-¡Hoy será un gran día!- exclamaba Dohko abriendo la cortina de su alcoba.
Salió de su habitación ya vestido y listo para afinar los últimos detalles de la fiesta, sabía que Shion estaría orgulloso, sería una fiesta pomposa y extravagante, llena de juegos y cara comida ya que Camus habría gastado bastante en ello. Las bebidas… bueno, al menos había variedad de cervezas, refrescos y vinos, de todas formas ya cuando estuvieran inmersos en el ambiente de la fiesta ni se percatarían de que las bebidas no eran caras, o que la comida sí lo era, en fin, sería una fiesta maravillosa la que habían planeado desde el Martes.
‘¿Iré por Milo?’
Se preguntaba mientras subía las escaleras, no quería despertarlo antes, si lo hacía Milo estaría de pésimo humor… y, pues, era una fiesta después de todo así que decidió dejarlo dormir más y se siguió de largo rumbo al templo principal para ayudar a quienes estuviesen allí preparando lo de la fiesta.
Abrió la pesada puerta con relieves en oro y plata para descubrir a un laborioso Mu de Aries dando instrucciones a los pretorianos junto con Aldebarán de Tauro quien, a su vez, se encargaba de instalar su equipo de sonido para que no faltara la música aquella noche.
-Buenos días Dohko, acá está la comida- la voz de Camus sonó detrás de él obligándolo a voltear hacia aquel elegante caballero.
-Bien, bien, gracias Camus, ¡Ustedes!- gritó para llamar a dos pretorianos que estaban comentando sobre la decoración –Lleven la comida a la cocina de este salón inmediatamente-
-Sí señor- dijeron ambos al unísono apresurándose a llevar las bandejas y recipientes que contenían la comida que Camus se había encargado de llevar hasta allí.
-Será en grande ¿Verdad?- preguntó finalmente el inexpresivo Camus a un absorto Dohko.
-Sí…- murmuró el ‘antiguo maestro’ observando aquellas finas sedas que estaban siendo colocadas sobre las paredes, dándoles un toque exótico por la combinación de tonos.
-¿Qué hacen aquí?- preguntó Afrodita llegando apurado con un par de cajas entre sus manos.
-Viendo en qué podemos ayudar- dijo Dohko regresando su mente en tiempo y espacio a donde se encontraba.
-Bien, pues, no falta mucho, así que no es necesario que estén aquí- dijo colocando las cajas sobre la mesa que se hallaba más cercana a él.
-De acuerdo Afrodita, lo dejaremos todo en tus manos- dijo finalmente Dohko dándose cuenta que Afrodita no iba a dejarlos quedarse allí sin necesidad de una neceada de horas.
Salieron de aquel salón cerrando la puerta detrás de sí para salir de aquel templo después sin emitir palabra alguna… una vez fuera del Templo Principal…
-Afrodita es muy celoso de sus técnicas de todo tipo- explicó Camus
-Lo sé y no me molesta, sólo espero que todo salga excelente esta noche y Shion quede complacido, ahora creo que es mejor descansar un poco para divertirnos lo máximo esta noche-
Dohko bajó las escaleras rumbo a su templo recordando que todavía le faltaba conseguir más cosas que Shion le hubiere encargado desde el Martes, por lo que apresuró su paso para salir del santuario, mientras Camus se refugiaba en su templo para descansar.
***
-Afrodita faltan más adornos para las mesas- gritó Mu sacando las últimas cosas que traían en cajas.
-¡Rayos! Calculamos mal entonces…- dijo poniéndose de pie y aproximándose al ariano con preocupación.
-Iré por más si quieres…- dijo en tono tranquilizador el lemuriano ante una efusiva alegría de Afrodita –Bien, nos vemos en un momento más-
-No te tarde por favor Mu- insistió Afrodita en tono empalagoso, no quería que las cosas salieran mal y Milo se desquitara con él después.
Mu salió apresurado del templo para ir al pueblo a comprar más adornos mientras Afrodita se sentaba sobre una silla a contemplar su gran obra, aún sin terminar claro, aquellos contrastes de colores, y el ambiente que generaban los adornos orientales que habían colocado daban un ambiente exótico al lugar.
