El trayecto se dio sin mayores contratiempos, Camus se dedicó a leer el diario mientras Michiru leía una revista de arte y Setsuna miraba el paisaje sin decir una sola palabra, sentía un poco la tensión que estaba generándose entre los tres, quizás el hecho de buscar a la sucesora de Haruka estaba generándole conflictos a Michiru con Camus, pero no quería ser imprudente y provocar algo que, después, ella misma no pudiese controlar.

—¡Michiru!— exclamó una mujer de cerca de 30 años agitando el brazo, con amplia sonrisa, la joven violinista respondió elg esto con ligera sonrisa y mirada apacible

—¿Es la señora Tenoh?— preguntó Setsuna asombrada, Camus sólo las miraba con ligera curiosidad.

—La madre de Kazahaya, hermana del padre de Haruka— respondió Michiru levantando su maleta siendo detenida por Camus quien levantó las maletas de los tres y caminó detrás de ellas con curiosidad y ansiedad.

—Tanto tiempo Michiru— dijo la mujer abrazando a Michiru quien respondió el gesto tranquilamente.

—Lo sé señora Tenoh, yo también les he extrañado— respondió separando el abrazo y colocándose al lado de Camus —¿Recuerda a Setsuna verdad?—

—Así es, tanto gusto Setsuna, es muy bueno verte de nuevo— dijo la señora abrazando también a la mayor de las guerreras ¿Y este joven es?— preguntó curiosa.

—Él es Camus, es mi novio señora Tenoh— respondió Michiru con amplia sonrisa y con firmeza.

—Tanto gusto conocerte Camus, bienvenido a Kyoto, aunque no pareces precisamente japonés— inquirió la mujer estrechando la mano del joven quien le saludó así.

—Soy francés, y el honor es completamente mío señora Tenoh— respondió Camus aún sin salir de su asombro por la firmeza de Michiru al aseverar su relación con él, sin embargo su propia frialdad le impedía ser expresivo, al parecer eso le había representado una ventaja en un momento tan incómodo.

—Vayamos a casa, deben estar cansados— respondió alegre la señora de mediana estatura y cabello castaño mientras los guiaba hacia la salida de la Terminal de tren, para dirigirse aun automóvil estacionado frente a la acera.

Después de un trayecto de cerca de 10 minutos llegaron a una amplia casa con típica fachada japonesa, entraron y el amplio jardín zen daba un ambiente lleno de paz a la vivienda, ingresaron tras retirar su calzado, Kazahaya estaba leyendo una revista recostada sobre uno de los cómodos sillones de la sala cuando los tres ingresaron a la habitación con su madre.

—¿Madre?— preguntó Kazahaya sin retirar su mirada de la revista —¿Ya llegaron?—

—¡Dios Kazahaya!— exclamó la mujer –Ten un poco de atención a nuestros invitados—

La joven se levantó casi de un saltó al escuchar a su madre y miró con atención a los tres visitantes que habían llegado desde Tokio.

—¿Michiru?— preguntó tras ver a la joven sonreírle.

—Hola Kazahaya—chan— respondió Michiru con cálida sonrisa –Tanto tiempo sin vernos—

La chica corrió a abrazar a la violinista, estaba entusiasmada de verla tras 2 años de no saber de ella, se había enterado de la muerte de su prima mayor pero no había podido entrar en contacto con Michiru en aquella ocasión.

—Pero siéntense por favor, están en su casa— pidió la señora mientras salía de la habitación con rumbo a la amplia cocina para conseguirles agua para beber.

—Gracias— respondió Camus caminando hacia uno de los sillones junto con Setsuna y Michiru, Kazahaya se sentó frente a ellos con su característica mirada llena de curiosidad y entusiasmo, aquellos profundos ojos azules eran demasiado expresivos para ser verdad.

—¿Tu amigo es…?— preguntó curiosa Kazahaya mirando a Michiru y a Camus de reojo.

—Mi novio Kazahaya—chan, su nombre es Camus— respondió Michiru sonriente.

—Un gusto conocerle a Michiru un novio tan guapo— rió Kazahaya logrando hacer reír a ambas guerreras –Tú no has cambiado nada Setsuna—

—Lo mismo puedo decir de ti pequeña Kazahaya— rió Setsuna.

—¿Y a qué han venido hasta Kyoto?— preguntó curiosa.

—Necesitamos hablar contigo, pero debe ser entre nosotros, necesitas tomar una decisión importante Kazahaya—chan— explicó Michiru, su semblante había cambiado, lucía preocupada, triste… aquella extraña actitud de la chica le generaba curiosidad.

—¿Les parece bien después de la cena en el jardín?— preguntó la chiquilla de largo y lacio cabello rubio cenizo.

—Perfecto— respondió Setsuna.

La señora ingresó de nuevo a la habitación ya con una charola con vasos de cristal con agua para ofrecerles a los viajeros  

Tras beber el agua fueron guiados a sus habitaciones dentro de la casa, dejaron sus cosas, se ducharon y se dispusieron a caminar un poco por los alrededores de la casa para conocer un poco de Kyoto, además de intentar liberarse de la ansiedad que toda la misión estaba generándoles, debían hablar con Kazahaya lo más pronto posible, no podían esperar mucho tiempo, ya que el tiempo perdido era tiempo que estaba regalándole a Helios y sus secuaces para planear la batalla.

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