IV
Cambio de opinión
No desperté sino hasta pasado el mediodía,
me dolía todo el cuerpo y estaba incómodo, de alguna manera al despertar y
saber que él había estado pendiente de mí durante la noche y que me había
quitado a Shion de encima, lo que significaba que me había visto en una
posición vergonzosa en la que no había podido hacer nada para defenderme.
Traté de levantarme de la cama pero el
dolor hizo que volviera a acostarme de inmediato, como si de un resorte se
tratase.
–Deberías descansar más –dijo ingresando
a mi alcoba con un plato en sus manos.
–Estoy bien, te agradezco la ayuda
anoche, yo…
–No es necesario que digas nada, sé que
Shion abusó de su posición.
–Yo no sabía que estaba aquí, más bien
ni me di cuenta que entro a mi templo, es mi culpa por no estar atento –dije
desviando la mirada hacia la ventana, me sentía ridículo teniendo que
agradecerle a él, Deathmask de cáncer.
–Lamento haberte metido en ese problema
–dijo acercándose y colocando el plato con frutas sobre la mesilla al lado
derecho de mi cama.
–No debiste molestarte, estaré bien, de
verdad te lo agradezco –dije mirando el plato que había colocado en la mesilla.
–Afrodita, yo…
–Disculpa aceptada –dije esbozando una
ligera sonrisa, mi rostro dolía como pocas veces había sentido–, espero no te
hayas metido en problemas con Shion por ayudarme.
–Ese Shion… –bufó haciendo una mueca de
molestia–, Dudo que quiera meterse conmigo, ya circulan muchos rumores sobre
sus idioteces, si digo que intentó abusar de mí, aunque él lo niegue todos lo
creerán.
– ¿Cómo? –cuestioné sorprendido.
–Tú no tienes nada de qué preocuparte,
si él quiere meterse contigo de nuevo, por favor, dímelo y yo mismo me
encargaré de él –dijo sentándose a mi lado sobre la cama. Me quedé mirándolo en
silencio, no sé cuánto tiempo pasó hasta que acercó su mano y la colocó sobre
mi frente–. ¡Rayos, tienes fiebre!
Salió disparado a la cocina, escuchaba
sus pasos que con rapidez recorrían mi templo de un lado a otro, ruido de
trastos siendo movidos, maldiciones suyas. De pronto apareció de vuelta con una
bandeja pequeña con agua fría y hielos, y una toalla pequeña.
–Vamos, recuéstate bien –pidió mientras
se sentaba a mi lado de nuevo, sacó la toalla de la bandeja y la exprimió un
poco para después colocarla sobre mi frente, el agua estaba helada, estaba
comenzando a sentir frío.
–Voy a estar bien, no es necesario que
te molestes –dije intentando convencerlo de irse a su templo.
–No es molestia –se limitó a responder–,
trata de dormir un poco, necesitas descanso.
Cerré los ojos haciendo un esfuerzo
sobrehumano para intentar dormir, pero no podía dejar de pensar y darle vueltas
a todo lo que había pasado desde que echó a Shion de mi templo, lo que me había
dicho minutos atrás… ¿por qué estaba siendo tan amable conmigo ahora?, ¿acaso
la culpa estaba haciéndolo sentirse tan mal como para estar cuidando de mí de
esa manera?... caí dormido.
Cuando desperté estaba sentado sobre una
silla a mi lado, estaba dormido, parecía que el cansancio le había vencido,
estaba incómodo por la situación, ¿acaso él no me menospreciaba por “parecer
mujer”?, estaba cuidándome. Era cierto que sus provocaciones habían logrado que
le respondiera y ambos fuéramos sancionados por Shion, y que eso había derivado
a que Shion se hubiera metido a mi templo y hubiera intentado abusar de mí.
Pero también era cierto que de no ser
por la intervención de Deathmask, Shion habría consumado el abuso, y muy
probablemente habría intentado chantajearme para tenerme en esa posición las
veces que se le hubiera dado la gana, porque había intentado defenderme, pero
uno de sus golpes logró dejarme fuera de combate y dejé de forcejear, ¿acaso
había estado Deathmask vigilando a Shion, y había decidido intervenir una vez
que dejé de luchar?, la sola idea me revolvía el estómago, porque si fuese así,
¿qué carajo estaba esperando ver?, ¿acaso se imaginaría que yo correspondería a
Shion, y de haber sido el caso habría estado jodiéndome con ello o buscaba
algún motivo para poder tener a Shion a su disposición?