-¡Bien! ¡Ya terminé con esto!- exclamó alegre el gran Aldebarán.
-Bien, ya puedes ir a descansar a tu templo- respondió aún absorto en sus pensamientos Afrodita, si algo no le gustaba a Aldebarán era que no hicieran caso de sus logros, por lo que se acercó al pisciano y una vez frente a él volvió a exclamar:
-¡Genial, ya terminé con lo de la música!-
-Te felicito Aldebarán, ahora ya podrás ir a tu templo a descansar y prepararte para la fiesta- se levantó de la silla y caminó hacia una mesa que tenía mal colocado el adorno esquivando a Aldebarán.
El gran toro del santuario se sentía insultado por aquella actitud del pez, se desquitaría de aquello sin duda alguna, se acercó a Afrodita quien arreglaba aquel adorno, le tomó por la cadera acariciándola firmemente…
-¿Qué diablos haces? ¡Suéltame!- exclamó Afrodita molesto e incómodo por aquella situación.
-Me molesta tu actitud, aprenderás a ser más respetuoso conmigo- respondió Aldebarán acercando la cadera de Afrodita hacia sí con lujo de violencia, cosa que hizo que Afrodita dejara caer aquel adorno al suelo.
-¡Se rompió el adorno! ¡Maldición Aldebarán, ya déjame!- gritaba insistente Afrodita.
-¡Cállate!- Aldebarán le propinó un fuerte golpe sin poner atención en donde lo hacía, Afrodita se dobló del intenso dolor en su vientre.
Aldebarán jaló fuertemente a Afrodita para acostarlo sobre el suelo y quitarle aquella toga que cubría su cuerpo…
-En verdad que eres bonito…- rió Aldebarán con retorcida sonrisa ante la mirada molesta de Afrodita, quien aún se quejaba de dolor por el golpe recibido en su abdomen.
Se deshizo de su propia toga dejando ver aquella enorme erección que le había generado el jaloneo y resistencia de Afrodita, Afrodita contempló horrorizado, sabía que aquello le dolería más que todos los juegos de Shion juntos…
-Por favor Aldebarán ahora no…- insistía Afrodita temeroso de salir brutalmente lastimado de aquel jugueteo de Aldebarán.
-Que te calles- dijo Aldebarán jalándolo de nuevo hacia sí.
Tomó la mano de Afrodita y la colocó sobre su erección emitiendo por aquel contacto un ronco gemido, Afrodita tomó con su mano aquel enorme y erecto miembro sacudiéndolo con delicadeza para no exaltar más al toro y recibir más golpes sobre su hermoso cuerpo, aquella hábil mano de Afrodita le proporcionaba un placer mayor a sólo ver al pez desnudo y golpeado sobre el piso.
Con su tosca mano acariciaba el blanco trasero del pisciano quien, con su mano libre se aferró a la espalda del toro por aquel cosquilleo, con sus gruesos dedos recorría aquellos bien formados glúteos separándolos un poco para rodear el ano de Afrodita con uno de sus dedos provocando más ansiedad en el pisciano quien aumentaba la intensidad de las caricias sobre el miembro de Aldebarán, lo que lo invitaba a introducir su dedo bruscamente en el impaciente pisciano quien al sentir la invasión mordió el hombro del toro para evitar el grito de dolor que pudiere emitir.
