¿Saga?
No recuerdo la última vez que me sentí así…
supongo que cada vez que algo concluye en mi vida me siento vacío; si lo
analizo con cuidado es como si jamás me hubiera sentido pleno o satisfecho en
realidad. Mucho tiene que ver con mi estilo de vida, al menos eso asumo yo,
pero es que tengo tanto miedo de amar a alguien de verdad y después descubrir
que sólo fui yo quien se entregó en cuerpo y alma…
Estoy adolorido y cansado, puedo
escuchar la respiración de Shion a mi lado, me quedo estático observando el
techo, aún con la respiración agitada, para que intuya que estoy agotado como
nunca. Siento que Shion se mueve para levantarse de mi cama y, de reojo, le
observo vestirse, de pronto vuelve su mirada hacia mí.
–Has estado genial Afrodita, como
siempre. Te veré mañana –su clásica expresión lasciva con sonrisa retorcida, y
ese tono lleno de morbo suyo logran revolver mi estómago casi al grado de
hacerme vomitar.
–Claro Shion –atino a responder
agitado, evitando a toda costa hacer alguna mueca de asco, y así, volver a
provocarle a abusar de mí y lastimarme como aquella última vez en que me llevó
a su cama con provocaciones, hizo de mí lo que quiso y terminé tan asqueado de
ello que no pude disimularlo, por supuesto se enfureció y tras golpearme y
obligarme a lamer su miembro introdujo a la fuerza su virilidad en mi interior,
y sus bruscas estocadas han sido las más dolorosas de toda mi vida, al grado de
hacerme sangrar y dejarme fuera por una semana por las lesiones. Sólo de
recordarlo vuelvo a temblar como en ese momento.
Le miro marcharse satisfecho de mi
habitación y me aseguro de esperar a que se haya marchado para levantarme
pesadamente de mi lecho y entrar al cuarto de baño para darme una ducha, el
agua está helada y tallo mi cuerpo con rudeza, como si con eso quisiera, y
pudiera, despojarme de ese asqueroso sentimiento de vacío que tanto me enferma
y me tiene inundado.
Salgo de la regadera y observo mi
cuerpo desnudo, mojado y rasguñado, frente al espejo, la sensación es aún peor,
desearía poder escapar de mi realidad; lo peor es que entre más trato de evitar
caer en la cama con cualquiera, cada vez termino pidiéndoles más y cuando
terminan me quedo recostado pensando en la basura en que me he convertido, y
vuelve a mí ese vacío que me genera saberlo. Sobre todo al pensar en que estoy
solo en realidad, y lo más probable es que eso siga así porque ¿quién sería
capaz de amar a alguien como yo?, promiscuo, cruel y hueco por dentro…
Cubro mi desnudez con aquella fina
bata de seda negra que Dohko me obsequiara hace algunos meses por mi
cumpleaños, y todo por “tan buen sexo” que le doy. Camino hasta la ventana y
contemplo la majestuosidad del santuario bañado con la luz de la luna que esta
noche ilumina el cielo.
Escucho pasos en mi templo,
seguramente Dohko ya se ha enterado que Shion salió de aquí, estoy cansado,
pero ya me conozco, un par de besos en mi cuello, sus manos recorriendo parte
de mi cuerpo y estoy listo para ceder y terminar rogando por más como siempre;
es un círculo vicioso, ya comienzo a sentirme asqueado de nuevo, pero más tardo
en analizarlo todo que en volver a caer jadeante en una cama con alguien
embistiéndome hasta agotarse.
Se abre la puerta de mi alcoba
dejando ver a Saga de Géminis… ¿Saga, aquí? me pregunto internamente, estoy acostumbrado
a ver todo un desfile de caballeros de oro, plata y bronce cruzar por la puerta
de mi habitación, pero Saga jamás; de hecho, suele mirarme como con asco o
decepción; comienzo a prepararme mentalmente para toda una tortura emocional,
seguro me sermoneará sobre todo lo inmoral y sucio que soy para después
largarse y dejarme peor que como me sentía antes de verlo. Aún no salgo de mi
asombro cuando él rompe el silencio…
–Afrodita, necesito hablar contigo –me
dice en un tono como avergonzado y de forma
casi inaudible que me tiene completamente asombrado.
– ¿Qué necesitas? –respondo con el
tono más calmado y natural que me es posible.
