17 abr 2010

De mal en peor.

Deambular por la calle sí que logra calmar mis nervios y mi coraje; creo que después de todo Rich no estaba tan equivocado en cuanto a que he estado comportándome como un idiota, pero admitirlo así de fácil sería darle completamente la razón, de tan sólo de pensar en él, en su piel bronceada y su cabello negro, en esos ojos verdes que me atraviesan cada vez que me mira, o en sus labios recorriendo mi piel y susurrando lo mucho que me quiere; debo dejar todo eso de lado, me ha tratado como un mocoso y mi orgullo no me permite pasar eso de lado.

‘Debo dejar de pensar en él’, me digo a mí mismo deteniéndome frente a una fuente en el parque Taylor, observo mi reflejo en el agua y de pronto escucho su voz a lo lejos.

-¡No Bob, lo que tú estás haciendo es usarlo a tu conveniencia!- exclama visiblemente molesto Rich, es raro ver sus ojos verdes tan encendidos.

-Lo dice quién lo botó como si de un juguete se tratase.

-¡Tú no sabes nada! Sólo eres un parásito patético e ignorante. ¿O es acaso lo que Andy te dijo?

‘Oh no’, pienso al tiempo que camino hacia aquella escena, pero llego demasiado tarde…

-Así es, Andy me lo dijo todo. Tus patrañas y todo lo que dijiste alguna vez. ¡Hey Andy! –me saluda Bob logrando que Rich me mire de una forma que jamás voy a olvidar, esa mirada estaba llena de una mezcla entre coraje, dolor y decepción.

-Me largo- dice Rich dándose media vuelta y alejándose sin decir una palabra más o esperando escuchar alguna reacción de mi parte.

‘Soy un maldito cobarde, no fui capaz de detenerlo o siquiera de intentarlo’, me digo a mí mismo mientras Bob se acerca a mí.

-¿Estás bien?- me pregunta curioso.

-Sí, ¿por qué habría ser de otra manera?- respondo evitando que la conversación siguiera entorno al mismo tema, ese tema que lograba punzarme por dentro como una vil daga.

-¿Tienes algo que hacer hoy?- me pregunta mirándome como  si estuviera dolido.

-No en realidad, ¿por qué?- pregunto de forma desinteresada.

-Podríamos seguir con lo que dejamos inconcluso, ¿qué dices?- susurra cerca de mi oído.

-¿Estás bromeando? ¡Me largo!…- atino a decir alejándome de él sin darle tiempo a reaccionar.

Sólo quiero olvidarlo todo de un sólo golpe, y sólo pensar que durante un rato voy a ser el juguete sexual y marioneta de mi hermano me llena de asco, sencillamente me enferma.

-Hey Andy, no te lo tomes tan en serio- me dice Bob alcanzándome y caminando a mi lado –sé lo mucho que te afecta Rich, pero si tú tampoco planeas arreglarlo es porque ni te es tan importante después de todo, ¿no?

-¿Quieres follarme, no?- respondí tajante logrando congelarlo; me miró impactado por mi fría respuesta –si es así no puede ser en mi casa, y debo regresar antes de las ocho así que tú dices.

-¿Bromeas?- me responde, visiblemente se ve afectado por mi actitud –oye Andy olvídalo, ¿quieres? Sólo estaba bromeando contigo.

-Como sea.

Caminé con rumbo al centro comercial sin siquiera volver mi mirada hacia él de nuevo. Supongo que no se atrevió a seguirme. Hay veces que ni yo mismo puedo reconocerme; no cabe duda, cuando me siento herido no puedo ser peor. Vagabundeo entre la gente y las tiendas sin percatarme de nada, sencillamente quiero que todas esas ideas que dan vueltas en mi cabeza una y otra vez se detengan, que desaparezcan; creo que si me canso lo suficiente mi hermano se aburrirá y se largará, quizá me dé un puntapié o dos y sería todo.

-¿Andy?

Aquella voz me era familiar, volví mi vista hacia aquel muchacho que me llamaba por mi nombre, era Charlie, un viejo amigo de infancia que no había visto desde que él y su familia se habían mudado hacía unos cuatro o cinco años atrás.