-¿Te gusta verdad?- preguntó Aldebarán a un ya muy sonrojado y excitado Afrodita de Piscis quien comenzaba a gemir mientras asentía en repetidas ocasiones –Vamos a divertirnos un poco entonces…-
Movía intensamente su grueso dedo en el interior de Afrodita mientras esta continuaba masturbando el grueso pene de Aldebarán con frenéticos movimientos, causa del inmenso placer del que estaba siendo víctima. Sin más contemplaciones, Aldebarán introdujo un segundo dedo en aquel aún estrecho ano de Afrodita, provocando que este gimiera y se quejara con mayor fuerza…
-No me lastimes ahh…- se quejaba el pisciano entre gemidos de placer ante el éxtasis de Aldebarán por ver aquella expresión de Afrodita, entre dolor y placer…
Las hábiles manos de Afrodita estaban a punto de llevarle al clímax por lo que decidió interrumpirlo, así como interrumpir el movimiento de sus dedos en aquel cálido interior del pisciano… Sacó lentamente sus dedos jugueteando aún en el interior para generarle aquella impaciencia de Afrodita que le excitaba tanto. Una vez con los dedos fuera del ano del peliceleste contempló aquella extrañada e impaciente expresión que tanto le gustaba ver…
Tomó con firmeza aquella cadera para voltearlo de manera que Afrodita le diera la espalda, le inclinó un poco para recargarlo sobre una de las mesas, una vez en aquella posición Aldebarán se inclinó también para poder contemplar aquel estrecho ano que en unos momentos le daría una cálida bienvenida, acarició con su húmeda y cálida lengua aquellos blancos glúteos, recorriéndolos con intensidad hasta llegar a la sensible piel que rodea el ano, los gemidos de Afrodita inundaban aquella habitación como si fueran una excitante música de ambiente…
Las intensas lengüeteadas de Aldebarán alrededor de su ano y en su interior estaban generándole más impaciencia a Afrodita quien gemía incontroladamente pidiendo a Aldebarán que dejara de jugar con él y terminara ya…
-Como ordenes Afrodita…- rió Aldebarán lascivamente mientras se ponía de pié y, tomando su miembro entre sus manos lo colocó en la estrecha y lubricada entrada del pisciano quien, al sentir aquel contacto emitió un fuerte gemido el cual invitó a Aldebarán a comenzar su entrada, primero lentamente por la estrechez de Afrodita, y después acelerándola una vez que ésta estrechez hubiere cedido un poco, los frenéticos gemidos de ambos llenaban aquel lujoso salón con un libidinoso ambiente, aquel ambiente que imperaría durante la noche pero en mayor cantidad según las expectativas de Shion y Dohko.
Las fuertes estocadas de Aldebarán le producían un punzante dolor al pisciano, pero un dolor que también le causaba mucho placer, sin embargo comenzaba a sentir un fuerte dolor en su miembro por falta de atención, por lo que comenzó a masturbarse frenéticamente para poder así aligerar ese dolor y aumentar su placer, Aldebarán retiró las manos de Afrodita para poder ser él quien lo masturbara mientras se movía en su interior, el movimiento brusco de las manos de Aldebarán aumentaban el placer de Afrodita quien gemía fuertemente, Aldebarán sostuvo la cadera de Afrodita de pronto para sentarse sobre una silla estando aún en el interior del pisciano peliceleste quien ante tal movimiento se arqueó lleno de placer hasta vaciarse ante el roce de las manos de Aldebarán sobre su miembro nuevamente.
-Ahhh… sí… más…- gemía frenéticamente el pisciano moviendo constante y rápidamente su cadera sobre el miembro del toro, provocando que éste se derramara en su interior llenándolo de aquel caliente semen, volvió a arquearse en señal de placer pero después se dejó caer siendo sostenido por el fuerte brazo de Aldebarán para evitar su caída al suelo…
-Estoy muerto…- se quejó el pisciano mientras Aldebarán lo colocaba sobre el frío piso de mármol rosado.
-Bien, te dejo, me iré a mi templo a prepararme para la fiesta, ha sido muy bueno Afrodita…-
Se colocó nuevamente su toga y salió de aquel salón cerrando la puerta detrás de sí mientras el pisciano pensaba en todo lo sucedido y se encogía de dolor sobre el suelo, ese dolor que le sobrevenía cada vez que caía en lo mismo y pensaba en Milo… en ese escorpión que le había atrapado ya, quería ser sólo suyo y que él fuera sólo para sí… pero gustaba demasiado de esa clase de juegos, aunque si lo pensaba bien, en esta ocasión sólo cedió por miedo a resultar brutalmente lastimado por lo que había sido abusado sexualmente por aquel enorme toro.
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