Desvía su mirada de la mía, es como
si sintiera que se quema con ella, me tiene asombrado, no está siendo grosero o
hiriente como otras veces, ni está mirándome con repulsión o desencanto, está
visiblemente nervioso, lo noto por como está reaccionando ante cada movimiento
de mi cuerpo o gesticulación mía, es como si mi cercanía le generara ansiedad.
–Yo… –vuelve a romper el silencio
incómodo que se había creado segundos atrás mientras yo le observo con toda mi
atención–; quiero acostarme contigo –continúa aún más nervioso,
tranquilizándome interiormente.
–Ya veo… –respondo con naturalidad,
me sorprende un poco viniendo de él, pero de igual manera no es como que es la
primera vez que me topo con una situación similar.
Me acerco a él lentamente mientras
abro la fina bata de seda negra que cubre mi pálido cuerpo dejándolo por
completo a su vista; está más nervioso de mirarme así frente a sus ojos sólo
para él, con mis manos acaricio mi piel y comienzo a jadear ligeramente,
observo cómo se le está dificultando tragar saliva y comienza a excitarse sólo
de verme tocarme, mis gemidos comienzan a aumentar debido a los estímulos que
estoy propinándome, de pronto me detengo y me acerco a él con desesperación
para besarlo, estoy muy excitado sólo de tocarme y verlo nervioso, lo deseo
cerca, deseo ver su cuerpo desnudo sobre el mío, sentir sus manos sobre mi
piel, sentir sus labios…
Corresponde a todas y cada una de
mis caricias, rodea mi cuerpo con sus fuertes brazos y sus manos temblorosas
aún acarician mi espalda aumentando la intensidad conforme va sintiéndose más
desinhibido, es como si él también sintiera esa desesperación que está
consumiéndome, que hace hervir mi sangre. Con cada roce de su piel contra la
mía me siento más ansioso, por lo regular suelo ser más controlado, debe ser
porque de verdad deseo al geminiano, desde verle entrenar por las mañanas sueño
despierto con ver y sentir su piel desnuda sobre la mía…
El sentir su naciente erección
contra mi piel está llevándome a la locura misma, deseo sentirlo en mi
interior, es como si no pudiera detenerme; no es como con los demás, ésta vez
sí quiero sentirlo y verlo hacer conmigo lo que él quiera. Sus temblorosas
manos se acercan a mi ingle logrando hacerme jadear y ruborizarme por el
contacto, desvío mi mirada de la suya, estoy muy nervioso. Acerca sus labios a
mi cuello y se deja llevar besándolo, mordisquea mi oreja mientras con su mano
comienza a masturbarme, siento como si mis piernas perdieran fuerza, tengo que
retomar el control o no podré rendir lo suficiente para poder disfrutar de éste
regalo que la vida está otorgándome.
Lo detengo en seco para besarlo con
rapidez y de un empujón poder arrojarlo sobre mi cama, me mira desconcertado,
estoy muy excitado de verlo así sobre mi cama y me acerco peligrosamente a él
sin despegar mi mirada de ese delicioso cuerpo que yace sobre mi cama, sí sobre
esas finas sábanas rojas satinadas que la cubren; es un cuadro perfecto: su
piel bronceada, sus fuertes piernas abiertas dejándome ver esa poderosa
erección que me ruega por atención, su delicioso torso, sus pezones erectos…
¡dioses! Todo es una visión hermosa que no puedo perderme. Comienzo a lamer su
virilidad del glande a la base, sin despegar mi mirada de la suya, lo degusto
como pocas veces lo he hecho, lo introduzco en mi boca lentamente, disfruto una
a una sus reacciones, sus gemidos, la forma en que dice mi nombre entrecortadamente
por los jadeos que van intensificándose conforme voy jugando con él…
–Afrodi… – me interrumpe jadeante, deteniendo
mi cabeza para invitarme a acercar mis labios a los suyos.