Estaba mareado, adolorido y cansado de
darle vueltas a tantas preguntas cuyas posibles respuestas estaban resultándome
repulsivas. Me levanté con pesadez, necesitaba ir al baño y ducharme, quizás
eso me haría sentirme mejor. Mientras terminaba de bañarme escuché su voz…
– ¿Estás bien? –cuestionó, sonaba
preocupado.
–Sí, bien, gracias –me limité a
responder.
Le escuché caminar dentro de mi alcoba y
jalar la silla de nuevo. Salí de la regadera y sequé mi moreteado cuerpo con
cuidado, me vestí con rapidez y salí
determinado a darle las gracias y hacerlo volver a su templo y dejarme solo.
Al salir me topé con un Deathmask
sentado sobre una silla completamente dormido. Lucía exhausto, estaba así por
haber pasado la noche cuidando de mí. No supe bien si me sentí culpable o
solamente estaba demasiado agradecido por su gesto. Salí de mi alcoba. Tenía
muchas preguntas en mi cabeza y daban vueltas hasta el punto de hacerme sentir
mareado. Ya tendría la oportunidad de preguntarle todo a Deathmask.
– ¿Estás bien? –Cuestionó Camus entrando
al templo de piscis–. Supe que algo pasó.
–¿Qué escuchaste? –pregunté sintiéndome apenado.
–No mucho, que te sentiste mal durante
la madrugada y que Shion puso al de cáncer a cuidarte. Por eso vine, para v er
si todo estaba bien –dijo Camus luciendo preocupado.
–Deathmask está arriba, durmiendo. Estuvo
toda la noche cuidándome, porque Shion entró durante la madrugada e intentó
abusar de mí, de no ser por Deathmask lo habría hecho –expliqué avergonzado.
–Ese maldito Shion. Pero, ¿cómo supo
Deathmask lo que estaba pasando aquí¡, su templo está bastante alejado del tuyo
–inquirió Camus con suspicacia. Sólo asentí.
–Es lo que voy a cuestionarle una vez
que termine de descansar –dije con ligera sonrisa–. Ya lo había meditado, pero
cuando salí de bañarme estaba completamente dormido en una silla.
–¿En una silla? –preguntó Camus
sorprendido.
–Sí, supongo que se sentó a descasar
unos minutos y cayó dormido –expliqué.
–¿Y lo dejaste ahí? –cuestionó Camus
curioso.
–Pues sí, me duelen los brazos y
piernas, no podría pasarlo a mi cama sin ayuda –expliqué mirando a Camus.
–De acuerdo… –resopló el acuariano–. Te
ayudaré a acomodarlo para que el de cáncer pueda descansar.
Subimos hasta mi alcoba, Camus se detuvo
en seco al ver la incómoda posición en la que Deathmask estaba completamente
dormido. Me ayudó a pasarlo a la cama, debo admitir que nos costó un poco de
trabajo hacerlo, pero lo dejamos recostado sobre mi cama. Inmediatamente se
arremolinó sobre mi cama. Lucía tan apacible así. Me quedé embobado mirándolo
dormir, hasta que Camus tocó mi hombro y me hizo una seña para que regresáramos
a la cocina de mi templo. Camus preparó una comida sencilla. Comió conmigo y se
dedicó a platicarme cómo estaba yéndole en su misión con Milo, y que la actitud
del escorpión, ya estando a solas no era la del patán casanova que solía ser
cuando estábamos con Camus. Cuando Camus se fue de mi templo me quedé mirando hacia
el exterior. Reprimí mis ganas de subir a mi habitación y verle dormir, me
había gustado ver aquella expresión de paz en su rostro al dormir. Me sentí nervioso.
Me decidí. Subí a mi alcoba y me senté en
aquella silla en la que él había caído dormido. Le contemplé por un par de
minutos hasta darme cuenta de cómo podría ser interpretado aquello. Corrí por
un libro y volví a sentarme sobre aquella silla. Tenía el libro entreabierto
entre mis manos, por si él despertaba. Me sentí ridículo de momento, pero por
alguna extraña razón me estaba siendo imposible retirar mis ojos de él. Me
sentí más extraño.
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