-¡Hey Charlie, tanto tiempo!- exclamé contento de verle.

-Pensé que no te acordarías de mí- rió agitándome el cabello; ciertamente lucía algo diferente a la última vez que le había visto, ahora era más alto que yo, y ciertamente lucía más atlético de lo que yo podría lucir.

-Lo mismo digo- reí también.

-¡Pero si no has cambiado un ápice Andy!- exclamó mirándome de arriba abajo en repetidas ocasiones.

-Tú sí que has cambiado, creciste, ¿quién iba a decir que el ‘enano’ Charlie iba a ser más alto que yo?- reí nuevamente.

-En la preparatoria le tomé mucho amor al deporte, practico natación y basquetbol,  así que supongo que eso tiene que ver.

-Ya lo creo, y dime amigo, ¿cómo está tu familia?- pregunté curioso, tenía mucho que no platicaba con él. Solíamos jugar y platicar por horas cuando éramos niños, me llenaba de gusto verle.

-Pues no mucho, la compañía de mi padre va viento en popa; mi hermana Lucy ya se casó y tiene una pequeña de un año. Mi madre últimamente viene frecuentemente por cuestiones familiares, mi abuela no está bien de salud y a veces vengo yo en su lugar para aligerarle las cosas a mi mamá.

-Ya veo, que mal que tu abuela esté enferma, ¿qué tiene?

-Cáncer pulmonar, lo grave es que ya hizo metástasis en el hígado. Los doctores están haciendo lo que pueden para aliviar el dolor, más no pueden hacer.

-Lo lamento mucho- dije cabizbajo, ciertamente me daba gusto verlo, pero las condiciones en las que había regresado no eran las mejores.

-No tienes por qué. Igualmente entré a la universidad estatal hace seis meses, y había estado yendo y viniendo de casa hacia acá diario; así que supongo que estaré en casa de mi abuela durante unos meses, al menos que termine el semestre.

-Vaya, eso es bueno, digo, el que vayas a estar por aquí, así podremos ponernos al corriente, han pasado muchas cosas por acá desde que te fuiste. ¡Ah sí! Te daré mi dirección y número telefónico.

-¿Te mudaste?

-Así es, ahora vivo solo. Frecuento a mi familia sólo lo necesario; bueno, a mi padre lo veo diario, como estudio literatura me da clase.

-Vaya, pensé que no estudiarías literatura.

-Pues ya ves, era la condición para vivir fuera de la casa de mis padres.

-Y sí que pagaste el precio.

-Te diré, sí me gusta la literatura, sólo no quería ‘ser como papá’, ya sabes, como siempre tuve problemas con él.

-Lo recuerdo bien. Bueno Andy me ha dado gusto saludarte, debo volver a casa de mi abuela con estos analgésicos, te marco al rato para que tengas mi número.

Asentí con la cabeza, me aliviaba saber que un amigo de la infancia en quien yo tenía toda mi confianza puesta había vuelto. Seguí caminando entre locales llenos de ropa y cosméticos hasta verlo conversando con Rich, supongo que se lo había topado. Solían llevarse muy bien, después de todo Rich y mi hermano solían cuidarnos cuando salíamos a jugar. Sólo podía esperar que Rich no dijese nada sobre mí y lo sucedido entre nosotros; de alguna extraña manera eso me angustiaba.

Mirando la escena de forma más cuidadosa, estaban con varias chicas de la universidad, ¿acaso estudiaban diseño juntos? Es decir, sabía que Charlie estaba en la Universidad Estatal y que no estudiaba literatura, pero no sabía qué estudiaba. Veo cómo Charlie se despide de ellos y se va apurado, Rich se queda con las chicas de una de sus clases, las conozco porque cuando solíamos salir ellas nos alcanzaban en el Avalon. Sí que Rich es popular entre las chicas, una de ellas parece muy interesada en él; de cierta manera me duele verlo con ellas, sobre todo con Pamela.