Me recuesta sobre la cama de un sólo
movimiento, sus manos recorren mi cuerpo una vez más, comienza con mi torso y
va descendiendo lentamente hasta llegar a mi vientre logrando tensarme como
jamás había sentido, de verdad estoy muy excitado, quiero que entre en mí, que
me haga rogarle por más. Beso sus labios, nuevamente, ahora con mayor
desesperación que al inicio, de verdad estoy ansioso como nunca antes…
Me levanto dejándolo sorprendido,
observa con cuidado cada uno de mis movimientos, está excitado y desconcertado;
me siento sobre su vientre con las piernas abiertas dejándolo ver mi erección,
la suya roza contra mis nalgas, sus jadeos son más intensos, sonrío jadeante,
yo también estoy muy ansioso. Levanto mi cadera y comienzo a introducirlo en
mí, conforme siento que su gruesa virilidad va avanzando y abriéndose paso en mi
interior va llenándome de un intenso calor que me está siendo indescriptible,
ahora estoy más ansioso, sí, quiero más de él… Comienzo a mover mi cadera de
arriba hacia abajo con un ritmo acompasado mientras dejo escapar mis jadeos y
gemidos con libertad. El rostro de Saga está totalmente ruborizado e intenta
ahogar sus propios gemidos, acaricia mis muslos y lleva una de sus manos a mi
pene para comenzar a masajearlo primero con miedo, pasando a hacerlo con
firmeza conforme va liberándose y sintiéndose más y más caliente. Siento la
dureza de su sexo en mi interior, no puedo evitar moverme cada vez más rápido,
él comienza a moverse también llegando cada vez más adentro de mí. Comienzo a
estremecerme, pierdo la fuerza cuando comienzo a sentir los espasmos que
aquellas estocadas de Saga en mi interior están provocándome. La mano de Saga
comienza a presionar mi pene conforme va moviéndola de la base a la punta.
Estoy perdiendo la razón por completo, me siento tan bien, como pocas veces me
había sentido en años. No pude controlarlo más tiempo y me derramo en la mano
de Saga mojando su torso. Al sentir mi semen en su piel se vino en mi interior
inundándome con su caliente semen. Me arqueo al sentir cómo me llenaba y hasta
salía de mi interior. Me dejo caer sobre su cuerpo. Estoy completamente agotado
y debía descansar.
Tenía la intención de quedarme así
unos minutos, sobre su cuerpo, pero sentí sus brazos acunarme y presionarme
contra su cuerpo; comencé a relajarme y me dejé llevar. Levanto mi rostro un
poco para ver el suyo. Acarició mi rostro con su mano y depositó un beso dulce
sobre mis labios. Correspondo aquel beso, comienzo a sentirme extraño. Me miró
con ternura. Vuelvo a recostarme sobre su pecho. Me dejé ir sintiendo sus dedos
enredarse en mi cabello y acariciando mi espalda con delicadeza. De pronto no
supe más.
Cuando
despierto por la mañana Saga no está a mi lado. Suspiro desganado, sé que no lo
he soñado todo, porque siento dolor en mi cuerpo, más del que suelo sentir
habiendo estado sólo con Shion. Me levanto con pereza y camino hacia mi baño,
quiero darme un rico baño de tina con esencia de rosas. Comienzo a preparar el
agua. Salgo de mi baño para buscar aquel frasco con la esencia y me encuentro
con una nota de Saga sobre la mesita de noche. La tomo en mis manos y comienzo
a leerla:
“Afrodita: debía volver a mi templo, te quedaste dormido y ya no pude decirte, estoy enamorado de ti. Espero podamos hablar más tarde. Saga.”
Me quedé congelado, siempre quise
escuchar aquellas palabras de “alguien”, pro ese alguien ni siquiera posaba sus
ojos sobre mí. Sí, me gusta Saga de géminis, no voy a negarlo, me encanta
verlo, es sexy, tiene un cuerpo ardiente y eso ya lo tenía comprobado. Pero era
extrañamente dulce, no me esperaba recibir esa dulzura, creo que me había
imaginado demasiadas cosas del geminiano. No había que malinterpretar eso,
definitivamente me había llevado una sorpresa agradable con él, una que me
había hecho sentir cómodo y hasta feliz ayer por la noche. En realidad jamás me
había quedado dormido sobre el pecho de alguien con quien hubiera tenido sexo,
y jamás me habían mirado y acariciado de esa manera. Sentí nervios nada más de
pensar en que Saga quería hablar conmigo.
–Maldito Deathmask… –bufo sintiéndome extraño.
Corro al baño para bañarme, debía apresurarme y
cumplir mis deberes del día, antes que Shion quisiera volver a detenerme en mi
templo. Me alisto y salgo de mi templo con prisas, para no variar.
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