Siento la urgencia de largarme de ahí así que doy media vuelta y choco contra alguien, cierro mis ojos en automático y caigo estrepitosamente al suelo logrando captar la atención de las personas a mi alrededor.

-Sí que puedes ser torpe hermanito.

Era Josh. Seguramente había notado lo que estaba viendo y adivinó el porqué quería alejarme con rapidez.

-No te cansas de fastidiarme, ¿verdad?- digo intentando levantarme pesadamente del suelo.

-Al menos es mejor que no cansarse de lucir patético y hacer el ridículo- dice entre carcajadas.

-¿Estás bien Andrew?- dice Rich ayudándome a levantarme.

-Sí, éste imbécil sólo está molestándome- respondo mirando con fastidio, ahora sí que las palabras de mi hermano tenían sentido; lucía patético y, ciertamente, estaba haciendo el ridículo.

-Gracias por ayudar a mi torpe hermanito Rich, nos vemos luego- dice Josh jalándome del brazo.

-Claro, adiós.

Responde Rich mientras nos alejamos, mi hermano jaloneándome y yo tratando de oponer resistencia.

-¡Ya suéltame Josh!- exclamo muy molesto, sí que estaba haciéndome cabrear.

-Sólo estaba ayudándote a alejarte de tu frustración Andy.

-¡Vete a la mierda Josh! Sólo estás manipulándome para hacer conmigo lo que te da la gana- reclamo aún más enojado.

-Mejor cállate ya Andy, no quieres volver a esa casa. Yo sólo estoy dándote una alternativa para que sigas con tu libertina vida, ¿acaso no lo ves?- murmura acercando su rostro al mío.

-¡Déjame en paz!

-Me obligas a hacerte callar.- dice al tiempo que me jala de nuevo para llevarme a rastras rumbo a mi casa. Por más que lo intento no logro zafarme y hacer reclamos escandalosos seguramente llamaría la atención de la peor manera.

-Ya Josh, puedo caminar solo.

-Pues camina  y cállate.- responde verdaderamente cabreado. No puedo evitar sentir miedo, pero sigo caminando hasta llegar a mi casa y detenerme ante la puerta. –Abre la maldita puerta Andrew.

-Ya voy.- digo sacando la llave de mi bolsillo para introducirla en la cerradura y abrir la puerta. En cuento lo logro Josh me empuja dentro logrando tirarme, y azota la puerta detrás de sí, desde el suelo lo miro aterrado, sé que está furioso.

-Voy a enseñarte cómo comportarte, si quieres ser la puta de alguien vas a hacerlo bien- sentencio abriéndose la camisa ante mi mirada, estaba verdaderamente congelado, sabía que esto no podía ser peor -¡Desnúdate maldición!

Aquella orden me erizó la piel, reaccioné en automático comenzando a retirar mi camisa cuando me la arrancó  un solo tirón y de un puntapié me tumbo en el suelo, no quería moverme siquiera, esto iba a dolerme y mucho. Jaló mi cabello hasta llevare a la sala, por más que traté de gritarle que se detuviera no lograba nada, sencillamente ignoraba mis súplicas.

-Sube a tu maldita alcoba, no intentes nada estúpido o voy a hacer que recuerdes este día por el resto de tu vida Andy.

Sólo asentí y me levanté como pude para ir a mi recámara, me senté sobre la cama esperándolo; ‘quizás estaba tratando de calmarse’, pensé; pero me equivocaba, y mucho. Tardó como diez minutos en subir y entrar a mi habitación, lucía molesto aún, pero esa sonrisa retorcida en su rostro lograba atemorizarme más. Me abofeteó fuertemente, sólo atiné a sostenerme con un brazo para no caer de la cama.

-Sí que vas a recordar esto Andy…- rió jalando con fuerza uno de mis brazos, traté de zafarme usando mi mano libre pero logró atraparla y ahora tenía entre sus manos mis dos muñecas –esto será más fácil.

-¿De qué hablas?- pregunté aterrorizado.

No respondió, sólo ató mis muñecas a la cabecera de mi cama con un lazo, por más que intentaba zafarme no lograba más que lastimarme más y más.

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